1. Estamos programados para huir del peligro
El cuerpo humano tiene mecanismos innatos que nos llevan a huir ante situaciones de peligro, angustia o miedo. Esto se debe a que el instinto animal de la supervivencia busca preservar a toda costa nuestra vida, y en situaciones de miedo o peligro se activa la idea de que hay posibilidades inminentes de morir y entonces buscamos refugiarnos.
A nivel fisiológico, se activan las glándulas suprarrenales y empiezan a segregar adrenalina, una hormona que incrementa la frecuencia cardíaca y contrae los vasos sanguíneos. Esto preparar al cuerpo para realizar un esfuerzo físico de alta intensidad. Por esta razón es que, ante situaciones extremas, las personas declaran haber sido capaces de realizar acciones sobrehumanas. Uno de los ejemplos más clásicos que se han relatado es el de una madre, que desesperada por salvar a su hijo que quedó atrapado, logró levantar un automóvil.
2. El miembro fantasma
Se han reportado numerosos casos de esta peculiar afección. Personas a las que se les amputa una extremidad y, posteriormente, siguen percibiendo que está en su lugar. Incluso, muchas personas han declarado sentir dolor en dichas extremidades amputadas. El fenómeno se conoce con el nombre de síndrome del miembro fantasma y tiene origen en el cerebro.
Los científicos indican que el área del cerebro encargada de regular la movilidad y el tacto del miembro amputado, sigue activa. Al haber ausencia de estímulos nerviosos reales, tiende a crearlos. De esta forma la persona sigue percibiendo el dolor y la presencia de dicho miembro aún cuando pueden pasar años desde que se lo amputaron.
3. Imposibilidad para reconocer los rostros
Hay personas en el mundo que no pueden reconocer los rostros de otras personas. Esto se debe a un trastorno mental llamado prosopagnosia (prosopon significa rostro en griego, y agnosia refiere a falta de conocimiento). Esta afección les imposibilita reconocer las caras de las personas que aparecen frente a sus ojos.
La prosopagnosia es verdaderamente triste, ya que no pueden reconocer los rostros familiares, ya que la imagen de esas personas no les significa nada. Para detectar a gente conocida deben recurrir a características concretas por fuera del rostro, sea el tono de voz, la manera de caminar u otros rasgos distintivos. Los casos más severos de prosopagnosia incluso hacen que la persona no pueda identificarse a sí misma frente a un espejo.
Estas son algunas de las afecciones y curiosidades de la mente. Situaciones ocasionadas en nuestra propia psiquis y que se reflejan en nuestra vida cotidiana. Desde las capacidades innatas que pueden despertar fuerza y otras reacciones sobrehumanas, hasta los dolores de un miembro fantasma o la imposibilidad de diferenciar las caras de la gente.