Normalmente cuando les pregunto a mis clientes qué significa para ellos poner unos límites sanos, tienen dificultades a la hora de discernir: entre límites agresivos, pasivo agresivos o de unos límites realmente saludables.
¿Cómo puedes poner unos límites sanos?
Unos límites sanos no tienen nada que ver con la violencia o la agresividad, no se trata de pararle los pies al otro. Solamente se trata de pedirle a los demás, lo que necesitamos o queremos con respeto y responsabilidad.No te pido que te vallas porque eres una mala persona, sino porque yo quiero estar solo o necesito mi propia intimidad.
Unos límites sanos no son fáciles de poner. La mayoría de las personas aguantamos o cedemos para que nuestros seres queridos se encuentren bien. Sin plantearnos si eso que hacemos por ellos, nos perjudica a nosotros o nos genera conflicto.
Este punto de vista nos hace renunciar a nuestras necesidades y, a largo plazo, nos hace sentir mal. Poner la otra mejilla duele y, cuando lo haces a menudo, crece en ti un sentimiento victimista que te hace sentir mal. Este sentimiento normalmente genera enfados y reproches con la gente que quieres. Estos enfados recurrentes te desestabilizan y terminan convirtiéndose en una cruz difícil de resolver.
Por el contrario, por extraño que pueda parecer, poner límites sanos da mucho miedo. Normalmente, parece que los demás van a dejar de quererte por no hacer lo que ellos quieren. Así que no basta solo con saber la teoría. Es necesario aprender hábitos nuevos para mejorar no sólo tu autoestima personal, si no además la convivencia con las personas que te rodean, con el objetivo de dejar de sentir que tus seres queridos se aprovechan de ti o te tratan mal.
Por suerte hay muchas técnicas con las que puedes aprender a poner límites sanos. Con estas técnicas, podrás comunicar lo que sientes sin agredir al otro. Estoy segura de que has oído hablar de los beneficios de ser asertivo. La asertividad es a grandes rasgos, lo que te acabo de contar; ser capaz de comunicarle al otro lo que sientes sin ser agresivo o hiriente.
Por desgracia, no se puede ser asertivo de la noche a la mañana. Ser más asertivo es la consecuencia de un trabajo meticuloso. Requiere que te des cuenta de cómo te comunicas con el otro, cuándo hay algo que no te gusta o te hace sentir mal. También es importante que entiendas cómo te comportas respecto a las situaciones que te provocan frustración o rabia, para después aprender las herramientas para comunicarte de una forma más eficaz. Herramientas que te permitan comunicarte con tranquilidad y claridad y, así, evitar enfados innecesarios o situaciones embarazosas que no te permitan estar tranquilo y de mejor humor.
Así que ¿cómo puedes reconocer unos limites sanos? Pues es bastante fácil cuando te relacionas con personas que son asertivas, pese a pedirte que cambies algo o que te solicite alguna explicación. Lo harás tranquilamente sin sentirte agredido por la otra persona y por lo tanto, no te enfadarás.
Los límites sanos siempre van en las dos direcciones. Es muy importante poner límites a tus seres queridos y respetar los límites de las personas de tu entorno. Si no aprendes a respetar tus propios límites es muy difícil que respetes los de los otros y viceversa.
Así mismo y para terminar a modo de conclusión. Te diré que aprender a poner unos límites sanos puede ser una buena elección, tanto si buscas tener relaciones plenas y gratificantes, cómo sentirte mejor contigo mismo.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.