Lenguaje claro es lenguaje comprensible. Al utilizar un lenguaje claro se puede comprender sin dudar lo que se lee o lo que se dice.
Esto implica utilizar:
Bien, expresiones inteligibles o sencillas.
O bien, expresiones técnicas acompañadas de expresiones “traducidas” a unas versiones sencillas.
Lenguaje claro no es lenguaje vulgar, simplista o infantil.
El lenguaje claro tiene grandes similitudes con la denominada Lectura Fácil, la cual, aboga por la accesibilidad de la información escrita y la comprensión de los mensajes escritos.
La Lectura Fácil está dirigida al conjunto de la ciudadanía, pero tiene especial incidencia en colectivos en situación o riesgo de exclusión social (personas mayores, personas con discapacidad intelectual, personas con baja cualificación o poco conocimiento del idioma, etc.).
Se puede considerar, como un método para crear entornos comprensibles para todos, eliminando las barreras para la comprensión, fomentando el aprendizaje y la participación.
En el proceso de elaboración de la lectura fácil intervienen varios profesionales encargados de la adaptación, la ilustración, la validación, etc.
Razones para utilizar un lenguaje claro
El lenguaje claro proporciona:
Efectividad e impacto del mensaje. Si se utiliza un lenguaje claro, el mensaje llegará a su destinatario y éste lo comprenderá. Por ello, el impacto del mensaje será mayor si utiliza un lenguaje comprensible porque resultará accesible y es preferido por su lector o escuchante.
Seguridad frente a ambigüedad. Hay seguridad en la comprensión cuando no hay varias posibles interpretaciones, en especial, malas interpretaciones que induzcan a error.
Localización de la información. En un enunciado claro debe poder identificarse con claridad el mensaje, y dentro de él, la idea principal de la secundaria.
Reducción de tiempo y costes evitando conflictos. Si el mensaje es claro, no necesita dedicar otros recursos a volver a explicar lo que no se entiende. Se evitan conflictos que pueden acabar en los tribunales para buscar responsabilidades por la falta de claridad,en contratos, normas, etc.
Reducción de la discrecionalidad, impulso de la transparencia y refuerzo de la democracia.
Generación de confianza. Lo que no entendemos nos produce desconfianza. Lo que entendemos, genera esa confianza. Así, el cumplimiento de las obligaciones ciudadanas será consecuencia directa de la generación de confianza en las instituciones, lo que pasa por la exposición clara de normas justas.
Recomendaciones para expresarnos en lenguaje claro
En lenguaje escrito, conviene:
Pensar lo que quiere decir y planear cómo hacerlo.
Adecuar el lenguaje al destinatario del mensaje, utilizando para ello palabras comunes.
Por ejemplo: La palabra petitum en Derecho es un tecnicismo innecesario, en su lugar utilizaríamos la palabra petición, que no genera duda alguna.
Recordar el orden que no falla: sujeto, verbo y predicado.
Redactar oraciones y párrafos de extensión breve. Máximos propuestos: entre 2 y 3 líneas en una oración. Entre 12-15 líneas en un párrafo.
Evitar la profusión de oraciones subordinadas.
Recordar que la concisión y la precisión son claves de la claridad.
Limitar el uso de abreviaturas a contextos muy determinados como por ejemplo: listas, fórmulas de tratamiento, referencias escuetas, etc.
Cuidar los signos de puntuación, los cuales son esenciales para comprender.
Utilizar la voz activa, y en general, las formas verbales apropiadas para cada tipo de escrito.
Recordar que una imagen (casi siempre) vale más que 1000 palabras. Por ello, puede utilizar gráficos, dibujos o fotografías para ilustrar su mensaje.
Evitar los arcaísmos típicos pero desfasados: «si se le hubiere entregado» en vez de «si se le ha entregado».
Evitar las palabras nuevas, neologismos, aún no aceptadas por la Real Academia de la Lengua.
Y siempre al final, revisar y comprobar el resultado, realizando un test de claridad al texto, con el fin de evidenciar que se ha tenido en cuenta las sugerencias previas a esta.
En lenguaje oral, conviene:
Plan inicial:
1) Pensar en el objetivo de su exposición.
2) Preparar la exposición cuidadosamente.
3) Exponer ordenadamente y sin perder de vista la finalidad.
Con relación al contenido o fondo:
A) Explicar términos técnicos o poco comprensibles: según el receptor del mensaje y de la dificultad de su contenido, explique los términos que puedan resultar difíciles de entender.
B) Tener en cuenta que la memoria a corto plazo retiene brevemente. Si expone varias ideas, es útil emplear una introducción en la que exponga, esquemáticamente, la idea general y las ideas en que se subdivida su tema.
C) Recapitular al final en forma breve, haciendo un resumen de lo dicho a lo largo de ella.
Con relación a la forma de decirlo:
A) Tono, velocidad y vocalización.
– Utilizar un tono medio, ni muy alto ni muy bajo y que sea desigual para evitar la monotonía, es decir, ponga énfasis unas veces, y suavice en otras.
– Velocidad en el habla. En general, intermedia. Puede alternar, en ocasiones, una más rápida y otra más lenta para dar énfasis al mensaje.
– Mostrar seguridad: quien le escucha necesita poder confiar en usted.
– Vocalizar.
B) Ensayar: intente conocer previamente el lugar de su exposición oral y practique para estar más seguro y evitar el miedo escénico.
C) La gesticulación y los movimientos son importantes. También la cortesía o la buena educación, la puntualidad y la indumentaria.
D) Practicar.
El camino hacia la claridad. Por dónde empezar
Para conseguir dar el primer paso y no decaer, incluimos una serie de ideas prácticas que servirán de guía en el momento en que una persona, a título individual o en representación de una entidad o institución, se plantea la necesidad de incorporar el lenguaje claro en su actividad cotidiana.
Reconozca la necesidad de hacer comprensibles el conjunto de mensajes, documentos e informaciones, que usted dirige a un determinado conjunto de personas o grupo de interés (receptores de su información).
Adopte un plan de redacción, seguimiento y mejora continua. El plan debe darle información del nivel de comprensión de los documentos y mensajes. Entre otros, deberá contener:
– Documentación e instrucciones en diferentes modalidades (hablado, escrito, con apoyo de imágenes, etc.).
– Documentación y Web en lenguaje claro o lectura fácil.
– Colaboración y apoyo de instituciones especializadas.
Comunique a sus grupos de interés dicha necesidad y ponga en práctica actuaciones concretas de mejora de la comprensión.
En el caso de instituciones, realice un inventario de documentos, comunicaciones y páginas Web, propios de su organización y que sean utilizados o destinados a la ciudadanía, personal, resto de profesionales, etc.
También en caso de instituciones, imparta formación sobre lenguaje claro y lectura fácil a los grupos de interés de su organización.
Cuente con la opinión de expertos.
Fuente:
Lenguaje claro. Comprender y hacernos entender. Guía breve. Autoría: Cristina Carretero González- Profesora de Derecho en la Universidad Pontificia Comillas. Madrid y Representante de Clarity en España. Jorge M. Pérez- Presidente Instituto Lectura Fácil. Luis Lanne-Lenne- Director Técnico Instituto Lectura Fácil. Gema de los Reyes.- Colaboradora Instituto Lectura Fácil.
El Instituto Lectura Fácil es una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es la promoción de la accesibilidad cognitiva, la lectura fácil y el lenguaje claro en nuestro país.
Está conformado por un conjunto de entidades que reivindican el derecho de todas las personas a comprender la información que nos rodea. Para conseguirlo, proponen mejoras legislativas, investigan y trabajan en la creación de normas y estándares en estas materias.
También disponen de una cooperativa de segundo grado que se encarga de todo el proceso de producción de materiales, entornos y tecnologías accesibles, desde el punto de vista cognitivo.