Un jabón con una espuma cremosa que limpia suave y profundamente la piel y que se puede utilizar beneficiosamente tanto en el rostro, como en el cuerpo o el cabello en todo tipo de pieles, incluso pieles atópicas, con dermatitis, psoriasis… Ejerce una pequeña acción exfoliante gracias a las hojas secas de romero integradas en el jabón. A más a más, el aceite esencial de sándalo, aporta a este jabón más eficacia gracias a sus propiedades antisépticas, astringentes. tónicas, hidratantes y rejuvenecedoras de la piel.
Ingredientes:
440 gr de aceite de oliva (oleato de romero)
115 gr de aceite de coco
20 gr de aceite de ricino
75 gr de manteca de cacao
5 gr de cera de abejas
25 gr de aceite de almendras (en traza)
5 gr de glicerina líquida
15 gotas de aceite esencial de romero
10 gotas de aceite esencial de sándalo
92.61 gr de sosa caústica
226.66 ml de hidrolato de romero o infusión
hojas secas de romero
Elaboración:
Pesamos los ingredientes y reservamos.
Preparamos la lejía. Seguimos las medidas de seguridad y nos protegemos con ropa de manga larga, gafas protectoras, mascarilla y guantes. Seguidamente introducimos con cuidado la sosa caústica en el hidrolato de romero y removemos hasta que se haya disuelto por completo. En este paso debemos estar atentos a posibles salpicaduras, a no inhalar los vapores que desprende la sosa al entrar en contacto con el hidrolato y a la temperatura, ya que la mezcla puede llegar a alcanzar 80º.
Una vez tenemos la lejía preparada, ponemos a calentar el aceite de oliva, el de coco, el de ricino, la manteca de cacao y la cera de abejas. Reservamos el aceite de almendras dulces. Mantenemos a fuego medio hasta que la cera y la manteca se hayan disuelto por completo.
Una vez tenemos los aceites fundidos, sacamos del fuego y comprobamos la temperatura de los aceites y de la lejía. Debemos esperar hasta que alcance unos 60º,
Cuando ambos estén más o menos a la temperatura indicada, procedemos a verter la lejía sobre los aceites (nunca al revés). Lo hacemos con mucho cuidado y poco a poco.
Empezamos a batir con la ayuda de una batidora hasta que la mezcla tenga la textura de un puré. Unos cinco minutos aproximadamente.
Cuando la mezcla esté más fría, añadimos el aceite de almendras dulces y la glicerina y volvemos a batir de nuevo para que se integre bien.
Añadimos unas cuantas hojas de romero y reservamos el resto para enmoldar.
Mezclamos de nuevo.
Por último, añadimos los aceites esenciales y batimos de nuevo para acabar de integrar toda los ingredientes.
Preparamos los moldes poniendo en el fondo unas cuantas hojas de romero.
Añadimos el jabón a los moldes y luego acabamos de decorar poniendo más hojas de romero secas por encima.
Tapamos con una toalla y dejamos reposar entre 24-48 horas para que se lleve a cabo el proceso de saponificación y se solidifiquen bien los jabones.
Pasado este tiempo y una vez estén los jabones bien sólidos, desmoldamos y cortamos si es necesario.
Dejamos reposar los jabones, separados entre sí durante un periodo de 4-6 semanas para que se acaben de curar.
Listos para disfrutarlos!
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