eEl número de operaciones de cirugía estética aumenta con la llegada del verano ya que son muchas las personas que aprovechan las vacaciones para someterse a esa intervención deseada sin perder días de trabajo y sin “tener que dar muchas explicaciones”. De hecho, se calcula que una de cada cinco personas que se realiza una cirugía estética lo hace en la época estival. Pero someterse a una cirugía tiene sus ventajas e inconvenientes, y es algo que puede suponer riesgos que es necesario conocer. Además, es necesario revisar si las razones para someternos a la operación son las adecuadas, porque la intención de operarse el físico puede esconder trastornos que pueden derivar desde una falta de autoestima hasta una adicción enfermiza que esconda un tipo de ansiedad que debe ser tratada.
Problemas que se esconden detrás de la cirugía estética
Las operaciones de cirugía estética pueden tener beneficios para aquellas personas que, presentando un adecuado equilibrio emocional, han querido cambiar algún aspecto de su físico con el que se sentían incómodas, pero a veces esconden complejos y trastornos psicológicos que deben ser descubiertos y tratados.
Uno de ellos, explica Amaya Terrón, psicóloga colegiada y fundadora de Psicología Amaya Terrón, es la dismorfofobia que es una creencia obsesiva o una preocupación personal exagerada por poseer un defecto en el aspecto físico y que es prácticamente imperceptible para otra gente. “Las personas que padecen este tipo de trastorno, son temerosas de la opinión que otras personas puedan hacer sobre ellas y su aspecto físico. La imagen corporal está distorsionada y pueden llegar a describirse a sí mismas como “deformes” o “monstruosas”, cuando en realidad su aspecto es normalizado. Les provoca una gran ansiedad el hecho de exponer el motivo de su miedo o fobia y no responden a racionalización”.
Otro problema que se esconde detrás de la intención de someterse a una intervención es la aceptación social; “existen personas que creen que al tener un estándar de cuerpo o aspecto físico van a ser aceptados y/o queridos socialmente. Una búsqueda desesperada externa de aprobación que condiciona sus decisiones y hace poner constantemente su vida en peligro es un problema psicológico que difícilmente se corrige con bisturí”, apunta Amaya.
También existen ciertos complejos que atormentan a la persona la cual les da un valor sobredimensionado y de ahí el malestar que producen. Como pensamientos distorsionados que son, pocas veces tienen que ver con la realidad del individuo y realmente es la propia persona la que ha exagerado ese complejo y le ha dado importancia superior a la debida.
La baja autoestima es otra de las razones que se ocultan detrás de una intervención estética. “Una autoestima que se base o dependa de factores externos de forma exclusiva no es una autoestima sana desde el punto de vista psicológico y debe ser revisada antes de someterse a cualquier cambio estético por la poca estabilidad de este aspecto de la psique”, añade.
En todos estos casos, comenta Amaya, “la intervención quirúrgica no soluciona el malestar de la persona, pues existe un problema de fondo más complejo”.
Consecuencias psicológicas del abuso de este tipo de intervenciones
Otro de los peligros que entraña la cirugía estética es la adicción a las operaciones, algunas personas, cuando superan el miedo a los retoques, se enganchan a la necesidad psicológica y enfermiza de repetir una y otra vez en busca del cuerpo perfecto.
“Detrás de la adicción a los cambios en estética hay un tipo de ansiedad que merece ser atendida”, reconoce Amaya. “Las ideas de perfección son bastante dañinas en las personas, y éstas deben ser tratadas de antemano. La necesidad de cambio constante es un pensamiento y conducta que no es aconsejable y que puede llevar a las personas a tomar decisiones erróneas de las que puedan arrepentirse en un futuro y a exponerse a correr riesgos innecesarios”.
¿En qué casos estaría indicada una operación de cirugía estética?
Una operación de cirugía está indicada en aquellos casos de personas sanas desde el punto de vista psicológico y físico en los que los beneficios de la intervención sean mayores que los riesgos que conlleva y que éstos sean debidamente tenidos en cuenta por el paciente que va a practícasela, quien también haya trabajado previamente expectativas sobre los resultados de la intervención, informa Amaya.
“Es importante que antes de someterse a una operación de este tipo el paciente se pregunte: ¿Lo hago por mi o por otras personas? ¿Me siento presionado o soy libre en la elección?”, continúa. “Antes de que las personas se sometan a estas operaciones deben hacer el ejercicio de revisar los motivos reales que les lleva a someter su cuerpo a un cambio, en muchas ocasiones radical”.
También es importante que todas las personas que vayan a someterse a una intervención de cirugía estética se sometan a un estudio psicológico, por parte de un profesional de la psicología, para que averigüe si la persona es estable emocionalmente y no carga con ningún trastorno psicológico.
Hay dos tipos de operaciones de estética: la reparadora o reconstructiva que está encaminada a reconstruir o reparar la forma o la función de aquellas estructuras del cuerpo que o bien por problemas genéticos, traumas externos como heridas o quemaduras, cirugías previas o tumores han quedado afectadas estéticamente dañando la autoestima de la persona; y la otra es la cirugía estética que se realiza para mejorar las estructuras del cuerpo o el rostro con la intención única de mejorar estéticamente su aspecto externo y la autoestima como consecuencia. “Ambas son perfectamente aceptables y tienen sus funciones y motivos. A veces se tiende a caer en la idea de superficialidad de las personas que sin necesitar se someten a estas cirugías, pero no es un acierto, ya que cada una tiene su motivo y su por qué”, explica Terrón.
Consejos para los pacientes que se someterán a una cirugía
Hacer el ejercicio personal de la verdadera motivación que le lleva a someterse al cambio.
Valorar otras alternativas menos intrusivas antes de someterse a técnicas más agresivas para el cuerpo.
Hablar con personas allegadas y de confianza que le pueden apoyar sin dejarse influir en sentido contrario. Una ayuda pre y post operatoria siempre es aconsejable.
Asegurarse de conocer la titulación y los trabajos previos realizados del cirujano.
Hablar con franqueza y total honestidad de lo que esperan con el cirujano antes de tomar la decisión y dejarse ayudar por las opiniones de expertos.
Valorar objetivamente el riesgo/beneficio y las posibles complicaciones que se puedan derivar.
Informarse todo lo posible sobre lo que van a hacer y no ir “a ciegas”.
Tanto en el preoperatorio como en el postoperatorio, seguir las indicaciones del cirujano.
Psicológicamente preguntarse no solo el porqué, sino el para qué, y prepararse para la decisión tomada.
Agradecimientos: Amaya Terrón, psicóloga colegiada y fundadora de Psicología Amaya Terrón.
Imágenes (por orden de aparición): phalinn/Flickr, phalinn/Flickr, Zdenko Zivkovic/Flickr y phalinn/Flickr.