Para ello hay tres elementos que nos ayudan a recuperarnos de todo signo de cansancio: agua para mantenernos frescos e hidratados, fruta para inmunizarnos y frutos secos para conseguir energía. Todo ello de forma sana y aportando los nutrientes adecuados a nuestro organismo.
El agua, nuestro mejor componente
Aunque el trabajo de oficina no requiera demasiados esfuerzos físicos, el desgaste que supone la actividad mental también repercute en la pérdida de hidratación. Nuestro cuerpo se compone de un 70% de agua, por lo que a pesar de que no aporte nutrientes directamente, el suministro de líquidos constante es más que necesario para mantener el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
Es por ello por lo que muchas empresas no dudan, y hacen correctamente, en proporcionar dispensadores de agua del tipo de los que proporciona Agua Edén, debido a que es la forma más rápida y segura de proporcionar a los empleados el nivel de hidratación y el confort laboral que necesitan.
La fruta: el mejor medicamento para el día a día
¿Quién no tiene bien presente la recomendación de tomar cinco piezas de fruta y verdura diaria? Pese a que no nos quitamos la máxima de la cabeza, el estrés, las prisas o el no darnos un respiro puede hacernos caer en obviar que con una ensalada en la cena o una pieza de fruta en el desayuno no tenemos suficiente.
Las frutas son un alimento muy beneficioso y sin apenas restricciones en su consumo, por lo que es lo adecuado para comer entre horas y para conseguir la dosis de vitaminas y componentes que necesitamos en el día a día.
Desde aportarnos nutrientes y el consecuente aporte de energía, hasta inmunizarnos de dolencias y enfermedades, la fruta es nuestro mejor aliado para evitar el desgaste de someternos a mínimo ocho horas de jornada laboral.
Los frutos secos: el picoteo más adecuado
¿Quién es capaz de pasarse ocho horas sin inmutarse con un único descanso para comer? Con este planteamiento sobre la cabeza, surge el afamado “picoteo”: una forma de comer mediante pequeñas piezas y que permiten hacer la espera para el plato fuerte mucho más llevadera mientras continuamos con nuestra productividad.
Este planteamiento nada descabellado en el entorno laboral, entraña sus riesgos si elegimos grasas saturadas o alimentos contundentes como forma de comer entre horas. A los ya conocidos como el colesterol o la tensión arterial, se le suman otros efectos secundarios nada deseados como el cansancio y la pesadez de estómago.
Cuando picoteamos debemos aportar energía, y no cargar a nuestro organismo ocupado en la capacidad mental con otras tareas como la digestión. Es aquí donde los frutos secos entran en juego como el mejor salvavidas.
Además de tratarse de un alimento rico en nutrientes, en crudo (mucho mejor que fritos o procesados) reducen los niveles de estrés, colesterol y aportan también minerales, potasio, calcio, fósforo, hierro y zinc entre otros beneficios.
En definitiva, el tridente agua, fruta y frutos secos supone el mejor aliado para mejorar el rendimiento y nuestra salud en el entorno laboral, además de hacernos más llevadera y agradable la tarea.