Del aloe vera también podemos destacar su capacidad para aumentar el colágeno de la piel, lo que evita el envejecimiento prematuro de la misma y colabora en la desaparición de arrugas así como mejora la protección barrera de la piel, imprescindible en pieles secas.
El aloe vera es tan mágico que está indicado en todo tipo de pieles ya sean normales, mixtas, grasas, secas o sensibles. Es capaz de astringir pieles grasas, regulas el exceso de sebo en las pieles acnéicas, hidratar en profundidad las pieles y de calmar las pieles más sensibles.
Así que con todo esto, incorporar a nuestra higiene diaria un jabón de aloe vera es una buena elección.
Ingredientes:
Para un jabón con un sobreengrasado del 5%. y una concentración del 28%
200 gr de aceite de oliva
80 gr de aceite de coco
60 gr de manteca de karité
47.58 gr de sosa caústica (NaOH)
103.33 ml de agua
10 gr de concentrado de aloe vera 1:10
1 cucharada de miel
la ralladura de un limón
Elaboración:
Como siempre, preparamos los utensilios de protección antes de manejar la sosa caústica: guantes, gafas y mascarilla.
Medimos los aceites y la manteca de karité y los fundimos en una olla a fuego lento, procurando que la temperatura no supere los 70º.
Medimos por otro lado el agua y el concentrado de aloe vera.
Ahora es cuando nos ponemos las gafas protectoras, la mascarilla y los guantes que no nos quitaremos hasta acabar el jabón y medimos la sosa caústica.
En un lugar abierto y ventilado procedemos a echar la sosa en la mezcla de agua y aloe vera que hemos pesado anteriormente. Con mucho cuidado y poco a poco. Es en este momento cuando debemos tener más cuidado ya que ésto producira vapores corrosivos y hará que la mezcla alcance altas temperaturas.
Mezclamos con cuidado hasta que la sosa se disuelva por completo.
Una vez haya enfriado un poco el agua con la sosa, añadimos la cucharada de miel y mezclamos bien. Esto provoca que cambie de color, es una reacción normal.
Medimos la temperatura de los aceites y del agua. Necesitamos que ambas estén a la misma temperatura, entre 35º-50º. Si hace falta esperamos hasta que se enfríe un poco y tengamos la temperatura adecuada.
Con mucho cuidado vertemos poco a poco la mezcla de agua y sosa en los aceites, nunca al revés, y empezamos a batir con la ayuda de una batidora.
Batimos unos minutos hasta que la mezcla alcance la textura de un gel, similar a un puré.
Añadimos la ralladura de limón y lo removemos un poquito, lo justo para que se mezcle.
Colocamos la mezcla en el moldes y tapamos bien con un trapo o una toalla para que se mantenga el calor y se realice bien el proceso de saponificación.
Pasadas entre 12-24 horas, cuando el molde ya no desprenda calor, habrá finalizado el proceso de saponificación por lo que ya podremos desmoldar y cortar nuestros jabones si es necesario.
Colocamos los jabones en un lugar seco y ventilado, separados entre sí para que se puedan acabar de secar bien y los dejamos madurar entre 4-6 semanas.
Pasado este tiempo ya podemos utilizar nuestro jabón de aloe vera.
Nota: Si queréis añadir alguna esencia o aceite esencial al jabón, éstos se deben aplicar en traza, cuando la mezcla ya esté suficientemente fría, removiendo bien para que se integren por completo.
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