Si estas leyendo esto te doy la enhorabuena porque ya has dado el primer paso reconociendo que hay veces que te dejas llevar por tus pensamientos negativos.
Sentir emociones negativas como el estrés o la ansiedad cuando nos enfrentamos a situaciones que nos generan tensión y malestar es normal y de hecho, es necesario para nuestro correcto funcionamiento, es un comportamiento adaptativo del ser humano para asegurar nuestra supervivencia y avisarnos de ciertos peligros que percibimos como tal.
El conflicto sucede cuando estas emociones son demasiado intensas. Cada uno de nosotros tenemos un filtro con el cual procesamos todas las cosas que nos pasan y hacemos una interpretación a raíz de nuestras experiencias pasadas. Cuando esta interpretación esta fuera de lugar y es incorrecta, estamos haciendo un mal uso de nuestro pensamiento y como consecuencia nos hace perder el control, nos bloqueamos y hace que nos quedemos en blanco.
Lo principal es saber identificarlos, saber que estos pensamientos son irracionales, no son más que fruto de nuestra mente y no representan a la realidad sino lo que nuestra mente ha hecho con lo que realmente esta pasando a nuestro alrededor.
Una vez sabemos que estos no son reales, hay una serie de pasos que nos pueden ayudar a mantenerlos a ralla.
1. Observa tu cuerpo. Cuando nos sentimos mal lo manifestamos con nuestro cuerpo ya sea a través de nuestro lenguaje corporal, espalda curvado, hombros bajos y fruncimos el ceño. Nos sentimos agitados, transpiramos y nuestro corazón se acelera. Muchos estudios científicos sobre las emociones han comprobado que hay una relación bidireccional entre nuestra expresión facial y nuestras emociones, es decir si tu pones una cara relativa a la tristeza puedes tener una experiencia subjetiva de tristeza, y si te sientes triste tendrás una cara relativa a la tristeza. También se ha demostrado que las emociones negativas nos hacen más vulnerables a enfermar y debilitan nuestro sistema inmunitario. Así que si estas en un examen lo primero que debes hacer es observar tu lenguaje corporal y ver cómo estas sentado, ahora adopta una postura que te sientas cómodo y relajado y sonríe!
2. Exteriorizarlo. Los pensamientos negativos aparecen en muchas ocasiones porque hay alguna cosa que no va bien y necesitas hablarlo con alguien. No es aconsejable quedarse las cosas para uno. El hecho de hablarlo te ayudará a ordenar tus ideas y a darles forma para poder enfrentarte a ello de forma eficaz.
3. Dí STOP a tu mente por un momento. Cuando tu cabeza te invade con pensamientos como: no puedes hacerlo, te va a salir mal, deberías haberte esforzado más, seguro que todas las personas que hay aquí están más preparadas que yo... Dí STOP! Simplemente para. No permitas que tu mente siga diciéndote esas cosas. Respira profundamente y concéntrate en tu respiración. Verás que después de un minuto te sentirás mejor y verás las cosas con más claridad.
4. Cambia las gafas con las que miras éste desafío. Después del parón es hora de decirte, a ver que es lo que me estoy diciendo a mí mismo que me genera este malestar. No es lo mismo decirte:
- Vaya examen más difícil que me ha tocado, porque a mí? En lugar de...
- Este examen no va a ser fácil pero supone un reto para mi y cuando lo haya superado estaré muy orgulloso. Tengo la gran suerte de estar estudiando aquello que me apasiona y soy un afortunado.
5. Piensa en aquello por lo que estás agradecido. Piensa en todas las cosas buenas que te rodena, desde las personas hasta la ducha que te has podido dar esta mañana, también las cosas que damos por supuestas: estas vivo, estas sano. Siguiendo el hilo del examen hay que tener en cuenta que si estás en el examen es porque antes has superado la evaluación continua y ya tienes medio camino recorrido. Cada uno sabemos por lo que estamos agradecidos o aquellas cosas que nos hacen sentir bien. Yo por ejemplo cuando estoy en los exámenes de la universidad pienso en mi abuela y que estaría muy orgullosa de verme en la universidad.
Para terminar y a modo de reflexión os presento esta metáfora para ver hasta donde nos pueden llevar los pensamientos negativos si nos dejamos dominar por ellos.
La metáfora del autobús y los pasajeros
Imagínate que eres el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Estos pasajeros son tus pensamientos, tus sentimientos, tus recuerdos y todas las cosas que consideras importante en tu vida. Este autobús presenta una diferencia y es que tiene una única puerta de entrada pero no de salida. Algunos de ellos no te dan buena espina y tienen un aspecto peligroso. Mientras tu vas conduciendo el autobús estos pasajeros empiezan a amenazarte y a decirte lo que debes hacer, en que dirección, gira a la derecha, ves más rápido, etc. Llegan a insultarle y a decirles cosas como: eres un mal conductor, un fracaso, no sirves para esto... Te sientes tan mal que haces todo lo que te piden para que se callen y se vayan al fondo del autobús y te dejen un rato tranquilo. Llega un día en que se cansa de tanta hostilidad y quiere echarlos del autobús, pero no puede y acaba discutiendo y enfrentándose con ellos. Sin darte cuenta, te has parado, has dejado de conducir y ahora no vas a ninguna parte. Cómo los pasajeros son muy fuertes, resisten y finalmente no puede hacerles bajar del autobús. Así que te resignas y empiezas a conducir por donde ellos te dicen.
De esta manera, no te molestan ni te hacen sentir mal para no tener que discutir ni verles. Además de hacer lo que te dicen cada vez lo haces antes pensando que así los sacarás antes de tu vida. Ahora ya no tienen siquiera que decirte "gira a la izquierda" sino que girarás ya antes que te lo digan para evitar que se echen encima de ti y te amenacen. Muy pronto creerás que ellos no están en el autobús y que eres tu el que conduce en la única dirección posible.
Es cierto que cuando aparecen estos pasajeros (pensamientos y sentimientos negativos) te parece que pueden hacerte mucho daño, por eso aceptas el mal trato y haces lo que te dicen para que te dejen tranquilo y se larguen al final del autobús donde no puedas verles. La verdad aquí es que intentando mantener el control de los pasajeros has perdido la dirección del autobús. Ellos no tienen en control sobre el volante, el acelerador, el freno ni deciden donde parar. ¡El único conductor eres TÚ!