En respuesta a una pregunta que me hicieron en un programa de radio acerca de cómo se medita, he querido traerte en este texto, algunas ideas que pueden sacarte de dudas.
Lo primero que ocurre cuando empiezas a interesarte por la meditación, es que unes esa experiencia con un espacio de serenidad, silencio, lleno de colores suaves, quizás con una vela encendida, una tenue luz, alguna imagen sugerente delante de ti y, seguramente, una barra de incienso encendida?y quizás por la ventana se vea un hermoso jardín al que tras meditar pisarás descalzo o descalza sintiendo la libertad bajo tus pies.
Pues bien, tienes que aceptar para empezar, que en más del 90% de las ocasiones, el ruido será parte de tu meditación, vives en un piso interior, los vecinos y vecinas son ruidosos y ruidosas, el patio huele mal, tus hijos no se callan, si tu casa da a la calle, los coches los sientes junto a tu cojín o silla de meditación y si hay una obra cerca, el ruido puede ser ensordecedor. ¿Y si consigues que pese a todas esas "molestias", el silencio sea el verdadero espacio de tu meditación? Se puede!
La práctica de la meditación, cuando está asociada a cualquier espacio de tu vida diaria, hace que ante la pregunta de cómo se medita, la respuesta sea que en cualquier parte y condición, pues lo verdaderamente importante es la calma de tu mente a través de centrar tu atención en la respiración y poner el foco en tu interior, desde donde nacerá esa paz que llevará atención sostenida hacia el exterior; hacia la realidad que te rodea y en la que realmente vives.
Vivo en un pueblo, en una casa muy poco ruidosa, en una calle sin tráfico y suelo disfrutar de mucho silencio?pero me encanta la ciudad, el movimiento, la actividad, estar con gente, lugares de bullicio?y en esos espacios también se medita?y mucho. Desde Plenacción mi principal idea es intentar acercar la meditación, mindfulness y la atención plena a todo el mundo de una manera sencilla e implicada en tu quehacer diario y meditar, al fin y al cabo, como lavarse los dientes o las manos, es algo que debes hacer todos los días llueva, haga sol, haya un silencio sepulcral o los coches no paren de pitar en la calle.
Puedes empezar, simplemente, sentándote en una silla con la espalda recta y las manos apoyadas suavemente en tus piernas y centrarte en tu respiración. Sea la que sea. No la fuerces. Observa la respiración que tengas (nos indica cómo estamos). Tu mente empezará a generar pensamientos y pensamientos, ideas, rumiaciones y ante ese río, tu actitud debe ser la de dejarlos pasar y no aferrarte a ninguno. Siempre situar tu atención en tu respiración. Una de las técnicas que se utilizan es contar las respiraciones y, de esa manera, cuando se nos va?pues volvemos a comenzar desde 1 de nuevo.
Cuando hay ruido y nos entra la duda de cómo se medita, siempre insisto que, quizás, el principal y peor ruido es el que llevamos nosotros y nosotras dentro, porque es el que esencialmente te impide estar en silencio.
Al fin y al cabo, meditar no es algo que te saque de tu mundo, sino una acción para, con el tiempo, ser más consciente de tu momento y, desde el instante presente, fluir por tu vida sin tener que estar siempre de los nervios porque a tu alrededor hay demasiado ruido.
Para aprender cómo se medita, hay que meditar. Y, sobre todo, las meditaciones no son ni positivas ni negativas; son simples espacios que nos otorgamos para poner nuestra conciencia al servicio de una vida sana, serena y constructiva.
Para aprender cómo se medita, simplemente piensa en un vaso de agua cristalina porque esa, realmente, es tu mente, pero el problema es que continuamente andamos echándole puñados de tierra para enturbiarla removiéndola con la cucharilla de nuestra forma de vida. Cuando meditas, con el tiempo, la cucharilla se detiene, la tierra va quedándose en el fondo y el agua vuelve a ser pura y cristalina y, para eso, nos ha de dar lo mismo meditar en una habitación con vistas al mar o en mitad de la calle.
Cuando puedas hacerlo en un lugar o en otro, el verdadero silencio habrá llegado a tu vida. Un silencio que se siente aunque todo tiemble por el terremoto con el que pintamos cada día.
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