Se trata de una afección dermatológica muy frecuente, sobre todo en adolescentes y jóvenes, que se presenta principalmente en la cara, aunque también puede aparecer en el pecho y en la espalda. Aproximadamente el 70% de la población ha padecido alguna vez con mayor o menor virulencia esta dolencia.
Un problema hormonal
Las famosas espinillas aparecen en los folículos pilosebáceos, es decir, donde sale el pelo, ya que ahí se segrega una grasa que sirve para proteger la piel. Durante la pubertad, la secreción de hormonas aumenta, lo que provoca un incremento de la producción de esta grasa, de ahí que los más jóvenes sean los que soporten esta incómoda y antiestética patología. También es frecuente durante la menstruación, debido a que los niveles hormonales son mayores. Esta fuerte cantidad de grasa en la piel obstruye los folículos y forma un tapón, que provoca que afloren puntos negros y/o granos, y favorece que las bacterias presentes en la piel se multipliquen.Sin embargo, hay una parte de la población que sufre este mismo problema, pero con lesiones más graves y de mayor intensidad. A parte de las espinillas, la piel se enrojece, se inflaman los granos, y en los casos más graves aparecen nódulos y quistes. Estas afecciones más complicadas se pueden producir por una queratinización anormal, es decir, un exceso de escamas en la parte inferior del folículo, por una producción de grasa demasiado intensa, o por la mayor presencia de bacterias en el folículo sebáceo.
Hay otros factores, como la exposición a altas temperaturas, el estrés, la piel grasa, desordenes endocrinos y ciertos medicamentos con cortisona y con hormonas masculinas, que pueden favorecer la aparición del acné.
Falsos mitos
La mala información acerca del tema ha hecho que muchas creencias populares acerca de las causas de la aparición de los granos estén muy arraigadas en nuestra sociedad. Sin embargo, en contra de lo que se piensa, el acné no tiene nada que ver ni con la suciedad ni con la comida. La limpieza ayuda a eliminar la grasa, pero es ésta y no la suciedad la que provoca la aparición de granos.En los alimentos siempre hay duda. Aunque es generalizada la creencia de que algunos alimentos grasos pueden empeorar la afección, más bien depende de una sensibilidad muy personal, así que cada persona debe prescindir en su dieta de aquellos alimentos que observen que le hacen empeorar sus erupciones cutáneas. Casi siempre, la grasa de cacao es el alimento que suele general mayor susceptibilidad en las personas que sufren acné.
Tampoco, evidentemente, la sexualidad tiene nada que ver con el acné. Uno de los mitos más conocidos es achacar la aparición de granos a la autoestimulación genital. Sin embargo, se trata de un error heredado del puritanismo y del desconocimiento que nada tiene que ver con la realidad.
Cuida de tu piel
Uno de los consejos más habituales para mejorar los efectos del exceso de grasa cutánea es el de lavarse la cara frecuentemente, dos o tres veces al día con jabón neutro o lociones dermatológicas, lo que elimina las obstrucciones de sebo. Suele ser suficiente un sutil masaje sobre la cara con un jabón sin esencias durante cuatro o cinco minutos, sin actuar sobre partes más doloridas, con suavidad. En algunas ocasiones, un producto antibacteriano puede ser un buen complemento. Hay que utilizar una nueva toalla cada día y evitar cremas y cosméticos oleosos. Es muy importante no tocarse la zona afectada: no apretar, presionar, dañar o rascar la piel, ya que esto empeora la curación.En el caso de que esto no sea suficiente, el dermatólogo puede proporcionar tratamientos sencillos que se aplican por vía tópica, o bien antibióticos por vía oral o medicamentos de tipo andrógeno.
Los 'peeling' de hidroxiacido suelen ser soluciones muy apropiadas, ya que limpian los poros de la piel, previenen las espinillas y eliminan los puntos negros. Las sustancias exfoliantes se utilizan para eliminar el exceso de células de queratina. También se utilizan lociones del 5 ó 10% de bencil-peroxidasa, la aplicación local de lociones con antibióticos, como la clindamicina o la eritromicina, o bien de ácido retinoico o derivados, como la tretinoina, que facilita la apertura de los poros.
La exposición controlada por un médico a los rayos ultravioleta también puede ser útil. En los casos más graves, puede aplicarse un tratamiento oral con isotretinoina, aunque debe ser administrado por un especialista, ya que es un medicamento muy fuerte, e incluso inyecciones de cortisona en zonas más dañadas. Una de las preocupaciones más frecuentes es la aparición de cicatrices tras la infección cutánea, pero afortunadamente, es posible eliminarlas mediante dermoabrasión.