Un equipo de científicos brasileños ha encontrado que el entrenamiento de fuerza puede reducir la grasa hepática y mejorar los niveles de azúcar en la sangre en personas con diabetes. El estudio, realizado en ratones, se publicó en junio de 2019 en el Journal of Endocrinology.
La insulina es una hormona que el páncreas produce para regular los niveles de azúcar en la sangre. Cuando el cuerpo no produce suficiente insulina o no puede usarla, ocurre diabetes. En muchos casos, las personas pueden evitar la diabetes siguiendo una dieta saludable y haciendo ejercicio.
Para desarrollar nuevos fármacos que reproduzcan algunos de los beneficios de la actividad física, un equipo de científicos en Brasil analizó los efectos del entrenamiento de fuerza en los hígados de ratones.
El nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Campinas (UNICAMP) en el estado de São Paulo, Brasil, encontró que el entrenamiento con pesas puede reducir la grasa hepática y mejorar los niveles de azúcar en la sangre en personas con obesidad y en personas con diabetes.
El hígado desempeña un papel clave en el control de la glucemia y en el desarrollo de la diabetes. Este órgano produce, almacena y controla los niveles de azúcar en la sangre. Si el cuerpo produce demasiada grasa, puede acumularse en el hígado y provocar inflamación e insuficiencia hepática. Las personas con sobrepeso tienen un alto riesgo de desarrollar enfermedad hepática y diabetes.
“El hígado debe producir glucosa solo en condiciones de ayuno, pero si la señalización de la insulina en el tejido se ve afectada, el hígado libera glucosa en el torrente sanguíneo incluso después de la ingesta de carbohidratos , cuando los niveles de insulina son altos, y esto aumenta el nivel de azúcar en la sangre”, explican los investigadores.
Los efectos del entrenamiento con pesas en ratones
Los investigadores dividieron los ratones en tres grupos. El primer grupo siguió una dieta estándar y se mantuvo sedentario. El segundo grupo siguió una dieta alta en grasas durante 14 semanas, pero se mantuvo sedentario. El tercer grupo siguió la misma dieta que el segundo grupo durante la misma cantidad de tiempo, pero se sometió a un entrenamiento de fuerza durante 2 semanas. Este entrenamiento consistió en subir escaleras 20 veces al día a intervalos de 90 segundos con un peso en la cola.Al final del estudio, los resultados mostraron que a pesar de que los ratones que hacían ejercicio seguían siendo obesos, sus niveles de azúcar en la sangre mejoraban significativamente, mientras que los ratones en el grupo de obesos sedentarios todavía tenían diabetes.
El protocolo de ejercicios solo duró 15 días porque los investigadores querían demostrar que los beneficios tenían una asociación directa con el entrenamiento de fuerza y no con otros factores.
Beneficios del ejercicio en el hígado
Los científicos analizaron los efectos del entrenamiento de fuerza en el tejido hepático y descubrieron que el ejercicio reducía la grasa hepática en un 25-30% y disminuía la cantidad de proteínas que causaban la inflamación. Aunque los beneficios fueron significativos, los ratones en el grupo de ejercicio todavía tenían aproximadamente un 150% más de grasa hepática que los ratones que seguían una dieta balanceada.“Todo el mundo sabe que el ejercicio físico ayuda a controlar la enfermedad. Nuestra investigación se centra en cómo y por qué es así, en los mecanismos involucrados. Si podemos descubrir una proteína clave cuyos niveles aumentan o disminuyen con el entrenamiento, habremos dado un paso hacia el desarrollo de medicamentos que imitan algunos de los beneficios del ejercicio físico”, explican los investigadores.
Para evaluar estos mecanismos, los investigadores analizaron los beneficios del ejercicio en el control de la producción de glucosa en el hígado, también llamada gluconeogénesis hepática. Le administraron piruvato, el principal sustrato que el hígado utiliza para producir glucosa, a los ratones para evaluar su tolerancia.
Los resultados mostraron que los ratones que hacían ejercicio producían menos glucosa que el grupo de obesos sedentarios, a pesar de que recibían la misma cantidad de piruvato. Estos hallazgos sugieren que el entrenamiento de fuerza causó alteraciones metabólicas que hicieron que el hígado fuera más sensible a la insulina.
El equipo también investigó cómo el ejercicio reducía la grasa hepática al analizar la expresión tisular de los genes asociados con la lipogénesis (síntesis de ácidos grasos y triglicéridos, lo que contribuye a la acumulación de grasa) y la lipólisis (degradación de los lípidos para su uso como fuente de energía por parte del organismo). Los hallazgos mostraron una tendencia hacia una mayor acumulación de grasa hepática en los ratones sedentarios.
Este estudio demostró que el entrenamiento de fuerza condujo a beneficios en el tejido hepático que no estaban relacionados con las contracciones esquelómicas. Los investigadores plantearon la hipótesis de que una proteína llamada clusterin podría desempeñar un papel en la comunicación entre los músculos y el hígado. Si investigaciones adicionales confirman esta hipótesis, el equipo puede probar tratamientos con alternativas sintéticas.