Macrobiótica: Equilibrio a través del Alimento



He leído una muy buena entrevista con Mati Navas, directora de La Crisálida, Instituto Macrobiótico de Sevilla, en el artículo “Macrobiótica: tu alimento afecta a tu campo energético y tus emociones“.

Se ha oído hablar mucho de la dieta macrobiótica pero en realidad no se sabe mucho de ella, suena el nombre y se la engloba dentro de la larga lista de tipos de dietas.

En realidad la macrobiótica va más allá de ser sólo una dieta, es una filosofía de vida.

Mati Navas cuenta cómo llegó ella a la macrobiótica: buscando desesperadamente algo que pudiera ayudar a su hija diagnosticada de una “enfermedad rara”, a quien el médico la había sentenciado a sólo 5-6 años de calidad de vida aceptable.

“Cuando una persona cambia su estilo de alimentación a la macrobiótica las consecuencias se dejan notar de manera bastante rápida. Muchas personas experimentan una mejoría notable en sólo 10 días, y en el caso de enfermedades serias, muchas de ellas dan un giro total en 4-8 meses (que es el equivalente de 1-2 renovaciones de la sangre). En todos los casos, absolutamente todos, la persona experimenta una mejoría en su calidad de vida: aumenta la vitalidad, se equilibran las emociones, aumenta la visión positiva de las cosas, se equilibra el peso y mejora el aspecto físico.”

A continuación la interesante entrevista de Buenasterapias.es con Mati Navas:

B.T: ¿A quién le debemos los principios de la Dieta Macrobiótica? (a partir de ahora D.M.)

La macrobiótica busca el equilibrio físico y mental a través de la dieta. La raíz del término Macrobiótica se halla en las palabras griegas y sánscritas: «Makros» que significa «grande». «Maka» que expresa «maravillosa». Biótica que proviene de «Bios» , que quiere decir «vida» y denota una manera de vivir. Resumiendo: Vivir un estilo de vida ordenado, responsable, equilibrado que nos permita alcanzar la longevidad con salud.

El primer registro conocido del vocablo Macrobiótica se encuentra en el ensayo del griego Hipócrates, titulado «Aire, agua y lugares» datado hace unos 2.400 años, donde lo emplea para referirse a las personas longevas y sanas. Este inconmensurable sanador, cuya terapéutica concede un papel primordial a la dietética, es tenido por el padre de la medicina occidental, cuyos miembros todavía se gradúan universitariamente como médicos alopáticos recitando el juramento hipocrático.

En sus obras «Alimentos», y «Medicina y Tradiciones» declara lo siguiente:

• «Que tu alimento sea tu principal medicina».

• «El pan (describe con insistencia) se elaborará con granos que mantengan su envoltura, ya que contiene los nutrientes básicos que nos alejarán de las enfermedades». (Hoy correspondería al pan integral biológico.)

• «Para alimentarse de forma equilibrada y vivir en salud es preciso consumir cebada, avena y trigo», que eran los cereales más cultivados en los territorios gobernados por Grecia.

Hipócrates no cesa en toda su obra de orientarnos sobre la forma natural y equilibrada de alimentarse para vivir macrobióticamente.

Herodoto, Aristóteles, Galeno, Platón y otros clásicos también utilizaban la voz Macrobiótica para describir un estilo de vida responsable y sano que giraba alrededor de una dieta moderada, cuyo resultado era la mejora de la salud y el logro de la longevidad sin lacras físicas, mentales ni espirituales.

Durante siglos los pueblos se mantenían sanos y fuertes con los productos naturales que obtenían de sus campos o de las tierras cercanas, incluidas las plantas sanadoras, el agua pura y el aire ozonificado, rebosante de iones negativos. Quienes se alimentaban siguiendo el dicho: Come de todo un poco, con sosiego, masticando y ensalivando los alimentos, seguían los principios dietéticos de la Macrobiótica. El naturismo clásico con más de dos milenios a sus espaldas tiene una completa biblioteca de obras que tratan sobre alimentación humana, donde el espíritu macrobiótico ronda por doquier.

Después de Hipócrates y varios clásicos de la Antigüedad griega, y tras el alemán Hufeland, y el japonés SagenIshizuka, es también su discípulo japonés NyoitiSakurazawa, que toma el sobrenombre de Georges Ohsawa, quien le da pleno sentido a la palabra Macrobiótica. La emplea por primera vez en el texto de su popular obra «Macrobiótica Zen», publicada en inglés por el Centro Ignoramus de Japón en 1960.

Hasta su muerte en 1966, a la edad de 73 años, Ohsawa dedicó su vida entera a aproximar Oriente y Occidente utilizando la filosofía y la dietética. Difundió el estilo de vida macrobiótico con pasión predicando con el ejemplo. Dio unas 6.000 conferencias, seminarios y cursillos. Atendió a miles de enfermos en más de 30 países. Publicó cerca de 2.000 artículos y más de 300 volúmenes.

Sembró con rigor, pero generosamente, los granos de arroz de sus convicciones macrobióticas, que no eran otras que llevar al mayor número posible de seres humanos la libertad, la paz, la salud, la felicidad. Sus ideas movieron y siguen moviendo inversiones incalculables en numerosos campos relacionados con la alimentación.

Después que él, su discípulo Michio Kushi continuó con su trabajo de difusión de la macrobiótica por toda Europa y América. De alguna manera fue él el que abrió las ideas de la alimentación macrobiótica con estilo más japonés a una dieta más mediterránea y abierta, más con el estilo de la alimentación sabrosa y poco espartana que practicamos aquí pero preservando los principios básicos.

Todos ellos insistieron en que los cimientos nutricionales de la Macrobiótica actual, como defendía Hipócrates y millones de sanadores a lo largo de la historia, están constituidos por los cereales en grano integrales biológicos, es decir, obtenidos ecológicamente mediante maquinaria y técnicas agrarias limpias, no invasivas, respetuosas con la variopinta vida de la tierra y su medio ambiente, sin manipulación genética, ni pesticidas, herbicidas, abonos químicos, aguas contaminadas, etc.

Los cereales son los últimos vegetales en aparecer. Sus minúsculos granitos contienen la memoria genética de toda la diversidad vegetal que les precedió. En la cadena de la evolución animal acontecida durante millones de años, el hombre es el último en surgir. Nuestros genes son la síntesis de toda la diversidad genética animal que existe y existió.

Los cereales integrales son semillas vivas, con capacidad para germinar y crear una nueva vida y todo ese potencial nosotros también lo adquirimos cuando consumimos una dieta basada en cereales integrales.

Cereales y Macrobiótica forman una entidad inseparable. Actualmente cada vez más personas se acercan a la macrobiótica buscando una nueva forma de vivir y alimentarse, de sentir y encontrarse, en una corriente de “lo natural” que emerge con fuerza en nuestro mundo desordenado. Son cada vez más los profesionales que se dedican a enseñar y profundizar en la dieta macrobiótica haciendo que evolucione para adaptarse a cada región, incluyendo así sus productos tradicionales y su sello propio. Así surge nuestra deliciosa dieta macrobiótica mediterránea con el sabor de la cocina de nuestras abuelas, a fuego lento, como las cosas buenas de la vida.

Tengo que citar que la información de esta respuesta la he obtenido del experto en macrobiótica Pedro Navarro Tordecillas.

B.T: ¿Cómo y cuándo descubres que esta dieta está hecha para ti?

Comencé a practicar la dieta macrobiótica hace ya diez años. Mi hija Raquel había sido diagnosticada de miastenia gravis, una enfermedad rara, neuromuscular crónica y cuyo tratamiento en la medicina alopática es sólo sintomático. El médico que nos dio la noticia la sentenció a 5-6 años de calidad de vida aceptable. Entonces empezó mi búsqueda desesperada para encontrar algo que pudiera ayudar a mi hija. Mi intuición me decía que tenía que ser en el campo de la alimentación, que ahí estaba la clave. Entonces contacté con el director del Instituto Macrobiótico de Portugal, Francisco Varatojo, que ahora es gran amigo y con el que tuvimos una consulta. Ahí comenzó mi aprendizaje en esta área, que supuso un descubrimiento de tal magnitud que me hizo enamorarme de esta filosofía a la que debo la salud de mi hija y mi vida.

Mi hija y yo comenzamos a practicar juntas porque yo la acompañé siempre comiendo con ella y así pude experimentar todo por lo que ella pasaba. Fue increíble ver su mejoría y también sentir yo misma cómo con la comida me transformaba, tenía mejor vitalidad, más optimismo, más alegría, se afinaban todos mis sentidos, sentía más placer al paladar…

Me abrió los ojos a una comprensión del mundo y de la salud que nunca había sospechado. Estoy muy agradecida.

B.T: ¿Por qué nos enfermamos?

Desde el punto de vista de la medicina oriental la enfermedad es el lenguaje de nuestro cuerpo para advertirnos de que algo no funciona bien en nuestro estilo de vida, que engloba la forma en que usamos nuestros cuerpos físico, mental y emocional, y no es un fallo casual de funcionamiento del cuerpo. Es el intento del cuerpo de seguir funcionando en unas condiciones que no son las adecuadas. En este sentido es la amiga que necesitamos para rectificar nuestro camino, pues ella nos va a ir indicando la dirección a seguir en cada caso.

B.T: ¿Cuáles son los principios fundamentales de la D.M.?

La macrobiótica es mucho más que una simple dieta, es una filosofía y un estilo de vida que tiene como objetivo último ayudar a las personas a ser más íntegras, saludables y responsables, y consecuentemente también a construir una sociedad más pacífica y espiritual.

La cocina macrobiótica es de suma importancia en esta filosofía, más no es el único factor, y sus principios relativamente simples hacen que esta forma de alimentación sea extraordinariamente versátil, sabrosa y saludable.

La cocina macrobiótica maneja la misma base conceptual que la medicina oriental (conceptos como yin y yang y la teoría de los cinco elementos se utilizan para entender el efecto energético de los alimentos).

En este enfoque no se consideran únicamente los nutrientes de los alimentos, sino también su energía. Nos referimos a cómo la energía del alimento nos afecta directamente en nuestro campo energético, en nuestra vitalidad, en nuestras emociones. El cuerpo siempre busca un equilibrio energético y aquí la macrobiótica nos enseña cómo conseguirlo de manera saludable. La comida se convierte en una importante herramienta para potenciar la salud y el bienestar físico.

La cocina macrobiótica es en esencia una cocina natural, los ingredientes que utiliza son alimentos “como los ofrece la naturaleza”: cereales integrales, algas marinas, legumbres y proteínas vegetales, pescado, semillas, aceites de primera presión en frío y no refinados, verduras y frutas ecológicas y de la estación son la base de la dieta.

Por otro lado, no hay alimentos prohibidos, todos se usan con criterio y el sentido común que da la cocina tradicional practicada por cientos de años en las civilizaciones más prósperas.

B.T: ¿Qué beneficios se obtienen, en general, si la respetamos?

Desde luego que hay muchos factores que determinan el bienestar físico y emocional de una persona y entre los más importantes se encuentran la alimentación, la calidad del aire que respiramos y del agua que bebemos, la calidad de nuestras relaciones personales, el nivel de estrés y por supuesto nuestras emociones. Pero hay una cosa clara, aunque algunos de ellos no podemos manejarlos pues nos vienen de alguna manera impuestos, la alimentación es un pilar básico de nuestra salud que está por entero bajo nuestra responsabilidad.

Con lo que comemos se fabrica nuestra sangre, que es la encargada de nutrir a todas las células de nuestro cuerpo. Las células constituyen todo nuestro ser, nuestros órganos, nuestros tejidos, nuestros huesos, nuestro sistema nervioso y todo lo que somos. Así que la calidad de nuestra sangre determina nuestro físico de arriba a abajo. Y la buena noticia es que tanto la sangre como todas y cada una de las células de nuestro cuerpo tienen la capacidad de regenerarse periódicamente.

Pongamos unos ejemplos: en sólo 10 días se renueva nuestra linfa, en 4 meses se renueva toda nuestra sangre y en 7 años se renuevan todas las células de nuestro cuerpo disfrutando así de ¡¡un cuerpo totalmente nuevo!!

Cuando una persona cambia su estilo de alimentación a la macrobiótica las consecuencias se dejan notar de manera bastante rápida. Muchas personas experimentan una mejoría notable en sólo 10 días, y en el caso de enfermedades serias, muchas de ellas dan un giro total en 4-8 meses (que es el equivalente de 1-2 renovaciones de la sangre). En todos los casos, absolutamente todos, la persona experimenta una mejoría en su calidad de vida: aumenta la vitalidad, se equilibran las emociones, aumenta la visión positiva de las cosas, se equilibra el peso y mejora el aspecto físico.

Y en el plano más sutil, las personas se vuelven más confiadas, más tranquilas y relajadas, más seguras de sí mismas, ven que aumenta su autocontrol y su fuerza de voluntad y se afinan los sentidos física y metafóricamente hablando, esto es, vemos con más claridad las cosas importantes de la vida y empezamos a desarrollar nuestro potencial para vivir el presente y ser más felices. ¿No merece la pena intentarlo con un premio tan estupendo? y es que es mucho lo que podemos obtener “sólo” cambiando algunos de nuestros hábitos.

B.T: ¿Cuáles son los “inconvenientes” de la dieta macrobiótica? A veces parece que seguir la D.M. no es muy compatible con la vida que llevamos. Da la impresión de que hay que dedicarle demasiado tiempo a la cocina y sus menesteres…

Nuestra sociedad moderna dónde la productividad y el beneficio económico dirigen la vida, ha ocasionado que la cocina moderna sea rápida, barata (también en calidad) y ¡vuelta y vuelta listo en 1min! Cada vez hay más productos en el mercado más industrializados, más precocinados, más congelados que buscan que el consumidor “pierda” menos tiempo en la cocina y ocasione mayores beneficios. Para esto es fundamental la información confusa sobre alimentación y la idea cada vez más arraigada entre las personas de que cocinar es algo que no tiene valor porque la salud no está relacionada con la comida.

En contraposición la macrobiótica realza el valor y el efecto en nuestra salud de los alimentos naturales, cultivados de forma ecológica (sin transgénicos, sin productos químicos y respetando su ciclo natural), así como los estilos de cocción tradicionales (a fuego lento, con platos caseros, con mimo en los cortes y con “amor”). La cocina macrobiótica requiere más dedicación: desde la elección de los ingredientes que a veces no se encuentran en todas las tiendas hasta la elaboración de los platos. Esto supone ir un poco “contra corriente” en los hábitos que tiene la mayoría de la población. Pero afortunadamente hay cada vez más personas que despiertan y eligen una alimentación responsable, a pesar de ese esfuerzo. En cuanto al tiempo de elaboración de los platos no estamos hablando de un esfuerzo que no sea igualmente comparable al de la cocina casera, también elaborar un buen puchero, una buena tortilla de patatas o cualquier otro plato tradicional lleva su tiempo.

Por otro lado la macrobiótica te da las herramientas para entender el efecto de las comidas en nuestro cuerpo y nuestras emociones. Este conocimiento te hace una persona más libre para tomar decisiones con todas sus consecuencias. Las personas que entienden bien y practican la filosofía macrobiótica son personas capaces de adaptarse a cualquier situación y “alimentarse” bien, a través de la comida y por supuesto ¡de los amigos y de la vida! Una persona que deja de relacionarse con otras porque no practican la macrobiótica no ha entendido nada de esto.

B.T: Alimentos prohibidos para la dieta macrobiótica…

En la dieta macrobiótica no hay alimentos prohibidos porque se entiende que ningún alimento es bueno o malo en sí. Tampoco es una dieta vegana o vegetariana, estas son algunas de las opciones disponibles dentro de toda la variedad, esto quiere decir que uno puede optar por practicar una macrobiótica carnívora o quizás una vegetariana, según el gusto.

Lo que es importante y marca la diferencia con respecto a otras dietas es que establece las pautas y la frecuencia de consumo para que los alimentos nos produzcan salud y bienestar. Para que nos entendamos, todo el mundo entiende que la fruta es muy saludable, pero si sólo nos alimentáramos de fruta padeceríamos graves carencias nutricionales y al final enfermaríamos. En este sentido nos enseña qué alimentos son de consumo regular o diario y cuales debemos consumir en ocasiones. Y no sólo atendiendo a las características nutritivas de los alimentos, sino también al efecto energético que producen en nosotros y a la condición de la persona que los consume. Así por ejemplo la alimentación de un niño y de un adulto son distintas, o la de una embarazada, la de un oficinista o de un deportista. Todos admiten ajustes que consideran su situación.

B.T: ¿Hay formas de cocinar que no recomiendes a tus usuarios? ¿Qué opinión te merecen los microondas y la vitrocerámica en nuestras cocinas?

Vamos a considerar las diferentes técnicas de cocinar los alimentos desde la más saludable a la menos. Lo ideal sería cocinar nuestros alimentos a fuego de leña, pues la energía del fuego que se transmite al alimento y así a nuestro cuerpo es la más limpia, la más potente y la más sabrosa.

Pero claro, la vida moderna no nos permite tener cocinas a leña en casa, así que podemos optar por la siguiente opción mejor que es cocinar a fuego de gas. Los alimentos cocinados de esta manera aportan más vitalidad y dinamismo, más sabor y energía. Esto lo saben todos los grandes cocineros de los grandes restaurantes del mundo, en todas sus cocinas se usa fuego, o bien de leña o de gas, ninguno cocina con vitro.

Después tenemos opciones menos aconsejables, todas han colonizado las cocinas de las familias modernas desde hace menos de 30 años y todas son con diferencia peores que las dos primeras opciones. La vitrocerámica, que cocina los alimentos con calor eléctrico, y la inducción que utiliza un campo magnético alternante para calentar el alimento, aportan una energía muy desordenada y caótica, menos dinámica que la energía viva del fuego.

Pero la peor de todas es sin duda la cocina al microondas, pues el calor generado en el alimento no es transmitido desde el interior al exterior sino justo al revés, las microondas consiguen que las partículas del alimento se friccionen causando así un calor que se transmite desde dentro hacia afuera. A parte de que se ha demostrado que este estilo de cocción puede desnaturalizar algunas proteínas y nutrientes es que proporciona un calor que no es duradero, un calor que realmente no consigue calentarnos por dentro, que se pierde con facilidad. Por no entrar a considerar el efecto perjudicial en nuestra salud que el contacto con microondas pueden provocar.

Por otro lado también está muy de moda la comida congelada. Es importante entender que tenemos un cuerpo físico y un cuerpo energético que están unidos y que tenemos que alimentar. La ciencia ha descubierto que nuestro cuerpo físico necesita de ciertos nutrientes para que pueda funcionar bien, pero también nuestro cuerpo energético necesita de alimento. Y su alimento es el campo energético vibracional de todos los alimentos que ingerimos. Este es el motivo de que aún no se haya descubierto ninguna píldora que pueda sustituir una comida de verdad. Si comiéramos a base de píldoras nos moriríamos.

Y esta es la explicación de que la comida fresca nos sienta mejor, también la que ha sido cocinada y preparada con amor, pues toda esa energía la recoge el alimento y luego podemos sentirla. Cuando congelamos los alimentos los sometemos a un frío extremo, las paredes de las células estallan al aumentar su volumen de líquido y algunas proteínas se desnaturalizan. Ya no pueden ser más alimentos vivos, aunque luego los calentemos al comerlos. Es fácil hacer la prueba, come durante un mes sólo de alimentos congelados y verás tu vitalidad caer en picado…

Necesitamos agua, tierra, fuego y aire para estar conectados con la naturaleza, con nuestra esencia. El fuego nos aporta calor, dinamismo, alegría, pasión… ¿qué mejor que poner el fuego en cada bocado?

Casos prácticos

B.T: Nos vamos de senderismo y preparo mi mochila. Imaginemos que durante el paseo nos quedamos incomunicados durante tres días. ¿Qué alimentos deberíamos llevar en nuestras mochilas para mantenernos bien nutridos este tiempo? ¿Por qué?

Bueno, en realidad si me ajusto a tu pregunta te diré que podemos comer por tres días cualquier cosa o ni siquiera comer nada para mantener la salud. Nuestro cuerpo tiene normalmente las reservas de todo para hacer frente a una situación de carencia por unos pocos días. Pero si quiero llevar una buena mochila de senderismo pondría unos sushis de arroz integral con verduras que me aporten una buena fuente de energía con hidratos de carbono de absorción lenta, y también de vitaminas.

Un platillo de algún alimento rico en proteínas que me hiciera aguantar bien el desgaste de la marcha, como un poco de tofu frito, o unas legumbres en ensalada. Fruta para el aporte de la frescura y las vitaminas, barritas de frutos secos para el buen aporte de grasas y de reserva energética en caso de cansancio o de frío. Y yo no me complicaría mucho más.

B.T: Estamos en Otoño. Nuestro cuerpo debe adaptarse a él tras el verano. ¿Qué alimentos e infusiones se recomiendan en este periodo para ayudarnos a hacer el cambio de estación sin desequilibrios energéticos y físicos?

En el verano la energía del ambiente es muy vibrante y caótica, hace mucho sol y calor, que nos secan y nos contraen y para equilibrar nos apetece expandirnos, refrescarnos y activarnos, así nuestra vida es más social, salimos y entramos con horarios más desordenados y hacemos más cosas divertidas. Tomamos muchas ensaladas, zumos, helados, frutas, comidas ligeramente cocinadas, como a la plancha, menor cantidad de comida y de productos animales. Así nos ayudamos a estar activos y frescos.

En medicina oriental se considera que hay cinco estaciones, la que se añade es el Verano Tardío, que es la estación de transición entre el verano más ardiente y el frío otoño. En el verano tardío el tiempo empieza a cambiar, los días se hacen más cortos, ya no hace tanto calor, y toda la naturaleza habla de recogimiento. En el campo ya no se ven tantos bichitos en acción, los árboles empiezan a perder las hojas, algunos animales comienzan a recolectar el alimento para la hibernación… Y a nosotros nos va apeteciendo lo mismo ¿no? Vamos saliendo un poco menos, vamos haciendo los planes para “la vuelta al trabajo”, los propósitos de gimnasio, de vida más ordenada… Así que tendremos que ayudarnos con nuestra comida para conseguir el propósito de ir calentándonos ligeramente, relajándonos y cerrándonos para estar bien preparados para la llegada de los fríos grandes y la humedad del otoño.Si hacemos una adecuada transición al verano tardío después vamos a poder empezar el otoño con mejor pie, evitando los resfriados y las gripes propios de la estación.

En macrobiótica estudiamos que en cada estación hay una pareja de órganos del cuerpo que se trabajan más activamente. En el verano tardío estos órganos son el bazo y el páncreas, que necesitan de la Energía Tierra y del sabor dulce para activarse y funcionar en equilibrio. Así que aquí la pauta será:

ir reduciendo la cantidad de fruta, que nos enfría, los zumos y los helados, ir reduciendo la cantidad de ensaladas y de aceites crudos, e ir aumentando poco a poco las sopitas, los guisos con más calor, la cantidad de algas para remineralizarnos, dando prioridad a las verduras dulces de la estación que tienen una poderosa energía tierra, como la calabaza, la zanahoria, los boniatos… los cereales que aportan dulzor como el mijo, y las frutas de la estación que podemos empezar a tomar en ricas y dulces compotas.

Fuente: Buenasterapias.es

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