Existen una serie de comportamientos que a mí, personalmente, me gusta llamar "el círculo de la negatividad". No sé si este término existe realmente o es invención mía, pero yo lo uso y os lo presto. No obstante, creo que estos comportamientos se enmarcan dentro de una actitud con la que todos estamos más familiarizados y que recibe el nombre de autoboicot.
Este "círculo", como yo lo llamo, es un cúmulo de pensamientos pesimistas y autodestructivos que puede compararse a un agujero negro más el ciclo de la lavadora: no hace otra cosa que dar vueltas y vueltas sin parar, sumiéndonos cada vez más profundamente en un pozo si no lo detenemos a tiempo. De hecho, te deja casi los mismos síntomas físicos como si realmente te hubieran metido dentro del tambor.
Desde hace un mes, han tenido lugar en mi vida una serie de circunstancias que me han hecho entrar de lleno en este "círculo de la negatividad" o autoboicot. Dudas de ti mismo, de tus capacidades, de tus objetivos, de tu forma de ver la vida... Afortunadamente, existen una serie de herramientas que te pueden ayudar a salir de ahí. Acudir a un profesional, leer algún libro de psicología positiva, practicar mindfulness, etc.
Hoy, voy a compartir con vosotros algunas actitudes básicas que he ido aprendiendo para evitar hacerme autoboicot.
Las cifras de personas que padecen ansiedad o depresión no deja de incrementarse alarmantemente. Y lo que es peor: cada día afecta más a jóvenes, adolescentes y niños.
¿Por qué? Existen diferentes causas. Yo no soy una profesional de la salud mental, pero creo que vivimos en una sociedad excesivamente competitiva y sobreinformada, en la que desarrollamos ciertos malos hábitos frecuentes que nos producen malestar, agobio, angustia y dolor. Una sociedad en la que reina el pesimismo generalizado (desempleo, inestabilidad política, agitación social...) y el "postureo" de las redes sociales.
Si caes en este círculo y te autoboicoteas, puedes desarrollar pensamientos y sentimientos de fracaso, inadaptación, inseguridad, baja autoestima, un mal autoconcepto, desilusión, preocupación constante... Y un largo etcétera. Es algo totalmente NORMAL y muy COMÚN que toda persona pasa, al menos, una vez en su vida (otras, como yo, varias veces al año). Por eso, es muy importante aprender a manejarlo para que todo eso no nos paralice.
Por desgracia, yo no tengo una solución mágica. Ojalá. Pero la experiencia me ha enseñado que hay ciertas cosas que poner en práctica para mejorar nuestro propio bienestar y salud mental. Parecen muy simples, pero no lo son en absoluto y tenemos que prestarles un poco de atención:
1- Evita compararte con otras personas
¿Quién no conoce ese dicho de "las comparaciones son odiosas"? Pues no se creó por nada.
Vivimos en un mundo ultratecnologizado (¿esto existe?) en el que el rey de la red es el "postureo", lo que genera que no podamos evitar compararnos con el de al lado al ver lo que creemos que es su vida. A veces son simples tonterías: la ropa, los viajes, la casa... Pero otras veces puede tratarse de algo muy serio y patológico.
Ha conseguido trabajo de lo suyo y yo no. Tiene mucho más tiempo libre del que yo podré disfrutar jamás por mis horarios. Parece muy feliz rodeado de su familia y amigos mientras yo no tengo a quién llamar. Etcétera.
Evidentemente, esto no ocurre solo en las redes sociales, pero estas plataformas contribuyen a acentuarlo. Vamos, que lo ponen en bandeja.
Evitar compararnos se dice de forma muy sencilla, pero es difícil de aplicar, especialmente cuando buscamos orientación en los demás. Pero es la base de una vida sana. Lo primero que tienes que tener en cuenta es que todos compartimos lo que nos interesa -y aquí incluyo otro de esos dichos: dime de qué presumes y te diré de qué careces-. Probablemente, tú también estés dando una imagen distorsionada de ti en tu perfil o en el día a día. El problema es que tú a ti mismo te conoces, y crees que los demás también, pero no es así.
Con esto intento demostrar que no es oro todo lo que reluce. TODOS tenemos nuestras luces y nuestras sombras. Vale que esa persona tenga muchos amigos, pero quizá tiene una vida familiar desastrosa. Vale que haya encontrado trabajo antes que tú, pero ignoras sus tareas o condiciones. Del mismo modo, tú tienes cosas envidiables y otras que quizá se debieran mejorar. ¡Es la vida!
Compararte con otros no tiene sentido porque ellos no van a caminar tu camino. Lo vas a hacer tú. Y lo harás a tu única y bella manera. Disfruta de ese camino porque nadie más va a pisarlo. Es lo que te hace único y esa es tu mejor arma. Si todos fuésemos iguales, el mundo no existiría.
2- No anticipes acontecimientos
Esta es mi asignatura pendiente. Yo en vez de nacer con un pan bajo el brazo nací con un título de máster en ansiedad anticipatoria. Así que sí, sé de lo que te hablo.
Algunas personas no podemos evitar elucubrar sobre el futuro haciéndonos falsas expectativas y creando problemas que no son reales. Las expectativas, si son demasiado positivas, son una idealización del futuro que puede no ser la real. Cuando no se cumplen, se produce un choque que da lugar a un gran malestar o, en casos extremos, depresión.
Por el contrario, si lo que creemos que va a pasar es algo negativo, el miedo nos paralizará e intentaremos evitarlo, lo que se traduce en falta de experiencias vitales que podrían haber sido fundamentales y hermosas.
La anticipación nos mata. Nos hace sufrir por cuestiones que pueden no suceder jamás y tomar medidas antes de dejar que las aguas sigan su cauce. La única solución para este problema es centrarse en el momento presente de forma estricta. Para esto, por ejemplo, el yoga y el mindfulness ayudan mucho.
Recordad: hoy es hoy; el futuro no existe; si mañana surge un problema, lo solucionarás entonces.
3- Acepta el miedo, pero no te dejes llevar por él
El miedo es normal y necesario, es una reacción de nuestro cuerpo a lo que considera peligroso. Sentirlo no nos hace ser fracasados ni peores personas. Como dice una canción de Mulán 2: "is okay to be afraid" (es normal tener miedo).
El problema es mirarlo a los ojos. Tendemos a creer que no somos lo suficientemente valientes como para superarlo y eso nos hace recular ante determinadas situaciones, pero lo que debemos repetirnos es que los valientes no son aquellos que no tienen miedo, sino los que lo enfrentan.
Esto es mucho más complicado que escribir una simple frase, ya que el miedo es un sentimiento muy potente, pero lo cierto es que esa es la realidad, y a veces hasta que no reunimos el coraje necesario no nos damos cuenta de ello. Pero lo importante es esto: no eres menos por sentir miedo, pues es normal, pero no dejes que eso te paralice.
4- No te castigues por tus fracasos
Hay una de esas historietas de psicología positiva que se repiten mucho al hablar del fracaso. Os la cuento. En la cultura asiática, cuando se rompe un jarrón, lo arreglan cubriendo de oro sus partes resquebrajadas, de modo que, cuando el jarrón está reconstruido, sus "cicatrices" quedan de color dorado y la pieza adquiere un mayor valor. Esta práctica se conoce como Kintsugi.
Esto pasa tal cuál con las personas. Las personas más sabias son aquellas que han sufrido más fracasos y han sabido aprender de ellos. Es cierto que fallar en repetidas ocasiones nos genera un daño en la autoestima y nos puede hacer perder el rumbo al pensar falsamente que no valemos para eso. No obstante, los fracasos son momentos de aprendizaje que nos hacen mejorar y fortalecer nuestras habilidades.
En lugar de castigarnos, debemos sacar partido de ello y redirigirnos. Os recuerdo lo que dijo Thomas Alva Edison, el famoso inventor: "no fracasé, solo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla". También os recuerdo que, en su día, a Walt Disney no le quisieron en su empresa porque le tachaban de falto de imaginación. Si estos dos genios se hubieran dejado llevar por sus fracasos, hoy en día no tendríamos bombillas y no podríamos ir a Disneyland.
Fracasar es parte de la vida. Y, a veces, es mucho más importante que lograr un gran triunfo.
5- Tú eres tú y tus circunstancias
Esto viene muy al hilo de no compararse, pero va más allá. Cuando estamos confusos o nos sentimos perdidos, es normal que preguntemos a nuestros amigos y familiares cercanos sobre qué debemos hacer. Eso está bien, y siempre habrá quien te dé un buen consejo y te haga sentir mejor, pero por desgracia no siempre es así. Nunca va a faltar alguien que dé la nota discordante.
Con esto quiero decir que intentarán darte consejos sin ser realmente conscientes del momento que vives. No te dejes llevar por lo que otros digan o hagan, porque ellos no son tú y no están viviendo tu vida. Por mucho que algunos intenten ponerse en tu lugar, nunca lograrán hacerlo (es literalmente imposible), ya que todos vivimos rodeados de muchos condicionantes que nos afectan de diversas maneras.
Del mismo modo que tú no puedes juzgar la decisión de alguien porque no conoces su trayectoria ni lo que está pasando por dentro, no dejes que los demás lo hagan contigo. Y, si lo hacen (que lo harán), intenta ponerte unas orejeras bien mulliditas para evitar que sus palabras calen en ti.
¿Cómo podemos poner este consejo en práctica? Confieso que a mí me cuesta MUCHO porque siempre peco de dejarme llevar por los demás, pero básicamente lo que hay que hacer es preguntarte seriamente: ¿qué quiero YO? No qué esperan de mí, ni qué debería hacer, ni nada de eso. La respuesta para muchos no es fácil, por lo que otra forma de afrontarlo es: ¿qué NO quiero? A veces no sabemos muy bien qué queremos, pero estamos completamente seguros de lo que no. Es una buena forma de empezar.
6- No creas todo lo que piensas
La mente va siempre por otro lado, pero no debemos dejarnos llevar por ella. Lo que creemos, pensamos o tememos no siempre se ajusta a la realidad. Todos hemos pensado alguna vez cosas como "no voy a ser capaz", "todos lo hacen mejor que yo", "no tengo talento para esto", etc. Pero no es cierto. Sí eres capaz, tú lo haces igual de bien que los demás y sí tienes talento.
Por eso, cada vez que se te pase alguno de esos pensamientos por tu mente, intenta bloquearlos con todas tus fuerzas y sé consciente que aquello que te ronda por la cabeza no es más que una confusión o un miedo y que no es la realidad. Y, aunque no lo creas, hasta la persona que te parece más segura de sí misma del mundo ha dudado de sus cualidades.
7- Haz oídos sordos a la toxicidad
Hay personas que, sinceramente, no te desean el bien y siempre intentarán verte caer. No pasa nada, es normal. De hecho, puede que nosotros mismos seamos esa persona para otros en algunas situaciones. La cuestión es que las personas tóxicas no traen nada bueno y debemos aprender a identificarlas para alejarnos rápidamente. Nada de lo que nos digan podemos tomarlo en serio.
Mucho se ha hablado ya de las personas tóxicas y no hay mucho más que yo pueda añadir, pero lo que quiero dejar claro es que es muy importante saber quiénes son para actuar en consecuencia, ya sea haciendo caso omiso de sus comentarios (que pueden ser hirientes, humillarte, ponerte en duda...) o corriendo lo más rápido posible para dejarlas atrás.
Por desgracia, esto es algo que, en muchas ocasiones, no podemos controlar, pues estas personas pueden formar parte de tu familia, de tu trabajo o de grupos sociales de los que no es tan sencillo salir. Por ello, al final se convierte (injustamente) en un trabajo interno que debemos hacer nosotros mismos. Ya que van a estar ahí, lo menos que podemos hacer para proteger nuestra salud mental es aprender a bloquearlas y dejar que todas sus acciones nos resbalen.
8- Afirmaciones positivas
Este punto no tiene mucho que ver con los anteriores, ya que es una técnica real en sí. Muchas personas lo utilizan en su día a día como forma de automotivación y, además, se suele recomendar en terapias.
Se trata de hacer afirmaciones positivas para uno mismo, normalmente al comienzo del día. Por ejemplo: me siento muy cómodo en mi propio cuerpo. Los diferentes estudios sobre el tema afirman que ayuda a lograr tus metas porque, inconscientemente, trabajas por ello. Es complicado de explicar, pero podéis buscar información sobre ello en webs y libros especializados.
Además, yo englobo en esta categoría todas aquellas cosas por las que uno se siente agradecido o feliz. Es bastante simple: al acabar el día pregúntate cosas como "¿por qué me siento agradecido?", "¿qué es lo mejor que me ha pasado hoy?" o "¿cómo podría (yo) haber mejorado mi día?". Con estas preguntas, somos plenamente conscientes de las cosas positivas que tenemos y que, a veces, pasamos por alto. Una familia que siempre te apoya, unos amigos con los que puedes contar, una pareja que te adora, una mascota maravillosa... Al mismo tiempo, nos recuerda esa pequeñas cosas de las que disfrutamos cada día y nos insta a buscar maneras de mejorarlos.
Yo esto lo hago gracias al diario The Five-Minute Journal y es una excelente práctica para poner los pies sobre la tierra, reflexionar, relajarse y enfocarse en las metas. Estas pueden ser tangibles (un sueldo más alto, una cosa bonita...) o intangibles (mejor autoestima, más confianza en uno mismo...).