Cuando los problemas aquejan muchas veces solemos preguntarnos ¿Cuál es el momento para asistir a una terapia psicológica familiar? Si el grupo familiar se encuentra atravesando momentos de angustia, o acontecimientos que rompen con la armonía, como puede ser el inicio de una nueva convivencia (familias ensambladas), una situación feliz como puede ser el nacimiento del primer hijo, o bien la jubilación de uno de los miembros de la familia, la etapa de la adolescencia de un hijo, es importante el acompañamiento profesional para atravesar estos cambios y comenzar una nueva etapa vita.
¿Cómo acabas en una terapia familiar? ¿Cómo sucede el proceso?
No es tan fácil que de pronto en una familia alguien se despierte y manifieste que se necesita una terapia, la vida en familia tiene momentos de mucha resistencia, muchas familias piensan que son las familias perfectas, hacen de cuenta como que no pasa nada, echan culpa a los de afuera, el problema son los vecinos, los hermanos, ¿pero nunca nosotros? esa incapacidad de mirar la propia vida, las propias relaciones con las personas más cercanas con las que llegamos a este mundo, la relación con cada uno de nuestros padres, la relación con los hermanos, todos son diferentes aunque vivamos en la familia
Suele haber resistencia para ver y aceptar, es uno de los primeros obstáculos, lo cual es totalmente normal porque nacemos en esa familia y, al fin y al cabo, es lo que conocemos, a veces es muy difícil darse cuenta de que eso es lo equivocado. Es difícil como integrantes de este sistema ser objetivos para darnos cuenta de que la familia no es tan maravillosa como creemos, y precisamente es allí donde la terapia familiar ayuda a que con ayuda de este facilitador (el terapeuta), se facilite el proceso que nos ayude a darnos cuenta de que cada persona por ejemplo vive un acontecimiento de determinada manera, por ejemplo el momento de travesar la pérdida de un familiar, o determinadas situaciones o eventos cotidianos que nos exceden.
En el momento en que sucede un evento a una persona del sistema (la familia), el mismo se ve afectado, lo mismo sucede cuando se acude a terapia, como ejemplo, si la familia se compone de seis integrantes, no necesariamente los seis deben asistir a la terapia, con que vayan los convencidos de que requieren este tipo de apoyo, ya se podrá comenzar a trabajar, este es un paso muy importante ya que poco a poco el resto de los miembros de la familia notarán los cambios en el sistema familiar, que afectará a todo el conjunto ya que un individuo es la parte del todo llamado familia, los conflictos humanos son parte de la vida, estamos inmersos en un grupo desde el núcleo hasta grupos más extensos.
Además, se puede comenzar la terapia individualmente ya que estos cambios favorables retornarán al grupo familiar.
A veces las personas llegan a terapia con muchas culpas, cargan con problemas, proyecciones de la propia familia, pensando que son los responsables de adicciones, divorcios, son cargas emociones que se van almacenando y entre más emociones reprimidas no habladas, más se tiende a la enfermedad por estrés, es allí donde el papel protagonista lo tiene la palabra.
El poder de la palabra para dejar de enfermarnos
Es importante verbalizar lo que sentimos, no todos los miembros de la familia tienen esa capacidad de expresar las emociones y esto hay que entenderlo, ya que somos diferentes.
En la terapia familiar siempre hay un miembro que expresará más que otros, además existe la comunicación no verbal que el terapeuta deber saber comprender, lo que no se verbaliza se actúa.
Desde la primera sesión en el encuentro con el terapeuta, se debe crear el clima mediante la empatía y la alianza.
Recuerda, la palabra es importante pero ¿con quién?, hay grupos de personas que hacen catarsis, pero en síntesis no resuelven nada, de ahí la importancia de acudir a un profesional, el hablar tiene procesos internos que un profesional podrá desmenuzar, aislar problemas, ponerles un nombre, articularlos, se trata de procesos que deben ser acompañados de la mano de un terapeuta para llegar a una adecuada resolución.