Hazte amigo de tu soledad
Y sin embargo, la realidad es que para vivir debemos abrirnos a la novedad de aquello que puede pasar porque el destino es impredecible e incierto. Para frenar el miedo a la soledad es recomendable que a día de hoy cultives tus relaciones de amistad y que además, pongas en valor estos vínculos en tu vida. Tomes conciencia de que pueden ser más importantes o más que la familia. Para tantas personas que viven lejos de sus lugares de residencia, las amistades que hacen en su nuevo hogar son un valor en alza.
Por otra parte, para frenar el miedo a estar solo es recomendable que confíes en tus propios recursos porque en la mayoría de las casos, si realmente estás solo cuando algo ocurra, te darás cuenta de que eres capaz de lograr muchas más cosas de las que habías pensado en un primer momento. Si nunca has organizado un viaje en solitario estás a tiempo de hacerlo. No imaginas todo lo que serás capaz de conseguir por ti mismo.
Intenta observar el universo como un cosmos en el que todo gira en armonía. Y tú formas parte de ese todo. Por tanto, siente el abrazo del firmamento que te nutre con su energía positiva. Intenta pensar en todas las cosas bonitas que puedes disfrutar en la mayor intimidad: espacios de lectura, buen cine, escritura terapéutica, momentos de cocina, pintura… Deja de observar la novedad como algo negativo y ten una predisposición de empoderamiento personal para desarrollarte plenamente.
Venimos a este mundo en solitario y nos iremos de él también en soledad. Nacer y morir son actos profundamente solitarios e íntimos. Por esta razón, nadie puede evitar la soledad continua puesto que en cierta forma, define nuestra verdadera esencia. Sin embargo, lo verdaderamente determinante no es estar solo, sino la cantidad de personas que encuentras por el camino. Cuando realizas un viaje en solitario inicias de este modo tu aventura, sin embargo, si estás receptivo a todo aquello que está por llegar, es muy posible que te sorprendas con la cantidad de cosas interesantes que pueden ocurrirte. Siempre estás acompañado, solo tienes que observar a tu alrededor para ver a otra gente pasar, gente con vidas interesantes como la tuya. Al poner en conexión estos mundos diferentes se rompe por completo la soledad del alma.
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