Entonces dejábamos pendiente para hoy la respuesta a esta pregunta:
¿Cómo se gesta el sentimiento de culpabilidad?
¿Quién nos ha "enseñado" que debemos tener mala conciencia por nuestros actos?
El sentimiento de culpabilidadse gesta ya en la infancia.
Cuando nuestros padres nos decían, o ahora, cuando como padres decimos a nuestros hijos: "pórtate bien o vas a disgustar a mamá", "estudia o nunca llegarás a nada" o "me paso el día trabajando y no tengo un momento de tranquilidad en casa", lo que consciente o inconscientemente se busca es un cambio de de actitud a costa de provocar un sentimiento de culpa. Es lo que solemos llamar chantaje emocional.
Pero también parece que la sociedad nos dice que está bien visto sufrir: si nos sentimos culpables porque hemos transgredido alguna norma, es precisamente porque conocemos esa norma y asumimos que debemos respetarla. En consecuencia, aunque hayamos cometido un error, demostramos ser personas aptas para la convivencia, seres sociales.
Y la culpa funciona: nos permite reflexionar, corregirnos, volver al redil...
Pero también es un arma de doble filo y ha de usarse con cuidado ¿Por qué?
El complejo de culpabilidad
Primero, porque por un lado puede provocar que nos volvamos demasiado exigentes con nosotros mismos, demasiado perfeccionistas, con baja autoestima.
Segundo, porque también puede convertirnos en personas vulnerables, demasiado obedientes y poco asertivas; en personas fáciles de manipular.
Si somos víctimas del chantaje emocional en la infancia, lo seremos en la edad adulta.
Así, es fácil que en la madurez seamos vulnerables ante mensajes como "si me quisieras de verdad harías lo que te pido" o "¿cómo voy a confiar en ti después de lo que me hiciste?"
Por tanto...
¿Cómo debemos actuar?
Para cuando el complejo de culpabilidad se ha instalado en nosotros podemos utilizar algunas técnicas, pero las veremos en el próximo post. Hoy, y dado que hemos estado analizando la culpa en sus orígenes ¿qué os parece si nos centramos en cómo somos como padres?
Si en nuestra infancia hemos sido víctimas del chantaje emocional, ya conocemos las consecuencias, el sufrimiento que esto nos provoca.
Procuremos no hacer lo mismo con nuestros hijos:1º.- Razonando y justificando nuestras órdenes, nuestras prohibiciones. Esforzándonos por encontrar argumentos válidos con los que convencer, no para vencer.
2º.- Evitando el recurso fácil de culparles por todo, recurso que a menudo utilizamos no con un fin educativo sino para desahogarnos, para volcar en ellos nuestra rabia, nuestra frustración.
3º.- Asumiendo también nuestra parte de culpa y buscando juntos las soluciones en lugar de lamentarse por lo que ya ha pasado.
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