La felicidad siempre se nos ha presentado como nuestro gran objetivo en la vida: si pierdo 10 kilos voy a ser más feliz, si consigo una melena larga y brillante voy a ser más feliz, si renuevo todo mi armario voy a ser más feliz, si encuentro un trabajo que me guste y en el que gane mucho dinero voy a ser más feliz…. Sin embargo, la felicidad no es algo a lo que tenemos que llegar, es algo que ya tenemos que vivir por el camino. La felicidad está en las cosas, en las personas, en los recuerdos, en los instantes.
La felicidad son esos momentos que hablamos con nuestros padres, esos recuerdos que tenemos con nuestros amigos, esos juegos compartidos con nuestros hermanos, esa flor que demostraba el afecto, ese beso que demostraba el cariño, ese abrazo que demostraba cuanto te echaban de menos, esa mirada que te decía todo lo que necesitabas escuchar.
Incluso la felicidad puede ir de la mano de un momento difícil, como por ejemplo la primera vez que dejaste estar una relación sentimental, al principio pensabas que no lo ibas a superar nunca, pero con el tiempo volviste a ser tú misma y poco a poco fuiste recuperando la felicidad. O quizás tuviste que despedirte de alguien por un tiempo y al principio fue muy duro, pero cuando lo volviste a ver, nunca te habías sentido tan feliz de verlo.
La felicidad no es una meta, no es algo que se logra, es algo que se vive. Se puede vivir la felicidad por un año, por un mes, por un día, por una hora, por un minuto, por un segundo. La felicidad son instantes, esos instantes en los que te das cuenta porque vale tanto la vida, y porque a pesar de todo, vale la pena vivirla.
VIA UPSOCL
La felicidad no es algo que se consigue, es algo que se vive
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