Hay quienes lo tienen muy claro, pero también hay personas que ni se habían parado a pensar en ello. Simplemente se apuntan al gimnasio porque hacer ejercicio es bueno, ¿no?
Pues sí, pero como dice Marcos Vázquez, “entrenamientos aleatorios producirán resultados aleatorios.” Es decir, si quieres lograr ciertos beneficios, deberás tener claro lo que quieres. Así podrás planificar unos ejercicios y una alimentación coherentes con tu objetivo. Veamos por dónde empezar.
Los objetivos más comunes
Objetivos como “gustarle a mi vecina” o “entrar en el vestido para la boda de mi prima” no suelen estar en la lista. Normalmente se parecen más a cosas como:
Ganar músculo.
Perder peso.
Tonificar.
Preparar una prueba deportiva.
Ponerme en forma / Liberar estrés.
Y es que los gimnasios, tras muchos años de experiencia, saben cuáles son las principales prioridades de sus clientes. Han seleccionado las más habituales, y los instructores tienen una serie de rutinas de ejercicios que se acomodan a estas opciones. Así pueden atender a muchas personas a un precio económico.
El problema es que de esta forma resulta más difícil que obtengas los resultados que quieres. Cada persona reacciona de forma diferente, y aplicar los mismos ejercicios o la misma dieta a todo el mundo carece de sentido.
Profundizando: objetivos de verdad
Ahora bien, para ser sincero, hay un error en la misma raíz que es aún más importante. ¿Cómo defines tus objetivos?
Algo como “quiero perder peso” dice muy poco. ¿Cuánto es eso? ¿Qué plazo tienes para cumplirlo? ¿Cómo te gustaría hacerlo? ¿Qué estás dispuesta/o a sacrificar para lograrlo? ¿Por qué quieres conseguirlo?
Por eso, los siguientes serían objetivos más reales:
“Quiero entrar en una talla M para el mes de junio, que tengo una boda.”
“Voy a perder 15kg en un año, con una mejor alimentación y haciendo ejercicio. Quiero volver a gustarme en el espejo.”
“Mi médico dice que necesito bajar los niveles de glucosa a la mitad en 3 meses, pero me cuesta renunciar a las galletas. Quiero hacerlo para ver crecer a mis nietos.”
¿Qué tienen de especial estos objetivos?
Son más concretos, y podrás medir y comprobar si los vas cumpliendo.
Tienen un periodo de tiempo marcado, lo que te indicará si el proceso será más agresivo o más relajado.
Hay una razón emocional, una motivación a la que apelar en los momentos difíciles (que los habrá).
Identificas ciertos esfuerzos que estás dispuesta/o a hacer, y aquellos que no quieres hacer.
Por último, los objetivos deben ser realistas. ¿Y eso cómo lo sabes? ¿Es realista ganar 5kg de músculo en 6 semanas? ¿Perder 10kg en 1 mes? Pues para eso te va a tocar informarte, por tu cuenta o con la ayuda de profesionales.
Traduciendo: tu compromiso
Bien, ahora ya has construido tu Disneylandia. Ya tienes una imagen clara de lo que quieres lograr, de ese mundo ideal en el que te gustaría vivir.
Y aunque los sueños son necesarios, necesitas conectarlos con tu realidad. ¿Y eso cómo se hace? Pues quitándote un poquito de presión
“Perder 15kg” o “ganar la próxima carrera de tu ciudad” son objetivos que NO dependen solamente de ti. Por lo tanto, basar tu éxito o fracaso exclusivamente en la báscula o en el metal de tu medalla, es una mala idea (y en la mayoría de los casos, alejada de la realidad también).
Una forma más acertada de medir tus progresos sería traduciendo tus objetivos iniciales en compromisos que estén bajo tu control. Te pongo algún ejemplo:
En lugar de “voy a perder 15 kg en un año”, puedes empezar por:
Voy a salir a caminar 10 minutos todos los días durante 2 semanas.
Cada día voy a comer algún vegetal.
Voy a dejar de comprar refrescos o sodas.
Éstos son los llamados “objetivos de comportamiento”. Acciones que están en tu mano. Si están bien planteados, los resultados en tu cuerpo serán la consecuencia natural.
¿Por donde empezar?
Aunque resulta muy difícil dar recomendaciones genéricas, voy a tratar de resumir lo más básico de los tres pilares de la salud:
Ejercicio
Moverse. Aprovechar cualquier oportunidad para mantenerse activa/o y alejarse del sedentarismo. Desde buscar un trabajo que te obligue a moverte, levantarte para hablar por teléfono o caminar por la casa durante los espacios publicitarios de tu programa favorito.
Fuerza. Las capacidades que no entrenas, se pierden. Trabajar con algo de peso (puede ser el del propio cuerpo) te ayudará a mantener la fortaleza que necesitas para labores tan básicas como coger un bebé en brazos o cargar las bolsas de la compra.
Sistema cardiorrespiratorio. Las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de muerte, por lo que parece buena idea ejercitar este sistema para que funcione correctamente. Practicar algún deporte, bailar, correr o patinar son algunas de las opciones más populares.
Alimentación
Como idea general, huir de los productos procesados y enfocarse en lo que muchos nutricionistas llaman “comida real”. Si basas tu alimentación en productos que nacen de la tierra, de un huevo o de su madre; tu salud te lo agradecerá.
En cuanto a la bebida, aparte de agua, infusiones y algún batido con los ingredientes adecuados, el resto son totalmente prescindibles y muchas tienen más riesgos que beneficios.
Descanso
Procura dormir 7-8 horas diarias para que tu cuerpo sea capaz de realizar su trabajo correctamente.
Evita periodos prolongados de estrés, que alteran el equilibrio hormonal y al resto del organismo.
Los hábitos: ¿la clave?
El mayor problema que se observa con muchas personas que siguen un programa para bajar de peso es que no son capaces de mantenerlo a largo plazo. Y normalmente, lo que sucede es un efecto rebote: recuperan todo lo que habían perdido, o incluso más.
Por tanto, y aunque faltan estudios en periodos largos para poder ver los efectos, la solución apunta a un cambio permanente de hábitos.
Para ello, debes tener muy en cuenta las características que hemos destacado para marcarte tus objetivos, y hacer los cambios de uno en uno. Antes de correr, hay que gatear.
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