Mindfulness y el conocimiento de la mente

Hablar de Mindfulness es hablar del conocimiento de la mente.

Son cada vez más abundantes las publicaciones y estudios científicos que avalan los beneficios de la práctica de la atención plena o Mindfulness para la mente y las emociones.

Somos lo que pensamos: nuestro mundo se construye en base a nuestras creencias, miedos, deseos, anhelos, planes, proyectos, aficiones y un largo etcétera de construcciones de nuestra mente. Todo lo que he nombrado surge de nuestro interior; llamemoslo cerebro, mente o pensamiento. Da igual, el asunto es que continuamente llevamos dentro un “diálogo interior”, de eso todos estamos seguros. Esos pensamientos a veces pueden limitarnos de tal forma que vivamos presos del pensamiento. 

Precisamente esa música de fondo a veces nos llega a agobiar y molestar. Imagina por un momento que en lugar de estar escuchando ese diálogo interior, fuera una persona susurrandote al oido todo eso. Al principio la pedirias silencio, con el tiempo acabarías suplicándole que te dejara en paz…eso en el mejor de los casos ¿no?

Ese ruido constante se hace más evidente cuando una persona pretende empezar a meditar. Ya sea por su cuenta o con ayuda de alguien, en el momento de intentar aquietar tu cuerpo y centrar tu atención en la respiración te das cuenta de que te invaden un continuo suceder de pensamientos y distracciones. Es lo que se denomina “la cascada”.

Bien, pues de hecho, cuando te das cuenta de todo eso es señal de que estás en buen camino. Normalmente la gente dice “no puedo meditar, hay muchos pensamientos en mi mente”. Yo les digo que eso es normal y que tan solo hay que ser paciente y benevolente con uno mismo.

Mindfulness consiste en prestar atención de forma serena y sin juicio a la experiencia presente.  Por eso mismo, cuando nos sentamos a meditar, (que es un momento en el que detenemos toda nuestra actividad física, pero no la del pensamiento) nos encontramos a solas con todo ese contenido mental que de otra forma nos pasa desapercibido.

Y ahí tenemos esa preciosa oportunidad de atender sin juicio a todo nuestro mundo interior. Al principio en la iniciación a la meditación Mindfulness prestamos atención a algún objeto físico, por ejemplo la respiración, y a sus sensaciones en diferentes zonas del cuerpo, nariz, abdomen, garganta…Y luego más adelante pasamos a ser testigos y observadores del flujo incesante de pensamientos.

Finalmente te das cuenta de que no hay quien observe sino que es la misma conciencia omnipresente la que sostiene todo lo que sucede tanto dentro como fuera de ti.

Como te decía antes, en un principio percibimos la mente como un caballo salvaje imposible de domar. Lo interesante de este trabajo es que luego aprendes que no es necesario forzar nada y que con la simple constancia y la serenidad mantenida, ese caballo poco a poco se amansa sin que tu no hagas más que observarlo y dejarlo ser.

Ahí estriba la comprensión de que para meditar todos estamos preparados. Hay muchas creencias erróneas en torno a esta práctica y por eso creo que muchas personas no acaban haciendo de la meditación algo habitual en sus vidas.

Hay que ser autocríticos y ver en qué sentido los instructores de Mindfulness y de meditación no somos capaces de hacer entender, no desde la mente, sino desde el corazón que meditar va a llevar tu conciencia de vida a otro nivel.

Por otra parte tenemos la práctica de la atención plena en la vida diaria, a la que llamamos “práctica informal” en Mindfulness. Esta es tan importante creo como la parte de la meditación sedente. Realmente se apoyan y complementan una a la otra.

Pues bien, la atención plena a tus momentos en los que te hayes despierto es clave para integrar en tu vida todo lo que significa Mindfulness. Desde que nos despertamos, y tomamos conciencia que un día nuevo ha comenzado podemos hacernos conscientes de ese parloteo mental que también se levanta de la cama con nosotros. Entonces es ese momento en el que hay que prestar atención a ello, y a lo que de verdad sucede en ese momento: desde el aseo, el desayuno, vestirse, etc, y dejar de lado toda esa cháchara mental que puede a veces llevarnos a empezar el día con estrés, dado la gran cantidad de cosas que parece que tenemos que hacer.

Y así el resto del día. En los talleres y cursos de Mindfulness que impartimos enseñamos trucos o llamadas a la atención, para evitar pasar el día convertidos en autómatas que se van moviendo por el mundo como pollos sin cabeza, y sin ser conscientes de la vida que pasa delante de nosotros. Metidos en nuestras cavilaciones, problemas, deseos, añoranzas, planes de futuro, etc. que sólo hacen crear insatisfacción al momento en el que estamos.

Todo lo bueno parece que está por llegar o ya pasó, así que con ese panorama la vida presente, la única en la que se puede habitar se convierte en un tránsito desagradable, como un vagón de metro gris y aburrido.

Nuestros pensamientos son siempre más parciales y provisionales de lo que admitimos. Normalmente nos lo creemos. Pero cuestionar nuestros pensamientos es el núcleo central de la práctica de atención plena. En el silencio de la meditación vemos la naturaleza insustancial del pensamiento.

La buena noticia es que si te das cuenta, todo eso está fabricado por tu mente y lo puedes cambiar. Si quieres claro, a lo mejor te gratifica quejarte y negar el momento presente. Es tu problema, lo malo es que tu entorno lo paga también: caras largas, malas contestaciones, falta de atención…y al final realmente tu vida se convierte en eso en lo que piensas, pues con ese talante negativo difícilmente puedes encontrar una buena respuesta.

De todas formas no todo el pensamiento es inútil y es importante saber separar el grano de la paja. En la meditación de Mindfulness, la finalidad no es deshacerse del pensamiento sino desarrollar la habilidad de verlo. Nuestros pensamientos establecen una dirección, nos permiten entender, analizar y discernir, y nos ponen en sintonía con la vida que sucede a nuestro alrededor. Cuando descansamos en el corazón, podemos utilizar el pensamiento con sabiduría, podemos planear e imaginar con benevolencia.

Más arriba te decía que somos lo que pensamos y creo firmemente en ello. El conocimiento de la mente es fundamental para llevar una vida satisfactoria. Cuando compramos algún nuevo artilugio leemos las instrucciones para saberlo manejar, y  en cambio no nos damos cuenta de que nuestra mente es un complejo mecanismo que si no sabemos manejar nos puede salir caro.

La práctica de Mindfulness te ayuda a ese conocimiento de la mente y te abre la puerta a una forma diferente de ver la vida, más real y menos influenciada por tus percepciones parciales.

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Gracias!

Luis Miguel

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