El fútbol tiene muchos aficionados y defensores apasionados, así como muchos detractores, críticos y enemigos. Pero, ¿dónde está lo bueno del fútbol?, ¿dónde está lo malo?
No vamos a negar el poder que tiene el fútbol. ¿Quién lo puede negar? Es uno de los mejores espectáculos para tener distraídas a las masas, creando entusiasmo, afición e ilusión. Es uno de los negocios en los que todos están contentos, clientes (espectadores), trabajadores (jugadores) y por supuesto los directivos. Si cualquier otra empresa tuviera el mismo poder y mantuviera entre sus empleados y sus clientes los mismos principios adictivos que tiene el fútbol, sus ingresos se triplicarían.
Pero la mayoría no se detiene en aquello en lo que no resaltan los focos con su luz potente. La gente dirige su vista hacia donde va el balón. La gente no se detiene en aquello en lo que verdaderamente tiene ahí presente pero como enseñanza no como espectáculo. Normalmente vemos lo que sobresale pero no descubrimos lo que se esconde, y precisamente en lo que esconde o en lo que no permanece iluminado, hay valores importantes y aplicables a nuestra vida diaria.
Fíjaos en la figura del entrenador. Escoge a cada uno de su equipo y lo pone en el puesto donde mejor puede realizar sus funciones. Tiene que conocerlos, saber cómo es personalmente cada uno, sus cualidades y sus defectos. Enseña las jugadas, las estrategias, las tácticas, aquello que los mantiene en forma y a su vez corrige sus defectos mejorando los resultados. Además, lucha por un equipo ilusionado, motivado e implicado en el objetivo y unido para participar y compartir cada momento y cada acción, consiguiendo que todos trabajen, jueguen y se diviertan.
¿Os imagináis esto trasladado a vuestra empresa, a vuestro lugar de trabajo? ¿Un jefe que conoce a cada uno de su equipo, sus cualidades y defectos, que los mantiene ilusionados, motivados e implicados enseñándoles las mejores estrategias para sacar el mejor provecho a su trabajo, ayudándoles además en la mejora de resultados, procurando corregir los errores, estando a su lado haciéndoles sentir parte importante del equipo, parte importante de la empresa, y capaces de apostar por cualquier proyecto para ganar y meter gol a la competencia y además, que el espectador (el cliente) grite eufórico transmitiendo su satisfacción por un trabajo bien hecho? ¿Un entrenador (un jefe) que transmite pasión y entusiasmo, viviendo y sufriendo con ellos, liderando al conjunto, yendo por delante, viendo los problemas y aportando soluciones?
Ahora, trasladad estas reflexiones al mundo laboral. ¿Cuántos directivos, cuantos jefes aficionados al fútbol que ven casi a diario todas estas acciones en el campo de juego, aplican esas técnicas en sus empresas o en sus departamentos, con sus colaboradores? ¿Cuántas empresas logran que todo su equipo se implique y quiera meter gol? ¿Cuántas empresas consiguen que los clientes estén entusiasmados con la jugada y confíen plenamente en el resultado viviendo el partido?
Lamentablemente no todas las que debieran, ¿verdad? ¿Qué pasa, que la vista solo queda en el balón? Pues qué pena ¿no? ¿Por qué uno no puede divertirse y a la vez sacar ejemplos aplicables para la empresa? El deporte es uno de mejores métodos para aplicar sus sabidurías y sus enseñanzas en el mundo laboral y sin embargo, la vista solo queda en el trofeo.
Pero hay más, el fútbol así como todos los deportes, pueden transmitiros muchas más enseñanzas que os contaré en el segundo capítulo de "¿Se puede aprender algo del fútbol?" Pero como es un tema que suscita cierta curiosidad, se lo voy a dedicar solo a mis suscriptores. No te preocupes, tú también puedes serlo. solo con pinchar en "suscríbete" pasarás a ser considerado como suscriptor y recibirás el segundo capítulo y además cada nuevo artículo que publique. Sin publicidad, sin spam y sin gaitas. Así de fácil.