Cuando se trabaja a un nivel profundo, se van produciendo cambios y algunos afectan a nuestra identidad, pero no a lo que somos, sino a aquello con lo que nos hemos identificado que somos. Entonces, se producen las resistencias. Estas son un mecanismo de defensa que tiene nuestra mente para evitar que se venga abajo lo que creemos que somos, para mantenerse, para sobrevivir.
Algo que he podido observar (y vivir!) es que, cuando se tambalean los cimientos sobre los que hemos construido nuestro personaje, se activa un sistema inconsciente de supervivencia, que trata de evitar la “muerte”. El inconsciente interpreta ese derrumbe de cimientos como una muerte, y trata de evitarlo. Entiende que esa parte nuestra que funcionaba hasta ahora y que era lo que somos, desaparece, se va, se acaba, y eso es una forma de morir.
No hay que entender este proceso como algo negativo, como una estratagema de nuestra mente, del ego, que quiere esclavizarnos y mantenernos en su trampa. Es mucho más sencillo y más primitivo: es un mecanismo de supervivencia. Un cambio tan profundo, en el que uno suelta lo que cree que es y a lo que se ha aferrado toda la vida, es una muerte, no es orgánica, es profunda, es interna, es mental (en cuanto que forma parte de la psique, no del cuerpo).
De repente, cuando ese cimiento cae, se abre el suelo bajo nuestros pies. Existe la duda y el miedo a lo que será, a lo que vendrá, a lo que soy realmente. Viene también ese proceso doloroso de mirar atrás y ver que todos estos años uno ha estado aferrado a algo que no era, ha vivido en una irrealidad, y eso genera un dolor profundo, difícil de aceptar en muchas ocasiones. Es en este punto, es cuando uno ve (normalmente de manera inconsciente) que se desmonta su estructura y todo “lo que se le viene encima” por ello, y entonces es cuando surgen esas resistencias, que pueden tomar muchas formas, pero que se podrían resumir en una palabra: sabotaje.
¿Qué es un sabotaje?
Es un mecanismo que tiene nuestro inconsciente de aferrarse y evitar el cambio, porque surge el miedo. Este sabotaje puede tener muchas formas a la hora de manifestarse, como por ejemplo:
Sentir que no se avanza en consulta, y uno se convence de que no sirve esa terapia, de que el terapeuta no lo está haciendo bien, que mejor si prueba esta otra terapia, o mejor no hago nada porque no se puede solucionar lo mío, etc...
Sentirse ofendido o atacado por el terapeuta. Interpretar los comentarios que recibe como un ataque, como una ofensa, y permanecer en una actitud defensiva continuamente.
Manifestación de problemas físicos, algún malestar o dolor, que se interpreta como que la terapia le está haciendo daño o es perjudicial.
Ocurrencia de situaciones, aparentemente ajenas a uno, inconscientes, que impiden llevar a cabo aquello que contribuye al cambio. Por ejemplo, quedarse dormido, perderse de camino a la consulta, darse un golpe y no poder acudir a la cita, echar gasolina al coche, cuando es diésel y quedarse tirado, etc...
¿Cómo evitar la resistencia en la terapia?
Es importante tomar conciencia del proceso que se vive de cambio, del miedo que aparece y del posible sabotaje. Una actitud de apertura, de paciencia y de ternura hacia uno mismo es necesaria, así como una comunicación fluida con el terapeuta, con el fin de aclarar las dudas y acompañar en ese proceso, valorando la conveniencia de seguir insistiendo en ese punto de resistencia, realizar cambios en el enfoque terapéutico o dejarlo en “stand by” y seguir el trabajo profundo abordando otros aspectos diferentes, hasta que el cliente esté preparado para trabajar de nuevo aquello que generó las resistencias.
Es muy importante tener paciencia y aceptar que se está frente a una gran piedra en el camino terapéutico. Tras esa piedra hay otro mundo, pero es necesario atravesar ese proceso de “muerte”. De forma consciente uno puede querer atravesar ese proceso y vivir su vida más plenamente, más acorde a su realidad y con más equilibrio, pero inconscientemente puede no ser así, y ante una incoherencia de este tipo, siempre gana el inconsciente.
Es necesario aceptar este freno en el proceso, tratarse a uno mismo con amor, ternura, paciencia y benevolencia; como si estuviéramos acompañando a un niño pequeño asustado en un proceso así, igual. Incluso hablarnos a nosotros mismos como si fuéramos ese niño asustado. Tarde o temprano, si uno desea profundamente el cambio, éste se producirá. Pero es necesario este trato amable y piadoso hacia nosotros mismos, pues es un paso importante el que estamos dando en nuestra vida.
No todos los cambios son así, las resistencias de este tipo suelen ocurrir en cambios profundos, que afectan a nuestra estructura, aquella sobre la que nos hemos construido, o en aquellos procesos en los que hay un aferramiento muy fuerte a lo establecido, o a la familia, por encima de uno mismo. Hay otros cambios que no implican estas resistencias y uno los transita con mayor facilidad, incluso sin darse cuenta del proceso.
Si en algún momento uno toma la decisión de realizar un trabajo profundo sobre sí mismo, es importante tener en cuenta esto, con el fin de tomar conciencia de lo que está ocurriendo si vive alguna de estas situaciones, prepararse para ello y adoptar la actitud más apropiada para andar su camino, con amor, paciencia y aceptación de lo que está viviendo.
Silvia Abellán