Cómo vivir el presente sin desesperarse en ocasiones puede llegar a convertirse en una ardua y complicad tarea.
Esto no es de extrañar ya que desde que empiezas a comprender el lenguaje no paras de escuchar frases tipo “tienes que pensar en tu futuro” “vas a pasar todo el verano estudiando si no apruebas” “Si hubieras pensado antes de actuar esto no habría pasado” y un largo etc
Y es que la mayoría de las veces (todas menos una para ser exactos) no vamos a morir mañana.
(Para de leer e imagina por un momento qué estarías haciendo hoy si superas a ciencia cierta que mañana empieza el apocalipsis)
Pero la realidad es que aunque continuamente circulen por tu muro de Facebook frases de autoayuda del estilo “Vive como si fuera el último día de tu vida” esta filosofía a nivel pragmática la mayoría de las veces es inviable.
Y aunque puedes hacer millones de cosas para tener una vida más plena y más emocionante no debes olvidar que tu presente, en gran parte, es el resultado de las decisiones que tomaste en tu pasado y que las pequeñas/grandes acciones que realices en cada momento (+ algunos factores que no está bajo tu control) son las que van a determinar tu futuro.
¡Pero cuidado!
Tampoco caigas en el extremo de querer tenerlo controlado y de esperar a tener una jubilación que quizá nunca llegue o una edad a la que quizá nunca llegues para comenzar a hacer lo que realmente quieres hacer con tu vida.
El presente es un regalo que tienes en tu poder el futuro ¡Quien sabe!
Cómo vivir el momento favorece la supervivencia
¿Sabías que los niños que se pierden en el bosque tienen una tasa de supervivencia más alta que los adultos?
Eso se debe a que beben agua cuando tienen sed, comen cuando tienen hambre, se refugian cuando tienen frio, huyen cuando tienen miedo y no intentan llegar a lugares que están más allá de lo que sus ojos les permiten ver.
Juegan con lo que tienen en el presente y no con lo que les gustaría tener en un futuro.
Los niños se preocupan más por el aquí y el ahora que por lo que puede pasar después, es por ello que se ríen más, tienen más energía y por lo general se comportan de una manera más espontánea y optimista.
Esto significa que nacemos sabiendo cómo vivir el momento presente a la perfección, lo que ocurre es que poco a poco vamos desaprendiendo cómo hacerlo y aprendiendo a esperar
Vivir el momento presente vs esperar
Esperar a ser feliz cuando:
Seas más guapo/a, más listo/o, más delgado/a
Tengas más amigos
Consigas un mejor trabajo
Tengas un negocio que funcione
Encuentres pareja
Tengas hijos
Hagas por fin ese viaje
Etc, etc, etc
Esperar a que:
Termine tu jornada de trabajo
Llegue el fin de semana
Tengas esa cita
Te vayas en semana santa a una casa rural
O a que:
Dejes de tener ansiedad
Te sientas más motivado
Estés de mejor humor
Los demás se porten mejor contigo
Y de esta manera tu vida va pasando mientras tú sigues esperando porque total “ya empezarás mañana, o la semana que viene o el mes que viene”
No sé tú, pero yo muchísimas veces he “empezado mañana” a levantarme temprano, a dejar de comer tantos dulces o a hacer ejercicio.
Es una forma que tiene tu mente de autoengañarse y decirte tranquilo no pasa nada porque hoy no hagas lo que quieres hacer, lo que es coherente con tus valores, ya tendrás mañana la oportunidad de hacerlo.
De esa manera hoy no te sientes mal.
El problema es que ese mañana siempre es mañana y de esta manera nunca llega el día en el que por fin asumes la responsabilidad de tu propia vida.
Lo único que al final siempre termina llegando es esto:
Así que tienes dos opciones (si, solo dos)
Seguir esperando a que se alineen los planetas, los demás cambien, consigas todos tus objetivos y tengas una vida maravillosa para por fin ser feliz y disfrutar de tus logros.(Déjame decirte por experiencia propia, que la sensación de felicidad obtenida por conseguir un objetivo es poco duradera en el tiempo. Así que si realmente crees que vas a ser feliz para toda tu vida cuando por fin ahorres el dinero suficiente para mudarte a EEUU, lamento decirte que estás bastante confundido)
Comenzar a disfrutar hoy de cada momento que la vida te regala (aunque no sea perfecto, aunque pudiera ser mejor, aunque estén pasando cosas que no te gusten) por la simple razón de que es único e irrepetible. Comenzar a utilizar el presente para granito a granito disfrutar del proceso de construcción de una hermosa playa.
Por supuesto yo te recomiendo la opción número dos, puede que no sea la más fácil pero si no quieres desperdiciar tu vida esperando a algo que quizás nunca llegue es la única opción que tienes.
Por supuesto eres libre de tomar la decisión que quieras, solo espero que sea la que sea la hayas tomado de una manera consciente.
Si eliges la primera opción puedes dejar de leer este artículo o archivarlo para terminar de leerlo “mañana”, si por el contrario quieres comenzar hoy mismo a aprender cómo vivir el momento presente, quédate conmigo.
Cómo vivir el momento presente sin desesperarte
¿Acaso existe otra forma de vivir que no sea desde el momento presente? ¿Acaso podemos viajar al futuro y al pasado y yo aún no me he dado cuenta?
Si bien es cierto que podemos proyectarnos mentalmente hacia el pasado y hacia el futuro, solo podemos hacerlo en la medida en la que estamos trayendo estos constructos al momento presente.
Las emociones evocadas por recuerdos del pasados o por proyecciones al futuro solo podemos sentirlas aquí y ahora.
Porque el aquí y el ahora, el momento presente es lo único real, lo único que existe.
El momento presente es lo único real, lo único que existe
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Si has seguido leyendo hasta aquí es porque quieres que cada segundo de tu vida cuente y porque te interesa vivir de una manera más consciente (con todas las consecuencias) que ello implica así que voy a darte una serie de pautas que tanto a mí como a la mayoría de las personas con las que he trabajado le están funcionando a la hora de vivir el momento presente de una manera más consciente.
No permitas que tus expectativas arruinen tu presente
Las expectativas son las principales enemigas del presente. Ya que son las encargadas de decirte como deberían ser las cosas.
Y la mayoría de las veces tus expectativas te dicen que tu vida debería ser diferente a como es.
Expectativas: “Tendrías que ganar más dinero” “Tendrías que madrugar más” “Tu novio tendría que regalarte más flores y preguntarte más a menudo qué tal has pasado el día” “Tendrías que dejar de comer galletas de chocolate” “Deberías volverte vegetariano” “Tendrías que estar más alegre” “Esa persona debería hacerte más caso” “No tendrías que sentirte tan insegur@” “Deberías poderte permitir pagar esa casa” “Tendrías que ir al gimnasio más a menudo”
Son esa vocecilla interna que pone de manifiesto la gran diferencia que hay entre tu vida ideal y tu vida actual encargándose de llenar tu presente de malestar y frustración.
Pero la realidad es que las cosas son como son y esto no siempre corresponde con cómo te gustaría que fueran.
Así que te propongo que trates de tener las menos expectativas posibles y que las conviertas en objetivos, en metas de las que una vez formuladas puedas desligarte y disfrutar del proceso.
Implementa día a día, momento a momento, sistemas que lleven hacia tus metas.
Antes de nada quiero dejar claro cual es la diferencia entre metas y expectativas.
Objetivo: Quiero perder 5 kilos en los 3 próximos meses.
Expectativa: De aquí a tres meses tendría que estar más delgado.
Aunque puedan parecer parecidos no son lo mismo, ya que un objetivo (bien formulado) es algo concreto, realista y coherente con tus valores, que es probable que consigas si formulas e implementas un plan de acción adecuado.
También es importante que es objetivo dependa de ti y no de terceras personas, ya que lo que hagan, piensen o sientan los demás no está bajo tu control.
Además lo que te propongo es que formules tu objetivo, implementes un sistema hoy mismo que te lleve en la dirección adecuada, te desligues de él y disfrutes del camino.
Cuando haya pasado el tiempo que te has marcado para cumplirlo, revisa tus progresos, es probable que no lo hayas alcanzado pero estoy segura de que al menos has avanzado hacia tu meta.
Según mi opinión es que los objetivos no siempre están para lograrlos, sino para avanzar.
La misión de los objetivos no es que se cumplan. Es avanzar.
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Sigamos con el anterior ejemplo: Si quieres perder 5kg en los próximos 3 meses puedes implementar un sistema que consista en hacer ejercicio 3 veces por semana, desayunar fruta en vez de magdalenas y cenar 4 veces por semana verduras hervidas con algo de pescado.
Una vez implementado este sistema ya puedes desligarte del objetivo y disfrutar del deporte, de la alimentación sana y de todos los beneficios que esto va aportar a tu físico, a tu salud y a tu estado de ánimo.
Podrás disfrutar del presente sin que tu expectativa “Deberías estar más delgado” lo arruine.
Si pasan 3 meses y no has adelgazado 5 kilos ¡No pasa nada!, habrás aprendido que esto es una carrera de fondo y al menos estarás disfrutando de ella.
Sin embargo si en vez de planteártelo como objetivo alcanzable, realista y al alcance de tus manos te lo planteas como expectativa, lo más probable es que ni siquiera elabores un plan de acción y en el caso de elaborarlo y no conseguir tu meta te sentirás mal y frustrado porque las cosas no han sido como tu querías que fueran.
Las expectativas también son aquellas cosas que no están bajo tu control pero que tú te empeñas en que pasen como que fulanito te haga caso o que tu familia sea más compresiva contigo.
Entiendo que son cosas que te gustaría que pasaran y si puedes hacer algo por favorecer que ocurran ¡Adelante!
Pero si el resultado no es como te gustaría no permitas que eso arruine tu presente, al fin y al cabo las cosas no siempre son como te gustaría que fueran y cuando más tardes en aceptar esto más frustración y malestar te va a producir ya que tratarás de revelarte contra tu realidad mientras sientes como esta te da la espalda.
Te dejo un artículo muy interesante sobre el tema de implementar sistemas que trabajen por conseguir tus objetivos.
Cómo crear sistemas que trabajen por ti y conseguir resultados extraordinarios.
Baja el ruido
Vivimos en un mundo lleno de ruido en el cual el silencio puede ser un maravilloso regalo.
Cuando hablo de ruido me refiero a distracciones, a voces, a diferentes estímulos que dificultan el proceso de escucharnos, de ver que nos dice nuestra intuición.
Televisión, redes sociales, radio, mensajes publicitarios, ruido de los coches, sonido del teléfono.
Colegio, niños, trabajo, compromisos sociales, compromisos familiares
¿Dónde queda el tiempo para nosotros mismos? ¿Cómo vamos a escucharnos?
Nuestro cuerpo es sabio y cuando algo va mal nos manda mensajes, el problema es que la mayoría de las veces no le oímos, no le escuchamos y por lo tanto le obligamos a gritarnos en forma de ansiedad, depresión e incluso en ocasiones enfermedades físicas.
Todas las respuestas, todo lo que necesitas saber en este momento determinado de tu vida se encuentra en tu interior solo tienes que bajar lo suficiente el ruido externo como para poder escucharte.
Eso sí, no siempre lo que escuches se corresponderá con lo que te gustaría haber escuchado.
Algunas maneras prácticas de bajar el ruido.
Pasa tiempo a solas.
Pasea por la naturaleza.
Trata de respirar de manera consciente durante algunos minutos.
Haz las cosas más despacio, de manera más consciente.
Haz yoga, Pilates o cualquier tipo de ejercicio que incluya la consciencia corporal.
Practica la escritura automática (escribe durante unos minutos aquello que se te pase por la cabeza)
No hace falta mucho tiempo para realizar estas actividades, con unos 10/15 minutos al días es suficiente para empezar a ver que tu nivel de revoluciones por minuto baja.
Y si no puedes sacar 10/15 minutos al día para dedicártelos a ti mismo, a la persona más importante de tu vida es que ha llegado el momento de revisar tu lista de prioridades.
Mira hacia dentro
Estamos muy acostumbrados a mirar hacia fuera y muy poco a mirar hacia dentro.
Cuando sentimos cualquier emoción comenzamos a buscar culpables externos y a proyectar nuestro estado emocional con el mundo que nos rodea, sin embargo rara vez nos paramos a observar qué es lo que está pasando dentro de nosotros.
Así que te propongo que la próxima vez que sientas una emoción molesta o alguna sensación incómoda te pares al menos durante unos segundos a mirar hacia dentro y te hagas las siguientes preguntas.
¿Qué estás sintiendo? ¿Qué ha causado esa reacción? ¿Qué sensaciones fisiológicas estás percibiendo? ¿Qué pensamientos se te están pasando por la cabeza? (Simplemente obsérvalos, sin alimentarlos)
Te aseguro que si haces este ejercicio poco a poco irás siendo más consciente de lo que ocurre en tu interior e irás conociéndote mejor.
Si solo lees este artículo y no pasas a la acción lamento decirte que tu vida va a seguir igual y que lo más probable es que sigas esperando ¡Tú decides!
¡Ahora es tu turno!
¿Qué te ha parecido el artículo? ¿Eres capaz de vivir el momento presente sin desesperarte? ¿O por el contrario eres de las personas que creen que hay que esperar a que las circunstancias cambien para por fin ser feliz? ¿Quieres compartir alguna experiencia que crees que pueda inspirar a otras personas?
¡Te espero en los comentarios!
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