“¿Por qué siempre dejo todo para después?… lo intento, pero no sé cómo dejar de procrastinar, creo que necesito hacer algo al respecto” – Cristina 27 años.
Procrastinar es una práctica bastante común, todos lo hemos hecho alguna vez, y en ocasiones es indispensable para desestresarse.
Sin embrago, “dejar para mañana lo que podríamos hacer hoy” es un problema serio cuando se adopta como conducta recurrente.
Si te parece que tu destino es “dejar todo al último”, sigue leyendo, que aquí analizaremos sus causas, consecuencias y las mejores formas de enfrentarlo.
Procrastinar o “dejar todo para después” consiste en aplazar las actividades más importantes, y en su lugar, realizar otras que son gratas pero innecesarias.
Dejar de procrastinar, en cambio, implica tomar una decisión: decantarnos por aquello que es importante y supone un esfuerzo, sobre cualquier otra actividad.
Vas a dejar todo para después ¿Y luego?
¿A quién no le ha pasado que prefiere “descansar un poco” antes que ponerse a trabajar? miramos la tv, enviamos un e-mail, nos tomamos un café, etc.
Subestimamos tanto los efectos de la procrastinación, que generalmente no reparamos en ellos hasta que el problema ya es muy grande.
Sin embargo, dejar las cosas para después, siempre conlleva algún tipo de perjuicio personal, ya sea en el trabajo, la familia o incluso la salud.
La consecuencia indiscutible de dejar las cosas para después, es sabotear los propios planes y experimentar mucha frustración.
Además, el procrastinador suele desarrollar un intenso sentimiento de culpa y mucha inseguridad, al verse incapaz de lograr lo que desea.
Inseguridad que se traduce en más distracciones y pasatiempos para “sentirse un poco mejor”, y lo único que logra es aplazar más sus asuntos.
Así es como finalmente la procrastinación se convierte en un círculo vicioso, que para superarse requiere mucha constancia y fuerza de voluntad.
Por lo tanto, lo mejor sería adoptar medidas que nos permitan prevenirla, antes de que se desarrolle y se convierta en un vicio.
A pesar de esto, si ya llevas tiempo dejando todo para después, debes saber que la procrastinación tiene una coraza que puede romperse.
No importa el tiempo que lleve contigo, o que tan avanzado sea tu problema, la clave para dejar de procrastinar está en nuestra actitud.
Que por arraigada que esté, podemos modificarla a base de constancia y repetición. Es decir, tomar la decisión de superarse a uno mismo.
Vale, que no es algo meramente anecdótico, sé que suena trillado. Pero la verdad es que sin esa firme intención no hay más que hablar.
Así que esto es el principio, y hay mucho por hacer, el primer paso es comprender bien y conocer a fondo las motivaciones que nos llevan a procrastinar.
Si conocemos estos motivos, podremos adoptar nuevas y mejores estrategias según sea nuestro caso. Así que ¡vamos a por ello!…
¿Por qué dejar todo para después?
Existen diferentes motivaciones o causas por las que podríamos ser procrastinadores: educación, familia, conflictos emocionales, etc.
Sin embargo, las razones que hacen que unos procrastinen más que otros están bien identificadas. Entre las causas más comunes se encuentran:
1. Sentimiento de Inferioridad
Esto ocurre con frecuencia a personas con baja autoestima, lo cual les hace pensar que son incapaces de lograr lo que desean o de merecer algo positivo.
Aunque en el fondo quisieran lograr sus objetivos, cuando quieren poner manos a la obra hay “algo en ellas” que les dice: “¡no vas a poder!…”
Procrastinar es el resultado de esa creencia inconsciente de incapacidad. Así, terminan dejándose llevar por esa sensación de impotencia.
Si necesitas desarrollar esta convicción de aprecio por ti mismo, te recomendamos la guía de Autoestima PDF para aprender mejorarla.
2. Depresión
Cuando una persona padece depresión el rasgo distintivo es la apatía y la pérdida del interés por actividades que antes disfrutaba.
La motivación disminuye drásticamente, al grado de provocar incapacidad para realizar tareas sencillas o satisfacer necesidades básicas.
La depresión es una enfermedad grave, implica mucho más que sólo procrastinar. Si crees que es tu caso, el apoyo profesional es obligatorio.
3. Perfeccionismo
Las personas perfeccionistas con frecuencia se sienten frustradas, ya que suelen pensar que su trabajo nunca es lo suficientemente bueno.
Por lo tanto, es muy común que opten por aplazar sus tareas, para obtener más o mejores resultados en intentos posteriores.
El problema es que después el tiempo les queda corto, por lo que esperan el “momento idóneo”, momento que pocas veces llega.
4. Exceso de confianza
Lo peor que podemos hacer con la procrastinación es subestimarla, y pensar que dejar todo para el último momento no tendrá consecuencias.
La creencia de que “el tiempo es flexible”, que después podremos actuar de forma rápida y efectiva, esa es la “filosofía del procrastinador”.
5. Baja tolerancia a la frustración
No ser capaces de reconocer nuestros errores, bien sea por una cuestión de convicción personal o por miedo al señalamiento ajeno.
Creer que mostrarse como alguien falible es sinónimo de debilidad. Por lo que se elige “dejar para después” como forma de evasión.
Irónicamente, no hacer las cosas provoca más frustración que intentarlas y fallar; además de ser un rasgo de debilidad que “salta a la vista”.
6. Parálisis del análisis
Pensar en una y mil formas de hacer las cosas, de forma creativa, eficiente, correcta, etc. y nunca elegir una opción o llegar a una conclusión.
Personas que tienden a enredarse en un “mundo de posibilidades”, y cada vez que encuentran una opción, se le ocurre otra y nunca hacen nada.
¿Debemos dejar de procrastinar?
Dejar las cosas para después no es algo inherentemente negativo, y de hecho, es inevitable, pero obviamente depende que cosas.
Es decir, a largo del día y de manera constante nos vemos obligados a tomar una decisión: “¿Qué voy a hacer con mi tiempo?”.
No puede ser de otra forma, estamos inmersos en una dinámica, donde debemos elegir entre una u otra cosa ¡una y otra vez!
Por lo tanto, si procrastinar es inevitable, podría decirse que tomar buenas decisiones es el arte de saber que procrastinar.
Por ejemplo: puedo dejar para después revisar mis redes sociales y en su lugar ponerme a trabajar en mi proyecto de tesis.
Lo sé, parece obvio, pero el error más común (y fácil de resolver), es el de establecer e identificar bien nuestras prioridades.
Específicamente, hay dos tipos de actividades que podemos procrastinar: las actividades del diario vivir y las de mejora personal.
Actividades del diario vivir
Son las actividades relacionadas con las necesidades básicas y las acciones que implica satisfacerlas, limpiar, ordenar, comer, etc.
Por lo tanto, podemos procrastinar incluso las cosas más simples, como dejar un plato en la mesa, y decirnos que “lo levantaremos más tarde”.
Cuando sabemos que tenemos que pagar la luz, y nos decimos que será mejor mañana, después terminamos pagando una cuota de atraso.
Acciones de mejora personal
Son aquellas tendientes al autodesarrollo, se refieren a la congruencia con un código de valores y la consecución de metas personales.
Consiste en posponer aquellas acciones que nos harán avanzar en la vida: emprender un negocio, formarse, desarrollar habilidades, etc.
Por ejemplo: estudiar un determinado tiempo para aprender un nuevo idioma, o cumplir con ciertos requisitos para aplicar a un mejor puesto de trabajo.
Cómo dejar de Procrastinar: Los 10 Antídotos
Cuando de procrastinar se trata, el paso más importante es empezar, y podemos hacerlo optimizando la forma en que nos planteamos el reto.
Como dejar de procrastinar es imposible, (ya que forzosamente tendremos que dejar algo para después), un planteamiento eficaz sería:
“Cómo puedo procrastinar aquello que no es importante, para centrarme en aquello que realmente me importa.”
Así que, presta atención a los siguientes 10 antídotos que te ayudarán a optimizar tu conducta, y empieza a conseguir resultados desde ya.
1. Mantén objetivos claros
Identifica que es lo que te gustaría lograr de aquí a unos años, y hacia donde te gustaría encaminar tu vida.
Dicen que si divides vencerás, así que toma los objetivos que deseas cumplir a largo plazo y divídelos en metas muy pequeñas.
Por ejemplo, si quisieras tener cierta suma de dinero, puedes proponerte ahorrar o conseguir una “X” cantidad cada semana.
Es muy importante que al plantearnos objetivos lo hagamos de forma realista, no todo lo que uno se propone lo puede lograr.
Si estás consciente de ello, y aún así sientes una especial predilección por recorrer ese camino, es señal de que estás siendo realista (y valiente).
2. Encuentra buenas razones
Identifica por lo menos 5 razones por las que deseas trabajar en cada una de tus metas, ¿Por qué son importantes para tu vida?
Entre más significativas sean tus razones mejor, ya que tu motivación aumentará de manera proporcional a la importancia de tus razones.
Es sustancial que hagas una lista de todas tus razones, ya que cada vez que necesites “gasolina” estas estarán ahí para ponerte en marcha.
También es recomendable que repases tu lista con frecuencia, o mejor aún ¡Apréndetelas de memoria!
3. Haz Listas diarias
Es recomendable que hagas listas diarias de las tareas que tienes que cumplir cada día.
Por ejemplo, puedes aprovechar unos minutos antes de dormir para anotar las tareas que tienes que realizar al día siguiente.
De esta manera, te será más fácil llevar a cabo tus actividades y las harás de forma más organizada.
Jerarquiza tus tareas de mayor a menor importancia, si tienes algún contratiempo puedes posponer las menos urgentes.
Cada vez que termines con alguna, las vas palomeando para continuar con la que sigue.
4. Elimina distracciones
¡Deshazte de las tentaciones! procura que en el tiempo y espacio que vas a realizar tus labores, no haya nada que pueda distraerte.
El peor lugar para trabajar es la cama o enfrente del televisor, apaga el móvil y comunica a los demás que no deseas ser molestado.
Eliminar los distractores te permitirá estar más concentrado, realizar tus tareas con mayor eficiencia y terminarlas más rápido.
5. Toma descansos
No intentes mantenerte concentrado por mucho tiempo, ya que al final esto es contraproducente y hace que pierdas mucha energía.
Es mucho mejor tomar pequeños descansos y administrarlos, ya que cuando vuelvas a la carga lo harás sintiéndote como nuevo.
Por supuesto, también puedes y debes descansar cuando sientas las secuelas de la fatiga natural que supone tu actividad.
Pon un tiempo límite a tus descansos y respétalos. Pedirle a alguien que te avise cuando se termine tu receso suele ser muy efectivo.
Si no tienes a alguien consigue una alarma. No te juzgues si sientes que no has avanzado lo suficiente. Respeta y disfruta tus descansos.
6. Practica la gradualidad
Cuando las tareas son muy complicadas o implican mucho tiempo, solemos cometer el error de querer terminarlas de un plumazo.
En estos casos lo más importante es avanzar, trabajarlas un poco, dejarlas respirar y después retomarlas para avanzar otro tanto.
Así que, si crees que te tomará mucho tiempo, calcula la cantidad y frecuencia de “hits” que necesitarás para terminarla.
Un poco como los episodios de una serie o los capítulos de un libro, de esta forma te resultará más divertido y evitarás saturarte.
7. Administra tu energía
Identifica los momentos y lugares en los que te concentras mejor o tienes más energía. Específicamente cuándo y en dónde
Así podrás dedicar esos espacios a las tareas más difíciles, y tendrás energía extra para las más sencillas o que no requieren tanto esfuerzo.
8. Pasa del perfeccionismo
No le des tantas vueltas a las cosas, ya que tardarás mucho en ponerte a trabajar o simplemente terminarás por no hacerlo.
Si sólo piensas en lo mal que pueden salir las cosas mañana, no podrás enfocarte en lo bien que las puedes hacer hoy.
La perfección no existe, “el ahora” es el mejor y único momento para hacer bien las cosas.
9. Involucra a los demás
Si tienes a alguien que te apoye y te de ánimos no dudes en pedirle ayuda. Es un recurso invaluable que muchas veces se pasa por alto.
Compartir nuestros proyectos con familiares y amigos puede servirnos de motivación cada vez que lo necesitemos.
Ahora bien, si te gustan los retos, comprométete a lograr algo ¡y hazlo público! la presión social puede ser una poderosa fuente de motivación.
Basta con que alguien nos pregunte: “¿cómo vas?” para sentir como fluye por nuestras venas esa imperiosa necesidad de tomar acción.
10. Recompénsate
Por supuesto, debes hacerlo cada vez que cumplas una meta (por pequeña que sea), o simplemente por el hecho de haberte esforzado.
¿Cómo te gustaría recompensarte? Elabora una lista con todas las formas que te vengan a la mente: ir al cine, mi platillo favorito, comprar un libro, etc.
Vale, pues se trata de recompensarte de acuerdo al mérito de tus acciones, y no necesariamente de acuerdo a tus resultados.
Es decir, la accion de más mérito implicaría la mejor recompensa, y las tareas más sencillas recompensas menores.
Es una forma de decirle a tu mente inconsciente que vas por buen camino, y que quieres hacer bien las cosas (y de paso subir tu autoestima).
Conclusiones
Aprender como dejar de procrastinar se traduce en el desarrollo de valiosas habilidades, como la toma de decisiones o la administración del tiempo.
Al final, gestionar la tendencia a dejar todo para después, supone muchas más ventajas como virtud, que prejuicios como vicio.
Además, por arraigado que tengamos el hábito de procrastinar, siempre podremos utilizarlo para que juegue nuestro favor, mientras logramos deshabituarnos.
Algunas de esas “jugadas” son los consejos descritos anteriormente, sin embargo, podemos adaptarlos según el tipo de tareas que tengamos que realizar.
Todos podemos hacerlo, como todo hábito nuevo, solo es cuestión de ser perseverantes y estar dispuestos a vencer las dificultades iniciales.
Una vez adoptado y adaptado, no será necesario realizar ningún esfuerzo adicional, ya que se habrá convertido en parte natural de nuestra forma de ser.
Consulta la publicación original: "" de Ayuda Psicológica en Línea.