En realidad dependencia tenemos todos. Todos somos dependientes en mayor o menor medida. No se trata, por lo tanto, de tener una dependencia emocional sino que esta sea saludable y que nos permita vivir una vida emocional rica, flexible, satisfactoria.
La dependencia emocional que nos afecta es aquella que sentimos cuando lo que le pasa al otro nos termina por hundir. Cuando pareciera que el otro ocupa toda nuestra mente. Si el otro cae yo caigo. Si el otro sufre yo sufro; pero no el sufrir de aquel que se pone en el lugar del otro, esperable, saludable. No. Es el sufrir que no nos deja pensar, experimentar otras emociones, tomar distancia.