Mañana de Invierno. Suena el despertador, son las 7 de la mañana. Te cuesta salir de la cama, te sientas y pones los pies en el suelo. Tienes frío y sueño. El mundo te parece cruel y hostil.
A la ducha. Esperas a que el agua esté bien calentita y te introduces lentamente bajo el chorro abrasador mientras el vapor de agua convierte tu baño en el Londres del siglo XIX. Vuelves a tener fe en la humanidad.
Recuerdas el artículo que leíste sobre lo bueno que era ducharte con agua fría. Te vienes arriba y giras el mando hacia la marca azul. Empieza a caer por tu cabeza el agua más helada que hayas sentido en tu vida. Emites un alarido gutural que despierta a toda la comunidad, junto con algún que otro improperio que no recordabas haber aprendido.
Como un acto reflejo, vuelves a poner el agua caliente. Aseveras que el listo que dijo lo del agua fría debe de ser masoquista. 15 minutos después te ves obligado ser más rápido que Usain Bolt para poder desayunar, asearte, vestirte, prepararte el táper, limpiar la cocina, dejar puesta la lavadora… y coger el bus.
Estas son las mañanas de muchas personas y las mías hasta no hace mucho. El hábito de ducharte con agua fría es temido por muchos y, sobre todo en invierno, casi imposible de llevar a cabo. Pero, al igual que otras rutinas cotidianas poco agradables, tiene beneficios que deberíamos valorar.
1. Mejor circulación
Cuando el cuerpo se expone al agua fría, inmediatamente empieza a llevar más sangre a los órganos y los tejidos internos, con lo cual estos se benefician de un mejor flujo sanguíneo.
2. Piel más fresca y saludable
A diferencia del agua fría, el agua caliente lava o remueve la grasa que se encuentra de manera natural en la superficie de nuestra piel. De esta manera, la ducha caliente tiende a resecar nuestra piel, lo cual se evidencia en el aspecto falto de brillo e incluso escamoso. Bañarte con agua fría mantiene tu piel fresca y con su brillo natural.
3. Aumento de energía
Cuando nos bañamos con agua fría podemos experimentar que después de salir de la ducha nos sentimos rejuvenecidos, frescos y con una mayor energía que como nos sentíamos antes de ducharnos. De repente, nos sentimos como si la fatiga se hubiese ido por el drenaje.
4. Sistema inmunológico fuerte
Al ducharnos con agua fría nuestro cuerpo reacciona estimulando su metabolismo y, por ende, el sistema inmunológico. De esta manera, es más fácil combatir infecciones causadas por virus.
5. Fertilidad
Es sabido que las altas temperaturas afectan la cantidad de esperma, así como su calidad. En los hombres, evitar exponerse a baños o duchas muy calientes puede evitar la caída en la producción de esperma.
6. Mejora del estado de ánimo
Por último, las duchas frías ayudan a producir una sensación de bienestar, combatiendo así la depresión o los sentimientos relacionados con los estados depresivos. Esto se debe a que el agua fría ayuda en la producción de noradrenalina en el cerebro, una sustancia estimulante.
Pero hay que ser precavidos…
Las personas que tienen padecimientos del corazón deben consultar con un médico antes de darse duchas frías. El aumento en la circulación de los órganos internos podría provocar algunas alteraciones o afectar el sistema circulatorio si éste tiene problemas o está enfermo. Esta precaución también debe ser tomada en cuenta por personas con fiebre y mujeres embarazadas.La ducha debe realizarse de manera gradual, empezando por los pies y subiendo poco a poco hasta el cuello. Durante la menstruación, evita que el agua esté excesivamente fría, mejor que esté templada.
Fuente:
http://mejorconsalud.com/
Un saludo,
Olivia
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