¿Qué es el K-Láser?
El K-Láser es un dispositivo muy útil durante el tratamiento de afecciones dermatológicas que a veces son complicadas de eliminar por los métodos tradicionales o de cirugía. Su acción es bastante efectiva y los efectos secundarios son mínimos comparados con los grandes beneficios que se pueden lograr.
Por ejemplo, la reparación rápida de los tejidos tras sufrir algunos eventos traumáticos como cortes, abolladuras y demás efectos sobre la piel, evitando la cicatrización descontrolada y reorganizando las células.
¿Para qué sirve el K-Láser?
Esta técnica que llega a la Clínica Azorín, facilita la reducción del dolor, la inflamación y la curación de tejidos, tanto en los duros como en los blandos e incluyendo los músculos, los ligamentos y los huesos. Al analizarlo más de cerca, se muestra una mejora en la microcirculación, es decir, se reciben más glóbulos rojos que fluyen en la zona y ayudan a mejorar el proceso de recuperación.
Los especialistas, para que tengas un conocimiento más global, hablan del K-Láser como una reacción fotoquímica, pues al hacer que la luz brille en un tejido, se consigue que se produzca energía en forma de ATP, teniendo una densidad muy alta de potencia.
Y es que las longitudes de estas ondas, se centran en áreas muy particulares del cuerpo en donde se necesita recuperar la normalidad de las estructuras y en los nervios en caso de daño. El K-Láser igualmente presenta una vasodilatación de los tejidos y permita la correcta acción en el lugar.
¿Qué tipos de condiciones se pueden tratar con el K-Láser?
Lo ideal es que dentro de la clínica pidas la asesoría de tu médico para que te explique todo el procedimiento, no obstante, existen ciertos factores interesantes que podrías probar y que han resultado bastante efectivos y con una tasa de recurrencia muy baja en comparación con la cirugía.
Por ejemplo los problemas de mandíbula o dolores en los tobillos, incluso condiciones en la piel, hacen parte del gran catálogo de padecimientos que hacen parte de lo que se puede conseguir. Una sesión puede tardar entre 5 y 20 minutos y se pueden programar una o más según sea el caso y de acuerdo al progreso del dolor. Aunque por supuesto hay que aclarar que el hecho de que tras la primera visita no se sienta ningún dolor, no quiere decir que se logre un estado de salud completo, sino que es solo un primer paso para eliminar el padecimiento y procurar que no exista una recaída en el mismo.