Hace un par de semanas pudimos leer una noticia que nos llegaba desde Tucumán.
Dos esquelas en La Gaceta recordaban la muerte de una persona, y el asunto repercutió porque una de ellas la ponía la familia del fallecido y la otra, al parecer, su amante.
No sabemos mucho más del asunto.
Lo que si escuchamos es que el cuestionamiento, la reprobación moral, se lo lleva Susana, la supuesta amante. "¿Cómo publicó una esquela? ¿No ve el daño que le ocasionó a la familia?"
Las amantes? cuyo destino son el oscuro silencio, el llanto en soledad, el anonimato de la doble moral. Y nos recuerda que aún nosotros, los hombres, en la obstinada cobardía por mantener nuestra forzada grandiosidad, les mentimos, le ocultamos, les cargamos las culpas y las responsabilidades.
Hasta que aparece una tal Susana que lo da vuelta todo.