Abducción: separación del tronco elevándolo en el plano frontal, pudiendo llegar a obtener una amplitud de 180º
Aducción: movimiento contrario al anterior, siempre que partamos de una posición de abducción.
Flexión: partiendo de la posición de reposo, desplazamos el brazo hacia delante consiguiendo una amplitud de 180º
Extensión: movimiento del brazo hacia atrás. Su amplitud máxima es de 50 grados.
Rotaciones interna y externa: En la rotación interna, la cabeza humeral se desliza hacia atrás. En la rotación externa, este movimiento se realiza en sentido contrario.
Circunducción: es el movimiento circular.
Dado que es la articulación con mayor amplitud, como hemos dicho antes, es también la que mayor número de lesiones puede llegar a tener, teniendo en cuenta la cantidad de elementos implicados en su movimiento, aunque paradójicamente, no es la articulación más lesionada habitualmente. En este artículo, nos centraremos en dos de las principales y más comunes como son la tendinitis o rotura del supraespinoso y rotura de labrum, ya que es muy habitual encontrar juntas estas lesiones, cuando hablamos del hombro.
La rehabilitación del hombro es un proceso largo y tedioso que requiere de mucha paciencia y constancia.
Desgarro o rotura del tendón del supraespinoso
El manguito de los rotadores es un conjunto de músculos y tendones entre los que se encuentra el músculo supraespinoso y que ayudan a estabilizar, sujetar y mover la articulación del hombro, siendo normalmente éste, (el supraespinoso), el que más frecuentemente se lesiona.
La rotura o desgarro del supraespinoso, que puede ser parcial o total, se produce principalmente en aquellas personas que practican deportes de lanzamiento como puede ser el balonmano, waterpolo, baloncesto, rugby o tenis entre otros, ya que un movimiento violento en el lanzamiento, puede ser la causa de una distensión del supraespinoso.
La lesión del manguito rotador puede producirse por dos causas principalmente:
Un traumatismo o caída brusca sobre el brazo generando una tensión o estiramiento del tendón que soporta el supraespinoso, y que puede producir un aplastamiento del mismo.
Una degeneración del mismo debida a un estrés mecánico repetitivo, que produce una inflamación crónica y que termina rompiéndose por el limitado espacio existente (menos de 1 cm), entre el acromion (hueso que hay en la parte superior y externa del hombro), y la cabeza del húmero.
Este escaso espacio disponible para el músculo, hace que con los movimientos cotidianos se origine una continua fricción, provocando el desgarro o rotura del supraespinoso.
Rotura del labrum
La articulación del hombro está formada por cuatro huesos: Húmero, clavícula, omóplato y esternón. A diferencia de la rodilla, en la que la rótula queda insertada dentro de la cavidad cóncava de la base del fémur, protegida por el cartílago posterior y sustentado por los meniscos, en el hombro, esta cavidad glenoidea es semi-plana, con lo que el cartílago queda sujeto por medio de un rodete llamado labrum, para hacer de amortiguación del húmero en toda la amplitud de movimientos y uniendo el húmero con la cavidad glenoidea por medio del tendón supraespinoso.
Cuando este rodete (labrum) se rompe parcial o totalmente, se produce la llamada lesión de SLAP.
Causas de rotura del Labrum, (lesión de SLAP)
Al igual que con el músculo supraespinoso existen dos posibilidades y muy similares para la rotura del labrum que, en ocasiones más graves, puede ir acompañada de rotura del músculo supraespinoso también:
Desgarro traumático a causa de un sobre esfuerzo como puede ser una luxación de hombro, levantar objetos pesados o actividades deportivas en las que se levantan los brazos de manera repetitiva por encima del hombro.
Desgarro no traumático, ocasionado por una debilidad muscular o inestabilidad articular del hombro.
Cuando los músculos que interfieren en la articulación están afectados, como el caso del supraespinoso, se ejerce más presión y estrés en el labrum generando un desgarro del mismo.
Síntomas de rotura de labrum y supraespinoso
Los principales síntomas que aparecen y que nos pueden hacer sospechar que tenemos una rotura o desgarro del músculo supraespinoso o del rodete glenoideo del labrum son:
Dolor en la parte antero- superior externa del hombro.
Dolor en la porción larga del bíceps
Debilidad y limitación para mover el brazo hacia arriba y hacia atrás principalmente.
Dolor al dormir sobre el lado afectado.
Imposibilidad de levantar el brazo para peinarte, o secarte el pelo.
Para prevenir una lesión de labrum o de supraespinoso, es recomendable mantener una buena postura corporal, así como mantener la articulación activa, ya que una inactividad de hombro nos predispone a sufrir este tipo de lesiones ya que se sobrecargan los músculos cervicales, y la porción larga del bíceps.
Para diagnosticar una rotura del labrum o del músculo supraespinoso, se realizará una ecografía, una resonancia magnética, y unas placas de rayos para descartar una posible rotura ósea, aunque sí que es cierto que la magnitud de un desgarro de labrum, es difícil de diagnosticar con certeza hasta que no se hace una cirugía artroscópica.
Tratamiento para la lesión de SLAP (labrum), y músculo supraespinoso
Como en cualquier lesión articular, los inicios del tratamiento irán encaminados a reducir la inflamación y el dolor, devolver a la articulación el mayor rango de movimiento, y recuperar poco a poco la fuerza del brazo. Para ello, una terapia de frío de 10 minutos sobre la zona afectada, nos ayudará a calmar y reducir el dolor y la inflamación, un fisio relajará la zona cervical, trapecio y porción larga del bíceps proporcionándole mayor rango de movimiento a la articulación y su médico valorará la posibilidad de recetarle medicamentos antiinflamatorios, y analgésicos.
Así como en una rotura o desgarro de supraespinoso, no siempre es necesaria una cirugía, pudiendo hacer vida medianamente normal en una rotura de labrum, los dos extremos no se vuelven a unir nunca, salvo que se realice una cirugía de hombro para colocar unos anclajes absorbibles que los mantenga unidos.
Además, en el inicio de la lesión, puede servirnos de ayuda, el uso de una ortesis activa de hombro como la Omotrain, que puedes ver aquí.
Esta hombrera hace una compresión gradual en toda la cápsula ligamentosa, prolongándose por el brazo para proteger como decíamos antes la porción larga del bíceps, descargar la musculatura y reducir la inflamación. Las cinchas elásticas que se abrochan alrededor del tórax, ejercen tracción sobre los hombros como recordatorio de una buena postura corporal.
Otra opción para calmar el dolor, es descomprimir la presión que ejercemos sobre el cuello, con el uso de una buena almohada cervical facilitando la correcta posición para un buen descanso (bien sea boca arriba o sobre el lado no afectado) y proporcionando una agradable sensación de ingravidez.
Rehabilitación tras una cirugía de hombro
Aunque antiguamente era necesario abrir el hombro entero para acceder a los músculos y tendones afectados, actualmente la artroscopia de hombro es la técnica utilizada en la mayoría de los casos, resultando menos invasiva y con un periodo de rehabilitación considerablemente inferior, que en cualquier caso rondará entre los tres y seis meses de rehabilitación.
Para prevenir una lesión de labrum o de supraespinoso, es recomendable mantener una buena postura corporal, así como mantener la articulación activa
Una vez practicada la cirugía, lo normal es que el médico inmovilice el hombro con el uso de un cabestrillo durante aproximadamente un mes, ya que el periodo de cicatrización biológico se establece en torno a las tres o cuatro semanas. Transcurrido este periodo, el médico nos quitará el cabestrillo permitiéndonos hacer pequeños movimientos de péndulo y manteniendo el hombro en su posición inicial, aproximadamente dos semanas más, que es cuando comenzaremos con una rehabilitación más activa y constante ayudados de un buen fisioterapeuta para conseguir recuperar el mayor rango de movimiento posible.
La rehabilitación del hombro es un proceso largo y tedioso que requiere de mucha paciencia y constancia. No hay que fijarse objetivos a corto plazo, pero hay que tener presente que cuanto antes empecemos a movilizarlo, antes conseguiremos alcanzar la recuperación, ya que hay estudios que demuestran que una movilización temprana de la articulación, llevada a cabo por un buen profesional, mejora la cicatrización y estimula a los mecanorreceptores articulares.
Estos son algunos de los ejercicios que podemos realizar en casa en el momento y frecuencia que consideremos más adecuada y que nos ayudarán a recuperar de manera progresiva la movilidad y fuerza de la articulación:
Péndulo circular. Realice un movimiento circular en el aire con el brazo afectado siguiendo el movimiento de las manecillas del reloj durante diez veces, y cambie a la dirección contraria otras diez.
Caminar por la pared. Acérquese a la pared y vaya subiendo los dedos por ella, hasta alcanzar la altura máxima que le sea posible. Mantenga esa postura 10 segundos y repítala diez veces.
Flexión de hombro. Eleve el brazo hasta apuntar con los dedos el techo. Mantener la postura 10 segundos y repetir el ejercicio diez veces.
Abducción del hombro. Levante el brazo lateralmente manteniendo la palma de la mano hacia abajo, sin encoger los hombros ni inclinar el tronco y repítalo diez veces.
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Ana María Lambán Azcona
Técnico Ortopédico