Pocra....procast... PRO-CRAS-TI-NAR
¡Ea, ya lo he dicho! La maldita palabra siempre se me atasca, y es que es complicada, yo creo que lo hace aposta, para que no podamos hacerle frente.
Todos hemos pasado por una racha (más o menos larga) en la que nos hemos puesto una lista de tareas, o un sueño, una meta. Nos hemos organizado más o menos, o nos hemos imaginado viviendo esa futura vida feliz, plena. Y....¡puf! Ahí se acaba.
Se esfuma, no nos hemos movido para llegar a esa meta o no hemos hecho esta tarea, y nos mira día tras día, desde tu lista, pensando cuándo me tocará a mi. Y a veces, tenemos que ponernos con ello, de prisa y corriendo, porque se acaba el plazo, y los resultados no son lo que esperábamos, por las prisas.
¿Qué es procrastinar?
Es demorar, retrasar algo que tenemos o queremos hacer.
Nos damos motivos (o excusas) para ir dejándolo para luego. Desconectamos con esos objetivos, les restamos prioridad e importancia. Esperamos a que llegue un momento mejor, nos quedamos en una zona de confort, donde estamos tranquilos (hoy). Pero siendo realistas, nunca llegará ese momento 100% perfecto que estamos esperando. Siempre pueden surgir dudas, retrasos, otras excusas, que nos harán seguir retrasándolo más, y más, y más.
Al final, nos las acabaremos llevando a la tumba.
No he podido evitarlo...
Lo peor, es que al final, nos sentimos culpables por ello. Cuando vemos que nos falta el tiempo, o que hemos perdido la oportunidad, o que no hemos hecho lo que queríamos haber hecho...nos duele. Nos damos cuenta que podría haber sido diferente.
¿Por qué procrastinamos?
Antes de comenzar a buscar soluciones, es necesario entender por qué estamos postergando. Qué es lo que nos está impidiendo ponernos en marcha.
Te voy a enumerar los grandes motivos más comunes:
1.- Buscamos la gratificación inmediata, instantánea. El placer (para la mente) en el momento, a corto plazo.
A corto plazo, en el momento, estar tumbado en el sofá viendo una serie es mucho más gratificante que ir al gimnasio ¿verdad? Ver tus redes sociales, frente a avanzar en el trabajo que tienes que entregar; la comida “basura” frente a unos vegetales;... puede haber muchos ejemplos, pero creo que me entiendes.
Son distracciones. Nos dan un, por ponerle nombre, premio instantáneo (siguiendo con los ejemplos, descanso, o diversión, placer) frente a las tareas que tendríamos que estar haciendo (trabajo y esfuerzo, cansancio). Es muy fácil dejarse llevar por estos premios instantáneos, al fin y al cabo, a quién no le gusta un premio ¿no?
Además, en el momento en que las realizamos, no tienen consecuencias negativas. Estas vienen luego, a largo plazo. Vuelvo a los ejemplos de antes. No ir al gimnasio por quedarse en el sofá viendo una serie, en el momento te da descanso, entretenimiento, pero a largo plazo, si estamos intentando llevar una vida más activa, sí que lo tiene, es tiempo que no hemos invertido en movernos, y estamos ayudando a lo contrario de lo que queremos conseguir.
Parar a mirar una notificación en Facebook,...y acabar pasando la mañana
2.- Hay algo que nos asusta. No, no estamos hablando de miedos en plan hay un monstruo y va a hacerme algo. Es un miedo psicológico que nos bloquea y nos impide ponernos en marcha. Podemos ser conscientes de él, o incluso podemos no haberlo pensado. Puede ser por ejemplo, miedo a equivocarse, a cometer un error, miedo a parecer idiotas frente a los demás, o simplemente, miedo a lo desconocido, no sabemos qué puede pasar y nos bloquea. Estos miedos nos hacen postponer, abandonar las tareas, y buscar algo más sencillo y seguro en su lugar. Y volvemos al punto 1: las tareas que nos dan seguridad y placer inmediato.
3.- Nos sobre-estimamos y sobre-planificamos. Puede ser que de pronto, pienses en cambiar, y tu futuro yo sea la persona más eficiente del mundo. Así que, como lo va a hacer bien, preparamos una lista de tareas interminable, porque, ya sabes, tu futuro-yo puede con ello. Y pasan dos cosas: una, que no movamos ni un dedo, tranquilizándonos porque tu futuro yo, ya se pondrá con ello. ¡Relax!
Y otra, que sobre carguemos el día. Planifiquemos hasta cada minuto, todo tareas a realizar. Sí, para ser productivo. Pero...la vida pasa (life happens) y las tareas pueden llevarnos más tiempo del que pensábamos o surgen interrupciones, o algo nuevo que nos descuadra todo el plan que habíamos hecho y hace que sea imposible acabar con él.
4.- Buscamos el perfeccionismo. No digo que no intentes mejorar. No es eso. Yo soy de las que piensan que la autocrítica productiva, la que te hace retarte a ser mejor, a volverlo a intentar y a seguir intentándolo una y otra vez, es buena. Lo que no es bueno es esa crítica, que busca la perfección, y que destroza la moral. Porque la perfección, querida, no existe. Si intentas hacer algo perfecto, es muy fácil no empezar, por miedo a no llegar a ese ideal, por no ser suficientemente buena.
Y más, en cualquier ámbito creativo: la perfección no puede existir, porque implicaría que es una copia, que no es original, que se amoldaría a un canon ya establecido, a unas normas. Y eso impide la creatividad.
5.- Decimos sí a todo. Lo ideal sería poder dedicar el mayor tiempo posible a las tareas establecidas, a las más importantes que tengas, para poder avanzar, lo que se dice, estar enfocada en ellas, concentrando tu energía y poder en cumplirlas. Pero siempre surgen pequeñas cosas, tareas cortas, pequeñas, a las que si decimos sí, me pongo, cada vez que te llegan, suponen un montón de tiempo.
6.- Desmotivación, pura y dura. Ves tu lista de tareas y piensas ¡¡¡¡puffff!!! cualquiera se pone con esto ahora, qué PE-RE-ZA. Puede haber muchos motivos por los que estás desmotivada, y te hacen perder esas ganas de hacer cosas. Es fácil en esos momentos dejarse llevar, y hacer otras tareas que, aunque nos parezcan importantes, en realidad no lo son, y funcionan un poco como un placebo, nos distraen la mente, y nos creemos que estamos haciendo cosas importantes, cuando en realidad, no es así.
Es fácil que se deba a que estás cansada, agotada mentalmente (por el estrés, preocupaciones), y tu mente no puede centrarse en algo. No desconecta y se satura. Tienes flojera mental, tu mente no tiene energía suficiente y está pasiva.
Y por último:
6.- Desorganización. Si no tenemos claras las prioridades, es imposible saber por dónde empezar, y es muy fácil caer en un salto entre tareas (es decir, empezar con una, y en mitad de ella, dar un salto y cambiar a otra tarea). Esto me pasaba mucho cuando era pequeña y mis padres me pedían que limpiara mi habitación. Comenzaba con una estantería, me encontraba con algo, que me hacía empezar otra tarea, y esa nueva, me llevaba a otra. Al final del día, no había conseguido terminar ninguna, mucho menos la primera, que era la importante, y es más, ¡el cuarto estaba incluso peor que al principio!
Otro ejemplo sería dejar todo para el último momento, bajo la excusa de que trabajas mejor bajo presión. Sí, reconozco que en ciertas tareas, yo también trabajo mejor bajo presión, pero al final es un error hacerlo deprisa y en el último momento, ya que a lo mejor el resultado no es tan bueno como podría ser si le dedicases más tiempo, o surgen urgencias que te impiden terminar, o te falta tiempo para corregir errores. Y esto es también muy fácil de aplicar a los estudios. Al final vas al examen con la asignatura cogida por pinzas, en vez de llevarte la lección bien aprendida, con seguridad.
Estos son, para mí, los 6 grandes motivos que afectan a que procrastinemos. Conocerlos es necesario para saber qué es lo que te está afectando a ti, para poder buscar luego soluciones.
Este tema me interesa bastante, así que, en una próxima entrada, te hablaré de trucos y soluciones para cada uno de esos grandes motivos ¡no te lo pierdas!
PD 1. Si a ti también te pasa, que procrastinas, o retrasas el ponerte en marcha y tienes algún caso concreto que no se te ocurra cómo poder solucionar, déjame un comentario.
PD 2. No puedo evitar sentirme como en un trabalenguas con la palabra procrastinar ¿te pasa lo mismo?