Es una gran desconocida la enorme implicación que hay entre nuestra mandíbula y el componente emocional. Nuestra mandíbula, esa articulación tan importante que nos favorece nuestra comunicación oral, el poder alimentarnos, bostezar, soplar... esos movimientos tan típicos e importantes en el día a día, también es propensa a desequilibrarse en situaciones emocionalmente adversas.
Los músculos masticadores, aparte de tener esas funciones tan cotidianas, también son propensos a desequilibrarse ante situaciones vividas en el día a día que nos hayan provocado un estrés sea laboral, social, emocional o físico. Los músculos de la mandíbula tienen un comportamiento defensivo de forma automática y autómata.
Cuando vivimos situaciones en las cuales nuestro cuerpo, nuestra mandíbula interpreta esa información, esa situación de estrés, como una situación que está interfiriendo en nuestro equilibro general, los músculos masticadores entran en modo de defensa y se bloquean para proteger la estructura, siendo una respuesta natural y automática en nuestro organismo. Es una información que recogen de estímulos exteriores, de la información que reciben de nuestro sistema nervioso y actúan en consecuencia.
Esa información permanecerá en nuestros músculos a lo largo del tiempo hasta que sea liberada. El caso más común y conocido es el bruxismo. Es el resultado de que en momentos vividos emocionalmente adversos, los músculos maseteros, bloquearon la mandíbula para proteger la estructura. La no liberación de la información almacenada en los músculos maseteros nos provocará un bruxismo crónico.
Con la enorme relación que hay entre mandíbula y cuerpo, es cuestión de tiempo que personas que padecen bruxismo comiencen a sentir desequilibrios en otros sistemas musculares y estructurales de nuestro cuerpo, tales como: lumbalgias, cervicalgias, cansancio, insomnio y migrañas.
Nuestro cuerpo hay que entenderlo como una unidad entre sí. Lógicamente hay distancias entre grupos musculares, estructuras y otros sistemas, pero todos están relacionados entre sí. Hay una relación miofascial y continuidades musculares que hacen si cabe aún más, un buen funcionamiento de nuestro organismo, aunque también un intercambio de información, de tensiones musculares y miofasciales que, como consecuencia, van a colaborar en síntomas que se relacionan entre sí aún habiendo una distancia en concreto entre grupos musculares y/o estructuras de nuestro cuerpo.
En el caso de personas con bruxismo, es muy probable que padezcan dolores de cabeza, migrañas, dolores cervicales, lumbalgias y sensación de cansancio y, como no, dolor al masticar y problemas a nivel mandibular.
Hay una relación entre nuestra mandíbula y todo el cuerpo - músculos que tienen su inserción cerca de otros grupos musculares, relaciones musculares con huesos del cráneo que, a su vez, tienen conexión con el sistema nervioso central.
Es una obviedad que será cuestión de tiempo que cuando padecemos bruxismo, problemas articulares en la mandíbula y tensión en los músculos masticadores, acabemos con trastornos y síntomas de nuestro cuerpo en la distancia. Liberar la información retenida en los músculos masticadores, creará un feedback en nuestro cuerpo, en el cual nuestra mandíbula y cuerpo empezarán a equilibrarse. Síntomas que padecíamos en la mandíbula comenzarán a relajarse y los trastornos que sentíamos en nuestro cuerpo comenzarán a equilibrarse.
Casi un 80% de la población mundial padece de una u otra manera bruxismo, siendo el trastorno más común cuando hayamos vivido situaciones emocionalmente adversas. El estrés es un factor muy desequilibrante en nuestra mandíbula y por ende en nuestro cuerpo.
Contra más conciencia tengamos sobre la enorme relación global que hay en nuestro cuerpo, entenderemos aún más la implicación que puede haber en nuestro organismo por el componente emocional vivido en el día a día.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.