La insulina es una hormona que se produce en el páncreas, regula el exceso de azúcar en la sangre y la convierte en energía, motor de nuestro cuerpo para realizar las actividades diarias. Es la llave que permite el paso de la glucosa de la sangre a las células.
Cuando hay resistencia a la insulina o síndrome metabólico (SM) significa que las células no responden bien a la insulina y tienen dificultades para absorber la glucosa y el páncreas tiene que generar más insulina para mantener el nivel correcto de glucosa en sangre, pero llega un momento en que sobrecarga y ya es incapaz de reducir la glucemia, con lo que puede originar prediabetes.
Las mujeres embarazadas producen más insulina, una de tantas hormonas que se alteran cuando empieza una nueva vida dentro de tu ser. La insulina tiene un papel muy importante en cualquier actividad que realices y complejas funciones del proceso metabólico.
Mientras que el bebé se desarrolla gracias a las hormonas de la placenta, esta mismas impiden que la insulina entre en el cuerpo de la madre, “resistencia a la insulina”, aumentan los niveles de azúcar en sangre y en la embarazada provoca la diabetes gestacional.
En un control prenatal, se detecta sobre los 5 meses, pero hay personas que la sufren sin saberlo, se detecta al hacer una analítica de sangre. Y si no es tratada provoca diabetes.
¿CUÁLES SON LAS CAUSAS PARA TENER RESISTENCIA A LA INSULINA?
Se dan factores de riesgo para padecerla:
El sedentarismo: no se reducen grasas, glucosa
Antecedentes familiares con diabetes.
La obesidad: sobre todo en cintura.
Dieta: mala alimentación (grasas saturadas y dieta rica en sodio) o nutrición pobre
Envejecimiento: hay una progresiva pérdida de la capacidad pancreática para producir insulina.
El uso de esteroides anabolizantes, utilizados por deportistas.
Fármacos como cortisona (corticoides).
CÓMO SE DIAGNOSTICA:
Normalmente no provoca síntomas, pero hay algunos relacionados con otras patologías que pueden hacer sospechar de resistencia a la insulina.Aumento de la sed, necesidad de beber.
Aumento de la micción, ya que la glucosa aumenta la producción de orina.
Mayor necesidad de ingerir hidratos de carbono.
Sensación de cansancio.
Oscurecimiento de algunas zonas de la piel, como axilas, ingles o cuello.
Aumento de peso.
Triglicéridos alto.
Colesterol bueno (HDL) bajo.
La resistencia a la insulina aumenta el riesgo de padecer diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial y sobrepeso. Pero en sí no es una enfermedad, por lo que podemos revertir este proceso cambiando los hábitos alimentarios (dieta mediterránea) y con la práctica de ejercicio físico (aeróbico como anaeróbico).
La dieta mediterránea es rica en antioxidantes, aceites esenciales, mayor cantidad de verduras, frutas, y pescado y pequeñas cantidades de carne.
Cambiando de estilo de vida se cambia el impacto sobre el SM.