Cómo afecta el pensamiento negativo en la salud
El pensamiento negativo nos puede enfermar porque afecta de forma directa a la raíz de nuestro equilibrio emocional: la autoestima. Cuando somos negativos, tenemos una relación negativa con nosotros mismos. No nos gustamos. Además, también tendemos a descuidar nuestros hábitos de alimentación, comiendo cualquier cosa en lugar de priorizar los menús nutritivos.
El pensamiento negativo es agotador porque nos hace vivir en tensión la mayor parte del tiempo. Por ejemplo, nos predisponemos en negativo en las relaciones personales, entonces, tenemos una actitud defensiva ante los demás. En este caso, esperamos lo peor de los otros. Y está claro que esto nos hace enfermar por la influencia que tienen las relaciones sociales en nuestra propia salud emocional. Somos vulnerables de sentirnos muy solos.
El pensamiento negativo es veneno para el cuerpo. Pero lo peor es que este veneno no es externo sino que nos lo imponemos. Es una descarga de ira y resentimiento que daña cada uno de nuestros órganos. El pensamiento es importante incluso en la superación de una enfermedad. Esta es una de las razones por las que los médicos insisten en que la actitud del paciente es tan importante como el propio tratamiento. Pero el pensamiento es igualmente importante en la salud. Y la realidad es que aunque médicamente estemos muy sanos, si estamos estancados en el pensamiento negativo, nos sentiremos enfermos anímicamente.
Qué hacer contra el pensamiento negativo
Algunos pequeños rituales pueden ayudarte a superar estos pensamientos. Por ejemplo, descarga sobre un papel todas esas ideas que te duelen. Y después, quema el folio, siente cómo esa energía negativa se canaliza y se tranforma en algo distinto: cenizas.
El deporte es uno de los mejores estímulos para hacer gimnasia mental. Detrás del ejercicio físico hay mucho más que actividad corporal. Hay una intención en el ánimo.
La rutina, a la que con tanta frecuencia atribuimos un carácter negativo, es en realidad una plataforma de seguridad a partir de la que puedes improvisar tu propio bienestar. Crea una rutina a tu medida, diseña tu plan de vida, seguro que hay decisiones que puedes tomar.
Comienza por lo más básico. Por ejemplo, de un modo mecánico, a modo de ensayo y error, cambia cada idea negativa por otra positiva. Sé perseverante porque seguro que logras buenos frutos. A través de esta toma de conciencia podemos educar nuestra forma de pensar con una mayor apertura mental.