Aunque la conozcamos como caqui, su nombre es baya. Caqui es el nombre del árbol que las produce. El árbol es de hoja caduca, de unos 5 o 6 metros de altura como mucho. Sus hojas toman un color anaranjado y se empiezan a caer justo antes de la recolección. Es una planta adaptada al clima mediterráneo, su floración es tardía, por lo que no tienen problemas con las heladas, y necesita veranos largos y cálidos para que el fruto madure pronto. Es sensible a los fuertes vientos, sobretodo cuando está próxima su recolección, el fruto se araña con gran facilidad y las ramas se pueden partir debido al peso.
Es una fruta frágil y muy dulce, de color amarillo anaranjado en su recolección y rojo intenso cuando madura. Su textura es blanda, de ahí que muchos nos lo comamos con cuchara. Normalmente, se suelen comprar amarillentos para que se maduren a temperatura ambiente en nuestra cocina, una vez maduros es conveniente conservarlos en la nevera para que aguanten un poco más. Esta fruta al igual que la chirimoya son muy blandas y una vez maduras hay que comérselas rápidamente. Un truco para que no se maduren todos al mismo tiempo es envolver algunos en papel para acelerar su maduración.
El caqui tiene un alto contenido de agua, por lo que es poco calórico (100 gramos tienen aproximadamente 66 kcal). Es una de las frutas con mayor aporte de vitamina A, de ahí que su consumo sea beneficioso para los huesos, piel, cabello e incluso, para el sistema inmunológico (las defensas). Por ello es aconsejable para personas fumadoras, embarazadas y personas con enfermedades inflamatorias crónicas, que tienen un mayor desgaste de dicha vitamina. Comer habitualmente caqui hace que nos mantengamos jóvenes durante más tiempo, sus antioxidantes retrasan la aparición de arrugas, manchas en la piel y patas de gallo. ¡Menos cremas y más caquis para estar guap@s!
No es recomendable ingerirlo de forma muy seguida por gente que tiene problemas de riñón e hipertensión arterial.
Generalmente, dicha fruta se consume fresca, pero se le puede sacar más partido en la cocina. Cuando está muy maduro, se puede hacer una crema para untar tostadas o canapés, para rellenar mini volovanes o tartaletas con queso fresco o requesón. La mermelada de caqui también se suele utilizar para rellenar pasteles. Otra forma de consumirlo es picarlo en trozos estando aún verde e introducirlo en licor (coñac por ejemplo) durante un tiempo (es como más me gusta). Hay gente que prefiere comérselo desecado. Incluso he llegado a verlo en brochetas con cerdo y salsa al vino tinto (no lo he probado pero tenía muy buena pinta).
Para terminar decir que las fotografías corresponden a unos caquis que vimos en un huerto cuando realizábamos la ruta de senderismo Acéquia de la Cecarta – Huerta de las Monjas de Lanjarón.
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