El problema radica en que en la mayor parte de estos países perviven muchas enfermedades que actualmente están erradicadas en los países desarrollados. Un viaje de ensueño puede convertirse en una pesadilla si no tomamos ciertas medidas de precaución.
Lo primero que debemos hacer: vacunarnos
Antes de planear cualquier viaje, debemos informarnos de las características de cada país, datos que obtendremos de nuestra agencia de viajes o que, en el caso de viajar por libre, debemos conseguir de las embajadas correspondientes. Aunque no se puede calificar a un país entero como peligroso, sí que hay regiones con mayor riesgo que otras. Es el caso de las zonas del África Subsahariana y el oeste africano, así como zonas de Sudamérica y el Sudeste asiático (Malasia e Indonesia). El viajero ha de tomar nota de las indicaciones que debe seguir acerca de las precauciones sanitarias y vacunas que se deben tomar antes y después de realizar un viaje.Después de informarnos correctamente, para vacunarnos nos debemos dirigir a los Centros de Vacunación Internacional que podemos hallar en todas las capitales provinciales, ya que estos son los únicos donde podremos conseguir la tarjeta de vacunación, necesaria para acceder a muchos países y sin la cuál pueden denegarnos la salida del aeropuerto de destino. Por ello, si tenemos en mente un viaje de estas características es importante empezar a prepararnos al menos con un mes de antelación, ya que muchas vacunas necesitan de un tiempo mínimo para poder tener los efectos deseados.
El tiempo que dura la estancia fuera del país de origen es también determinante a la hora de resolver el tipo de vacuna y cómo se administra. Si estamos en una zona exótica menos de quince días, en un área urbana y en hoteles dentro de rutas turísticas preestablecidas, hay un riesgo relativamente bajo. El peligro se incrementa cuando las estancias se prolongan más de tres semanas y el turista se desvía de las rutas habituales.
Cada lugar, una vacuna
La vacuna de la fiebre amarilla debe administrarse si viajamos a África y Sudamérica, aunque en casos particulares como las embarazadas y los niños menores de nueve años está contraindicada. Esta inyección es capaz de inmunizar durante 10 años. Tratarse contra la hepatitis A y B también es muy frecuente, todo depende de las recomendaciones de nuestro médico.Enfermedades ya desaparecidas en el Primer Mundo como la meningitis del tipo A y del tipo C, siguen hoy siendo peligrosas en el norte de la India, Nepal, Bhutan, Pakistán y el África Subsahariana. La vacuna sólo es necesaria para casos en los que el viajero se quede en el país extranjero más de un mes, especialmente si se pretende residir en zonas rurales y en estrecho contacto con la población local.
En Bangladesh, Bolivia, China, Ecuador, Etiopía, México, India, Filipinas y Tailandia se aconseja además la vacuna antirrábica, porque en esos lugares no se puede conseguir y es aconsejable administrarla antes de correr cualquier riesgo. Veterinarios, zoólogos y espeleólogos son los más expuestos a este tipo de infección.
Existen patologías propias de los países exóticos que además son muy peligrosas, como por ejemplo, la enfermedad del sueño, el cólera, las fiebres hemorrágicas víricas, la fiebre tifoidea, la tuberculosis y la malaria o paludismo. Precisamente el cólera es una de las que provoca mayor mortalidad. Si surge un brote en el lugar de vacaciones, debemos extremar las medidas de precaución con los alimentos y el agua, ya que éste es el medio más habitual de contagio.
Administrar doxicilina permite proteger el cuerpo del contagio de diez a catorce días. En el caso de las embarazadas, lo mejor será abandonar la zona, ya que la doxicilina no se puede prescribir durante la gestación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) edita todos los años un boletín epidemiológico que advierte de los países con riesgo de esta enfermedad, así como de la peste y la fiebre amarilla.
Cuidado con lo que comemos
Uno de los problemas más frecuentes para los turistas es padecer diarreas y gastroenteritis, derivadas sobre todo por ingerir comida o bebida en mal estado. El agua, aunque sea potable, tiene que ser siempre embotellada y, a ser posible, optar por marcas conocidas. La mayoría de los virus se encuentran en el agua, así que esta medida de precaución nos puede evitar muchas complicaciones. Debemos utilizar agua embotellada no sólo para beber, también para lavarnos los dientes o en la higiene personal.Los alimentos que se toman en la calle suelen estar cocinados sin precauciones sanitarias, así que lo mejor es acudir a restaurantes donde el grado de salubridad sea máximo. Las frutas se tienen que pelar cuando se vayan a consumir, y las verduras, carnes, pescados y mariscos tienen que estar bien lavados y cocidos. Asimismo, es muy importante fijarnos en la garantía de pasteurización, un proceso necesario para eliminar las bacterias y gérmenes, a la hora de consumir lácteos.
Entre el 20 y el 60% de los turistas que viajan a zonas tropicales sufren la diarrea del viajero, un problema que es muy frecuente en Oriente Medio, la India y África. Para cuidarnos lo mejor posible, además de evitar ciertos alimentos podemos tomar agua con gas e infusiones calientes para mantener en la mejor forma posible nuestro sistema digestivo. A su vez, evitaremos tomar helados en la calle y bebidas con cubitos de hielo, ya que no sabemos de dónde procede el agua que contienen.
El botiquín del viajero
A la hora de hacer las maletas, también debemos acordarnos de llevar con nosotros un pequeño botiquín con algunos medicamentos básicos. Analgésicos, antihistamínicos, antibióticos, antiespasmódicos y antidiarreicos son fundamentales para hacer turismo en zonas tropicales. Además, añadiremos al botiquín algunas herramientas como tijeras, gasas estériles, esparadrapo, tiritas y un termómetro.También tendremos que prevenir picaduras, por lo que los productos repelentes y medicamentos que calmen el veneno de las picaduras tampoco deben olvidársenos. Evitando salidas al anochecer y al amanecer, y cubriendo nuestro cuerpo lo máximo posible, evitaremos males mayores que se transmiten a través de mosquitos y otros insectos.
En cualquier caso, la prevención es la mejor forma de asegurarse de que las vacaciones no se conviertan en una mala experiencia.