Si te dieran carta blanca; si pudieras ser lo que quisieras; si te pusieran una bola mágica sobre tu mano para que pudieras elegir, ¿a qué te dedicarías?
Esa es la pregunta que deberías hacerte. ¿Qué te gustaría hacer en la vida? ¿Dónde crees tú que podrías sobresalir? ¿Dónde lo harías mejor y dónde serías más feliz?
No me salgas con la respuesta de que te gustaría ser rico y hacer lo que te diera la gana, porque sabes que no voy por ahí. En serio, hazte estas preguntas que todos debiéramos plantearnos y después medita sobre por qué no puedes conseguirlo.
Claro, después de meditar la respuesta sale sola. No puedes conseguirlo porque no te dan carta blanca, porque no tienes esa bolita. Pero claro, esa es la excusa fácil para no enfrentarnos con la realidad. Yo te voy a decir cuál es la verdad. La única verdad es que para ello hay que trabajar, pero trabajar con determinación, con ganas, con ilusión, con pasión, con fuerzas y con la suficiente confianza en uno mismo como para no detenerse ante nada. Arriesgarse dejando a un lado lo que uno tiene y dirigir los pasos hacia ese camino que conduce hacia el objetivo, pero que puede estar lleno de obstáculos y monstruos desconocidos que pueden acabar con el sueño.
Claro, eso de tener carta blanca es tener la seguridad del resultado, pero la vida no es así. No hay nada de lo que hagas que te asegure el resultado. ¿Hacer o no hacer? ¿Ir o no ir? El resultado tienes que buscarlo tú e ir a por él a pesar de los posibles monstruos del camino. Porque, ¿sabes una cosa?, puede que los monstruos los tengas ahora mismo a tu lado y que permanezcan contigo durante toda la vida, si no eres capaz de buscar tu propia carta blanca, tu propia bolita mágica.
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