No debe ser fácil ver a la persona que quieres sufrir, enfermar, envejecer sin dar tiempo al tiempo, vomitar, llorar….
No es plato de gusto estar día tras día en la consulta del médico, nervioso, tenso, pensando en que esa mala noticia que no quieres oir no llegue nunca, esperando, haciendo lo posible por actuar, hacer sonreir al enfermo que, por supuesto, es el espectador más difícil, el que te devuelve miradas de angustia en vez de sonrisas despreocupadas.
No es sencillo lidiar a diario con tensiones físicas y psicológicas, convivir con el miedo, que convierte vuestra relación en un menàge à trois sin buscarlo, aguantando cambios de humor, cambios físicos, cambios de hábitos, cambios, cambios….
Pero ahora os pido que os pongáis vosotros en nuestra piel, la del enfermo.
No me merezco enfermar, no lo he buscado, no lo he provocado, no he jugado esta lotería.
Me aterroriza morirme, depender de máquinas para vivir, ver la muerte tan de cerca que he podido tocarla.
Mi vida ha cambiado sin yo querer: he madurado de golpe, pasando de brote a uva pasa sin disfrutar la plenitud que da buen vino, y bastante sufro cada día frente al espejo como para ver en tus ojos el reflejo del rechazo.
Me embarqué en este crucero sin billete, de polizón, pero tú me seguiste con tu ticket numerado, porque quisiste. Abandonar el barco en marcha es de cobardes, mucho más sabiendo nadar y tan cerca de la orilla.
Yo también necesito vivir, pero contigo. Yo también necesito desestresar, pero contigo.
Yo también necesito tiempo, pero contigo.
El enfermo sufre, el cuidador también, pero no nos engañemos: el que pende de un hilo es sólo uno de ellos.
Desgraciadamente, el cáncer no pasa, y mucho menos en “mutantes” como yo. Seguiremos necesitando comprensión, compañía, mimos, quizás más que al principio, porque las fuerzas van mermando, y los caídos en el camino dejan huella.
No embarques si no vas a completar el trayecto. Duele más el abandono. Empujas al enfermo a enterrar la cabeza y no querer salir, y emerger cuesta el doble, y tú mejor que nadie sabes lo mermadas que están las fuerzas.
Vosotros, enfermos, no os dejéis engañar con cantos de sirena. Una situación tan límite agota, si, pero os agota a los dos. No perdáis el tiempo en dar oportunidades que no se merecen, quereos mucho, por encima de todo y de todos. Esta vida ya te ha dado regalos envenenados, no busques ni uno más. Caminar sólo cuesta, por supuesto, pero has demostrado ser mucho mas fuerte de lo que todos imaginaban.
Que sepais, que sepas, que sigo el trayecto sola, pero tengo salvavidas. Que no se donde estará el puerto, pero masticaré disfrutando de cada sabor que esta perra vida me deje.
Que me va a ir bonito porque me lo merezco, y nada ni nadie me lo va a impedir.
Y como siempre, gracias por leerme, mas íntimamente que nunca, pero quizá también con las alas más abiertas que nunca.
Os leo!