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Cómo decimos siempre en Diesalud,se debe elegir en base a unas premisas verdaderas que nos permitan llegar a un fin razonable y factible.
Lo primero que debes pensar antes de ponerte a dieta es si está dentro de ti la motivación de hacerlo o la intención responde a presiones de las persona con las que convives, marido, madre, herman@s… piensa que adquirir nuevos hábitos alimentarios va requerir por tu parte algunos cambios en tu estilo de vida, hacer sacrificios para contentar a otros nunca ha dado resultado.
Lo segundo que debes tener en cuenta es si estás en el momento anímicamente adecuado, debes estar segura, tranquila y dispuesta a realizar los cambios pertinentes en tu vida, como por ejemplo, dejar de comer siempre fuera, reducir al mínimo el alcohol en tus salidas, sacar tiempo para comprar, cocinar y hacer ejercicio…
Lo tercero que debes tener en cuenta es que eres tu la quiere ponerse a dieta y no la gente con la convives. Debes permitir que ellos sigan comiendo tan mal como deseen, esa no es tu guerra.
Por último, elegir una persona profesional de la dieta y la alimentación que pueda orientarte de una forma sana u coherente, sin prometer mucho a cambio de nada, sin poner en peligro tu salud y apoyándote en tus momentos de flaqueza.
Yo por mi parte mientras que llega “tu momento” te dejaré unos consejos que te vendrán de maravilla para cuando decida adquirir un estilo de vida saludable.
Empezar cuanto antes la dieta. Como dijo Benjamín Franklin Un hoy vale por dos mañanas
Para hacer una dieta como para cualquier empresa que queramos llevar a cabo en la vida hace falta voluntad y determinación
No pretendas lo imposible. Cuando se intenta adelgazar mucho en dos días el fracaso está asegurado.
Debes comer. Morirse de hambre es un sacrificio inútil y lo único que conseguimos es deteriorar nuestra salud.
Aprende a comer despacio, está demostrado que la sensación de saciedad no llega al cerebro hasta 15 minutos después de haber empezado a comer.
Servir los platos en la cocina. Si ponemos la cazuela en la mesa es fácil perder el control de las veces que picamos o repetimos.
Vigilar el frigorífico y la despensa, no guardar en ellos ningún alimento tentador. Llenarlo de frutas y verduras.
Desayunar bien, la primera comida del día es la más importante.
No saltarse ninguna comida, con ello sólo conseguimos picar entre horas y llegar a la siguiente comida con mucha hambre.
Usar ollas y sartenes antiadherentes, así se evitará cocinar con más grasa los alimentos.
Nunca vayas de compras con el estómago vacío, evitarás tentaciones.
Lavarse los dientes cada vez que se sienta hambre. Parece una tontería, pero el frescor dentífrico calma la sensación de hambre.
No comas para calmar la angustia, a tus problemas se sumará el remordimiento de haber roto la dieta.
No recurras al dulce para combatir el agotamiento. Come tomate o naranja, son alimentos ricos en potasio que te aportan mucha energía.
No te peses todos los días, con que lo hagas una vez por semana es suficiente para comprobar tus progresos.
Hacer ejercicio (pasear, correr…) para combatir el aburrimiento, muchas veces se come porque no se tiene nada que hacer.
Cocinar con imaginación. Comer siempre los mismos platos lleva al aburrimiento, por lo que será más fácil volver a las recetas de siempre. Llena de indeseables calorías.
Si tomas el aperitivo, para evitar la tentación de las tapas, toma mejillones al vapor, berberechos, sepia a la plancha, pepinillos en vinagre
Si no has podido evitar la tentación, compénsalo al día siguiente con la dieta de choque.
PENSAR SIEMPRE QUE UNA DIETA NO ES UN SACRIFICIO, ES UNA INVERSIÓN EN SALUD.
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