¿Qué entendemos por Dependencia Emocional?
Se habla mucho sobre la dependencia emocional en la sociedad actual, normalmente utilizamos este término para referirnos a personas que muestran mucha ansiedad ante la idea de abandono y están dispuestos casi a hacer o a soportar todo tipo de cosas con tal de no ser abandonados, incluso aunque la relación les haga sufrir o no les satisfaga.
Normalmente asociamos este patrón a un tipo de pareja en el que uno de los miembros es dependiente y el otro dominante. Sin embargo, este no es el único tipo de desequilibrio afectivo, hay varios tipos de vinculaciones patológicas relacionadas con la dependencia.
¿Es "Mala" la Dependencia?:
¿Es acaso el estado ideal la Independencia total? Si fueramos totalmente independientes viviríamos aislados. Somos seres sociales que vivimos en comunidad, el apego es una de nuestras necesidades básicas, y es normal que se establezcan vínculos de dependencia entre nosotros. ¿Pero qué tipo de dependencia es “sana”?
Dependencia Vertical y Dependencia Horizontal:
Dependencia Vertical:
Es cuando una persona depende absolutamente de otra: es por ejemplo el tipo de relación entre los padres y sus hijos pequeños. Los padres proveen, cuidan, y el bebé depende de ellos para sobrevivir.
Dependencia Horizontal:
Se trata de una Inter-dependencia entre personas adultas. Todas dan y reciben, se cuidan y se apoyan mutuamente. Entre parejas adultas esta interdependencia a nivel horizontal sería característica de una relación sana y equilibrada.
El objetivo al madurar como personas no es volvernos completamente “Independientes” sino desarrollar lazos de Interdependencia sanos con otras personas: pareja, amigos, comunidad, etc.
Lamentablemente la sociedad occidental actual promueve valores contrarios: como la competitividad, el aislarnos unos de otros, el egoísmo. Lo que nos lleva a que los habitantes se relacionen cada vez de manera menos colaborativa y empática, en la que todos parecemos estar cada vez más solos y aislados, sobre todo en las grandes ciudades.
Por otro lado hay muchas personas que en su edad adulta no buscan una relación horizontal, sino vertical: alguien que les cuide, que les provea, o bien alguien a quien cuidar, a quien “salvar” o incluso alguien a quien dominar.
Relaciones Sanas:
Hay dos variables que condicionan nuestra capacidad para relacionarnos y vincularnos de forma sana, están relacionada con los estilos de apego en los primeros años de vida, estas variables son: la Regulación Emocional y la Seguridad o Confianza Relacional.
1. Regulación Emocional:
Regulación de los estados de ánimo: es aquello que pongo en marcha para intentar cambiar mi estado emocional, puede ser:
- Auto- Regulación: lo que hago yo solo para intentar cambiar de estado. Por ejemplo hacer deporte, meditar, leer un libro, escribir en mi diario, etc. La capacidad de autorregulación se adquiere a lo largo del desarrollo. Los niños pequeños no son capaces de autorregularse por lo que dependen de una co-regulación por parte de sus padres o cuidadores.
- Co-regulación: es lo que hago con ayuda de otros. Por ejemplo salir con amigos, pedir consuelo o consejo, buscar contacto físico de los seres queridos, etc.
Es importante saber tanto autorregularnos como corregularnos para tener una buena gestión emocional interpersonal.
2. Confianza o Seguridad Relacional:
Tiene que ver con cómo nos sentimos estando solos y estando en compañía de los demás, normalmente está vinculado al tipo de apego en la infancia: un apego seguro genera confianza, y uno inseguro (padres ausentes o ambivalentes, maltrato..) desconfianza. También experiencias vividas en la edad adulta pueden influir en nuestro nivel de confianza (frustraciones, engaños, coacciones, malos tratos, bulling.. )
Hay personas que ante la soledad se sienten inseguros: no confían en sí mismos y sus capacidades, y esto les lleva a la “necesidad” de compañía para sentirse seguros y bajar la ansiedad que les produce estar solos.
Por otro lado hay personas que no se sienten seguras en sus relaciones con los demás, desconfían, por ello tienden a aislarse o a intentar controlar las relaciones para sentirse más seguros.
Autonomía e Intimidad:
Autonomía:
En relación a lo anterior, cuando una persona tiene capacidad de auto-regularse y sentirse segura estando sola, esta persona es capaz de sentirse autónoma.
Intimidad:
A la vez, cuando una persona es capaz de co-regularse (ayudar a regular a personas cercanas y regularse con su ayuda) y se siente segura con los demás tendrá capacidad de tener intimidad.
Un buen equilibrio entre estas dos variables: la autonomía y la intimidad, es esencial para mantener una relación sana de interdependencia (horizontal)
Los estilos de dependencia y las relaciones patológicas:
Existen diversos patrones conductuales y emocionales que se han estudiado dentro del contexto de relaciones disfuncionales.
Hay que decir que estas categorizaciones no son rígidas ni inamovibles, una misma persona puede cambiar a lo largo del tiempo o en diferentes relaciones.
Los patrones de relaciones disfuncionales son lamentablemente muy habituales, podemos distinguir tres estilos de Dependientes Emocionales:
1. Dependiente Sumiso:
Es al que identificamos más con el término “dependencia emocional”. La emoción predominante es la Ansiedad. Son personas que viven las relaciones con miedo a ser abandonadas o no queridas en un futuro próximo: Necesitan de los demás, buscan validarse a través de la opinión o el amor de otros (utilizan la co-regulación externa y a veces no saben auto-regularse). Los dependientes sumisos pueden sentirse no merecedores de amor o que no valen “lo suficiente” (esto puede generar el miedo a que cuando la pareja descubra que no merezco la pena, o vea que hay muchas otras personas mejores que yo, me deje de querer). Suelen ser complacientes y se esfuerzan en no dar problemas evitar el conflicto y caer bien, para evitar el rechazo. Les puede costar decir que no, se sienten muy mal ante las críticas (porque creen que han de ser perfectos para ser queridos o valorados), les cuesta pedir y recibir, sólo se centran en dar. De hecho muchas veces ponen sus necesidades en último lugar, sacrificándose por otros, esto puede hacer que sientan que los demás no se preocupan por ellos lo suficiente, y que no les corresponden todos los esfuerzos que ellos hacen. Incluso puede que en algunos casos ni siquiera sepan distinguir sus propias necesidades y deseos. Son personas que tienen riesgo de involucrarse en relaciones abusivas, sobre todo debido a la dificultad que tienen para terminar una relación de este tipo una vez que se inicia, pues debido a su miedo a rechazo, son capaces de tolerar y perdonar comportamientos abusivos, faltas de respeto, y malos comportamientos por parte de otras personas, puede que crean que podrán cambiar, curar o “salvar” a la otra persona y les cuesta muchísimo poner límites, ceden con facilidad. A veces adoptan el papel de indefensión y necesitar alguien que las cuide y haga todo por ellas, y otras el de cuidador y salvador del otro. En estos casos hay un problema base de baja autoestima y autoconfianza.
2. El Contra-Dependiente o Evitativo:
Estas son personas “frías” emocionalmente, tienden a aislarse de los demás (tanto física como emocionalmente) La emoción predominante es la tristeza, y una sensación de soledad, que aparece con frecuencia como apatía, desgana o desinterés. La mayoría de las veces, sin embargo, estas personas no son conscientes de su tristeza interna, debido a que también se distancian de sus propias emociones y sensaciones y les cuesta reconocerlas.
Suelen desconfiar de los demás o infravalorarlos, aunque en ocasiones también idealizan las relaciones. Su miedo es ser controlados, invadidos, o perder su libertad. Su forma de regulación es la auto-regulación, sobre todo mediante la supresión interna de las emociones. Esto les lleva a parecer huraños y completamente independientes, pero en realidad sí necesitan a los demás. (De hecho, si fuesen evitativos “absolutos” no mantendrían relaciones con nadie). Mantienen relaciones con un bajo grado de implicación e intimidad. Sin embargo, al inicio de una relación, mientras dura la fase de enamoramiento se pueden mostrar implicados, incluso excesivamente, para después cambiar y mostrarse cada vez más evitativos y emocionalmente distantes. Suelen vivir las relaciones como una responsabilidad y una carga, les agobian los requerimientos o búsqueda de intimidad de los demás y desean que se les “deje tranquilos”, puede costarles disfrutar del contacto interpersonal.
3. El Dependiente Dominante:
Como el nombre indica, suelen mostrarse dominantes en sus relaciones. La emoción predominante es el miedo, ante el cual reaccionan con comportamientos de control e Ira. Su miedo es ser dominados, rechazados u odiados. Suelen ser egocéntricos, egoístas y pueden llegar a ser rígidos y tercos en su pensamiento. Tienden a querer dominar a la otra persona para sentirse seguros, desean sentirse en control y controlarlo todo, pueden ser celosos. En su afán de dominio pueden llegar a ser manipuladores emocionales de tipo pasivo-agresivo, y en los peores casos de desregularización emocional pueden llegar a ser maltratadores emocionales o físicos, y realmente un peligro para sus parejas y la sociedad. Pueden parecer personas independientes, pero en el fondo necesitan una relación de dominio para sentirse seguros, pueden ser obsesivos.
En los tres patrones de dependencia mencionados hay sufrimiento. En mayor o menor grado lamentablemente estos patrones suelen habituales y están a la base de muchas de las patologías emocionales y sociales con las que nos encontramos, incluyendo la violencia de género. Sin embargo los patrones no son rígidos, como hemos comentado, y pueden cambiar a un patrón sano: Un patrón de dependencia horizontal e Interdependiente.
El patrón de dependencia Sano: La Interdependencia.
Los Interdependientes:Son personas que mantienen relaciones basadas en un equilibrio entre la intimidad y la autonomía. La emoción predominante es la calma, se sienten relajados. Son personas que confían en los demás y en sí mismos, saben escuchar, son sensibles, y saben expresar sus emociones y resolver conflictos. Suelen tener buenas habilidades sociales y son asertivos. Saben ayudar a los demás y también son capaces de pedir ayuda cuando lo necesitan. Tienen una buena inteligencia emocional.
Teniendo en cuenta el gráfico de antes, ahora podemos añadir:
Relaciones entre los diferentes patrones:
Sumisos:
Es difícil que un sumiso se sienta atraído por otro sumiso, sino que formarán pareja con más facilidad con dominantes o evitativos.
Evitativos:
Dos personas evitativas, difícilmente serán pareja, y si lo son, casi siempre la menos evitativa de las dos empezará a mostrarse más sumisa. Los evitativos y dominantes también son poco usuales, cuando se dan estos casos el evitativo acaba adoptando una posición sumisa. Normalmente suelen formar pareja con estilos sumisos.
Dominantes:
Difícilmente formarán relaciones entre sí, en caso de hacerlo suele ser una lucha constante por dominar al otro. Los dominantes frecuentemente formarán pareja con personas de estilo sumiso.
Interdependientes:
Los interdependientes buscan relaciones horizontales, y evitan las verticales, por lo que siempre acaban relacionándose entre sí. Si llegan a iniciar una relación con un patrón de otro tipo, acaban por cortar la relación al poco tiempo, al notar el patrón diferente, dado que no es lo que ellos buscan en una pareja. Las relaciones interdependientes son el tipo de relación sana a la que todos debemos aspirar.
Como hemos comentado los patrones no son fijos, pueden variar de una relación a otra, tener mayor o menor grado.. y se puede cambiar y evolucionar a un patrón Interdependiente (de hecho este suele ser el objetivo en las terapias de pareja.)
¿Qué podemos hacer para tener relaciones sanas?
Resumiendo, lo que podemos trabajar y fomentar para tener relaciones sanas es:
Fortalecer nuestra Autonomía:
Trabajar nuestra capacidad de autorregulación, saber reconocer nuestras emociones, poner en marcha acciones para regularlas, y sentirnos seguros estando solos con nosotros mismos, tener autoconfianza. Aprender a vivir en el presente y a relajarnos. Trabajar nuestro autoconocimiento y nuestra autoestima.
Fomentar nuestra capacidad de Intimidad:
Implica saber corregularme, contar con los demás, saber comunicarme, compartir mis emociones, y saber corregular a otros (saber escuchar, consolar, ser empático). También implica sentirme confiado y tranquilo en las relaciones interpersonales (en lugar de vivirlas con miedo, ansiedad o como amenaza), confiar en los demás, estar bien en grupo (buenas habilidades sociales.) Trabajar nuestra asertividad y nuestra inteligencia emocional.
Espero que este artículo os sirva para comprender mejor los patrones de dependencia emocional, evitarlos, y fomentar las relaciones horizontales y de interdependencia.
¿Conocéis casos de dependencia emociona? ¿Habéis superado alguna?
¡Me encantará que me expliquéis vuestras opiniones y experiencias en los comentarios!