Para muchos nuestras horas de sueño son sagradas y que sean interrumpidas, sea por lo que sea, no suele ser algo que nos siente bien. Entre los problemas que puede causar el no dormir bien están la somnolencia excesiva, el dolor de cabeza, la irritabilidad, dificultad de concentración, pérdida de memoria o cambios de carácter. Para que todo esto ocurra basta con que ronquemos o convivamos con una persona que lo haga.
Generalmente los ronquidos simples se producen según la caída de nuestra lengua y por la vibración de los tejidos poco tensos cuando descansan los músculos de alrededor de la orofaringe o bien por una gran cantidad de tejido graso en la garganta.
Pero no son pocos los casos en los que este ronquido va de la mano de un trastorno más importante, el Síndrome de Apneas Obstructivas del Sueño (SAOS). Este es un trastorno en el que la vía aérea superior es obstruida durante el sueño profundo y en episodios repetidos. Estas obstrucciones provocan que podamos dejar de introducir aire en nuestros pulmones entre 10 y 30 segundos. Después, al intentar respirar, cambiamos a un sueño más ligero. Esto provoca ronquidos, apneas, episodios de asfixia, insomnio y pesadillas, sueño agitado o reflujo gastroesofágico.
Esto afecta entorno al 6% en hombres y 4% en mujeres de edad medía y a un 25% en mayores de 65 años. La apnea puede ser causada por el bloqueo de las vías respiratorias por parte de la lengua, las amígdalas o la campanilla. También el fumar o tomar alcohol, tomar medicamentos para dormir o dormir boca arriba son posibles causas.
El SAOS se diagnóstica por una polisomnografía y su tratamiento depende del paciente, aunque hay consejos generales como: perder peso si existe obesidad, no fumar, no tomar alcohol, ningún medicamento que nos induzca al sueño, dormir de lado o boca abajo y que hayan pasado 2 o 3 horas entre que cenamos y nos acostamos.
Fuente: Dr. González Lagunas, QmaxDental