Por eso, la gran industria alimentaria, ha sabido sacarle jugo a este “vicio” nuestro por el dulce y con ello a los edulcorantes artificiales, tanto para endulzar el café o las infusiones como en muchos dulces cotidianos (galletas, magdalenas o muffins, cerales de desayuno, etc.)
Existen muchos tipos de edulcorantes artificiales, pero los más conocidos son el aspartame, la sacarina y la sucralosa.
Sí, sabemos que endulzan y que no tienen calorías, pero, ¿sabes algo más de ellos?
1. Edulcorantes naturales, ¿existen?
Aquí puede existir cierta controversia, ya que la Real Academia Española de la Lengua iguala los términos de edulcorar y endulzar, por lo que califica la miel y el azúcar como “edulcorantes naturales” y la sacarina como un “edulcorante sintético”.
Seguro que te viene a la mente la stevia, una planta usada sobre todo en Paraguay y Brasil para endulzar y que ahora encontramos en cualquier super, calificada como el “edulcorante milagroso”, por su orígen natural.
Sin embargo, debemos pensar que no es del todo “natural”. Para su consumo final es refinada y procesada, por lo que también se convierte en uno de los edulcorantes artificiales.
2. No todos los edulcorantes artificiales son buenos para todo
Podemos encontrar edulcorantes artificiales en los alimentos más recónditos, si te paras a ojear los ingredientes de productos cotidianos te sorprenderías (productos enlatados, lácteos, comidas procesadas, etc.)
No siempre es el mismo tipo de edulcorantes artificiales, por ejemplo, el aspartame no es recomendable para hornear, porque con el calor pierde parte de su sabor dulce.
Sin embargo la sucralosa (Splenda), proviene del azúcar y se modifica genéticamente para no tener calorías, se mantiene dulce a altas temperaturas; lo que la hace una excelente sustituta del azúcar para cocinar.
3. Costo medioambiental
Los cultivos para producir azúcar están bajo la mirada de organizaciones medioambientales.
El Fondo Mundial para la Naturaleza ha advertido de la pérdida de biodiversidad en islas tropicales “como resultado de la conversión del hábitat” para continuar con esta masiva producción de azúcar.
Por lo tanto, edulcorantes artificiales como la sucralosa, también generan un costo a la naturaleza, por tener su origen en el azúcar.
Según un estudio de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte publicado recientemente, la gran mayoría de sucralosa consumida por los humanos termina en los océanos, ya que el tranco digestivo no puede descomponerla.
El 90% del compuesto químico ingerido, sale de nuestro cuerpo de forma natural hacia las aguas residuales y con ello a los océanos, donde los efectos a largo plazo están todavía por conocer”.
El mito de los edulcorantes artificales
Durante mucho tiempo los edulcorantes artificiales han estado bajo el escrutinio de científicos, estudiando e intentando determinar si este tipo de productos son perjudiciales para la salud.
Evidentemente habrá intereses detrás de estos productos que harán campaña para desestimarlos asegurando que son peligrosos para la salud.
Sin embargo, según el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos, a día de hoy no existe evidencia científica que indique que los edulcorantes artificiales aprobados en ese país puedan causar cáncer o cualquier otro problema de salud.
En la misma línea, la Clínica Mayo asegura que muchos estudios han confirmado que por lo general los edulcorantes artificiales son seguros si se consumen en cantidades limitadas; “incluso en mujeres embarazadas”.
Noticia extraída de BBC Salud.
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