La temperatura corporal
No hay referencia alguna sobre cuánto puede durar la fiebre, ya que éste vendrá determinado por aspectos particulares del paciente como la edad o el tipo de infección o enfermedad que sufra.
Para medir la temperatura corporal se utilizan los termómetros. Los termómetros para medir la fiebre se encuentran en dos tipos: los más comunes son los de vidrio, pero últimamente se recurre más habitualmente a los electrónicos. La fiebre puede ser medida en la axila, en la boca o en las nalgas a través del recto. Se dice que una persona tiene fiebre cuando su temperatura es superior a 37,2– 37,5ºC, o más de 38ºC si se mide por vía rectal.
Existen multitud de factores que pueden alterar la temperatura de nuestro cuerpo y que debemos tener en cuenta para no diagnosticar un falso estado de fiebre:
Nuestra temperatura corporal varía a lo largo del día, así, por ejemplo, hay que saber que durante la noche es más alta.
Durante la segunda fase del ciclo menstrual de la mujer, su temperatura corporal puede verse elevada hasta un grado.
Del mismo modo, tras realizar algún tipo de actividad física o haber experimentado algunas emociones fuertes la temperatura puede verse alterada.
Aunque puede resultar obvio, vestir ropas excesivamente gruesas, una temperatura ambiente demasiado elevada o un ambiente demasiado húmedo puede influir en la temperatura de nuestro cuerpo.
Por último, será importante conocer cómo pueden influir determinados medicamentos en nuestro organismo para considerar si pueden afectar o no a nuestra temperatura corporal.
Cuál es la función de la fiebre
Ambiente hostil: la mayoría de los microorganismos necesitan de una temperatura de 37ºC para sobrevivir. Nuestro cuerpo, consciente de ello, aumenta esta temperatura para inhibir su crecimiento.Anticuerpos: con un aumento de la temperatura, aumenta la producción de glóbulos blancos, esenciales para combatir este tipo de amenaza para nuestro organismo.
Aumento de bombeo sanguíneo: de este modo los glóbulos blancos llegan en mayor cantidad a la
zona afectada para eliminar los microorganismos nocivos.
Cómo tratarla
Cuando se pretende tratar la fiebre hay que recordar que el fin no es conseguir que desaparezca, estaríamos perjudicando a nuestra salud, sino hacer que baje lo suficiente para mejorar la salud del enfermo. Algunos consejos para conseguirlo serían:
El remedio más eficaz y necesario es el reposo.
Pese a que el enfermo lo solicite y, sobre todo, aunque sienta escalofríos, no es conveniente que se le arrope demasiado. En cuanto a la ropa de cama, lo mejor es que sea de algodón o lino, ya que absorbe mejor el sudor.
La habitación no debe estar ni demasiado caliente ni mal ventilada, si fuera necesario se podría recurrir a un ventilador.
Mojar la zona de la frente o el pecho con agua tibia con la ayuda de una esponja o un paño húmedo. Igualmente podría ser útil un baño en agua tibia (nunca fría pues podría hacer al enfermo tiritar provocando en
consecuencia un aumento de temperatura). Ambos métodos son eficaces sobre todo tras haber tomado la medicación prescrita por el doctor.
Es importante reponer nuestro cuerpo con líquidos para evitar que se deshidrate. Los más recomendados son el agua y los zumos, ya que otro tipo de bebidas como el té, el café o la cola provocan que el enfermo tenga que orinar más, lo que junto al sudor podría conseguir un efecto contrario.
Pese a lo que se ha creído generalmente, no es recomendable la aplicación de hielo sobre el cuerpo ni las fricciones con alcohol ya que, aunque enfrían la piel, con frecuencia son la causa de un aumento de temperatura al provocar escalofríos.
Agradecimientos: MedlinePlus y Botanical-Online.