1. Evita moqueta, tapizados y alfombras en la medida de lo posible, tanto en casa como en la oficina. Cuando diseñes el suelo de tu hogar o lugar de trabajo, busca aquellos materiales más pulidos y con menos uniones entre las diferentes partes, ya que esas rendijas y recovecos son bastante inaccesibles y suelen ser un hogar para hongos, ácaros y otros microorganismos molestos para los alérgicos y alérgicas.
2. Si vives en un lugar húmedo o por fenómenos meteorológicos concretos la humedad supera el 50 por ciento, emplea deshumidificadores.
3. Si tienes jardín, evita las plantas de género masculino, que son las que producen el polen.
4. Ventila al menos una vez al día y deja que entre el sol en las habitaciones. Si vives en lugares rodeados de plantas, ten en cuenta que estas liberan el polen principalmente al amanecer, con los primeros rayos de luz, así que si éste es el alérgeno que quieres reducir, procura abrir las ventanas más tarde.
5. Para recoger precisamente esas partículas de polen y otras sustancias potencialmente dañinas, conviene que purifiques el aire cuando aspires tu casa y después de ventilar.
6. Lo mejor para ello es utilizar aspiradores con filtro de alta captación (HEPA) como los de Filterqueen, que capturan más del 90 por ciento de las sustancias que flotan a nuestro alrededor. Si tu aspirador los tiene, límpialos correctamente una vez cada semana.
7. Lava de forma periódica los tejidos de tu casa, es decir almohadas, cojines, cortinas, ropa de cama. Si tienes secadora, programa un secado a altas temperaturas que terminen con todos los microorganismos.
8. Puedes utilizar materiales hipoalergénicos. En el mercado podrás encontrar cojines o almohadas especialmente diseñados para personas alérgicas.
9. No te automediques si no sigue los consejos de tu alergólogo o alergóloga.
10. Evita las mascotas o limita las zonas de la casa a las que pueden acceder. Recuerda que a más habitantes de la casa, sean de la especie que sean, mayor limpieza necesaria.