Cuando la comunicación comienza a ser difícil. Consideraciones previas
Conforme va avanzando la demencia, la comunicación con el dependiente se va haciendo más difícil y complicada. En la mayoría de las ocasiones, los cuidadores y personas del entorno van distanciándose cada vez más del familiar. Este se aísla y la enfermedad progresa a mayor velocidad. Además, el malestar de la persona afectada se incrementa con el consiguiente sufrimiento también de la familia.
Aunque encuentres dificultades, no desesperes e intenta siempre establecer contactos con el enfermo, pero sin forzarlo. Antes de tirar la toalla y acentuar las distancias con respecto a la persona con demencia, es conveniente hacer unas cuantas consideraciones previas. Citamos algunas a continuación:
Los canales de comunicación
Para que una comunicación interpersonal sea efectiva es necesario que funcionen correctamente los canales o vías a través de las cuales se lleva a cabo dicha comunicación. En la llamada “comunicación interpersonal” estos canales son, principalmente, el oído y la vista.
El oído es imprescindible para recibir la información o el mensaje. Asegúrate de que tu familiar oye bien y si no es así toma las medidas oportunas. Hoy en día, existen métodos muy eficaces para la realización de pruebas como la audiometría mediante la cual se mide la sensibilidad, tanto del órgano auditivo, como de las zonas del cerebro implicadas para captar las diferentes frecuencias del sonido. Con los datos obtenidos gracias a esta prueba diagnóstica, el especialista prescribe el audífono personalizado que necesita el enfermo. Además, también te aconsejará sobre el modelo más adecuado al mismo que, con seguridad, será el que mejor se adapte a sus circunstancias en cuanto al tamaño, manejo, etc.
Pero en una conversación real no telefónica, la comunicación nunca es 100 % verbal. En ella intervienen elementos gestuales que aportan y completan información. Es por ello por lo que conviene que revises la agudeza visual de la persona con demencia, especialmente si se trata de un anciano. Si usa gafas, tal vez sea el momento de revisarlas.
Cuando falla la razón
Ya lo decía Blaise Pascal en su célebre frase “el corazón tiene razones que la razón ignora” o el autor del “Le Petit Prince”, Antoine de Saint-Exupéry, cuando el zorro se despide del Principito: “-Adiós -dijo el zorro- He ahí mi secreto. Es muy simple. Lo esencial es invisible a los ojos. Solo se ve bien con el corazón”. Así que, cuando falle la razón echa mano del corazón; ese es mi consejo.
La afectividad es una de las cualidades humanas que más tarde se pierde, si es que llega a perderse. Todo lo que tiene que ver con el cariño, la afectividad o el amor, se almacena en una zona del cerebro distinta al resto de conocimientos o memoria.
Si se trata de una persona mayor dependiente, dale cariño, dale besos y abrazos. Obtendrás tanta recompensa a cambio como ella alivio, relajación y emoción. A partir de ahí mejorará la comunicación, o tal vez no, pero solo en ese gesto ya habrá un intercambio emocional sumamente positivo.
Haz la prueba: antes de hablar, abraza.
El espacio y el tiempo
En la comunicación verbal es importante cuidar el entorno. La persona afectada debe encontrarse cómoda en el recinto elegido. La luz, por ejemplo, no debe dar de frente a sus ojos y tampoco debe haber ruidos que le distraigan. La televisión es mejor que esté apagada.
En cuanto al momento, este no debe coincidir con la hora de la comida pues puede llegar incluso a atragantarse. Mientras come debe concentrarse. También ha de hacerlo cuando se le está hablando.
Mientras conversamos
Te ofrecemos algunas pautas a la hora de mantener el intercambio verbal:
Háblale despacio y claro.
Utiliza frases cortas y sencillas que no incluyan elementos abstractos.
Ponte a la altura de sus ojos y mírale de frente.
Antes de hablar, capta su atención para que no se distraiga. Elimina factores de distracción como la radio, la televisión, etc.
Presta atención a su lenguaje gestual no verbal. En ocasiones el anciano utiliza el lenguaje corporal para hacerse entender.
Por el contrario, no abuses tú utilizando tus propios gestos; estos pueden desviar su atención y ponerle nervioso. No obstante, acaríciale mientras le hablas, dale besos y abrazos (lograrás que se relaje y se sienta mejor).
Averigua las palabras o grupos de palabras que comprende mejor y también las que utiliza con mayor frecuencia -ten en cuenta que va perdiendo vocabulario a medida que la edad y la enfermedad avanzan-.
Sonríe y mantén el sentido del humor cuando te comuniques con las personas mayores con demencia.
Cuando notes que se bloquea, no insistas y cambia de tema.
Aunque pienses que no puede aportar nada, inclúyelo en las conversaciones que surjan en su entorno. Haz que se sienta parte de las mismas. Siempre hay alguna manera de hacerlo; solo hace falta poner un poquito de esfuerzo y buena voluntad. Que nunca piense que es “un cero a la izquierda” o un inútil.
Concéntrate bien en lo que te quiere decir. Para ello, fíjate en el tono emocional que emplea y mantén siempre la calma. La paciencia es la clave principal para la comunicación con las personas que sufren demencia senil.
Lo que se debe evitar
Ante todo, lo más importante es no privarle de su dignidad. Y sobre todo, nunca dejes de hablarle, aunque no conteste, aunque no haga gesto alguno, aunque no responda, aunque no haga ruidos ni gruña, aunque parezca ausente… No le prives de tu voz, no le prives de escuchar una voz amiga que le habla con cariño y amor: tal vez sea lo último agradable que escuche y tal vez sea el consuelo que quede para siempre en tu propia memoria.
El hecho de que el anciano tenga problemas para comprender lo que se le dice no significa que no sea una persona sensible. No le grites nunca ni comiences una discusión con él completamente inútil. Esta solo incrementará su nerviosismo, tensión y confusión. El malestar, el estrés y la frustración te salpicarán también a ti.
Recuerda que, aunque no pueda moverse de forma autónoma ni mantener una conversación convencional, es una persona y no un objeto. Por tanto, cuando le ayudes a pasear y encuentres a alguien por el camino, por ejemplo, evita expresiones como “le llevo” o “le traigo”. Utiliza en su lugar frases como “le acompaño” o “le ayudo”. Se trata de un pequeño esfuerzo que te ayudará incluso en tu relación interpersonal con el enfermo y favorecerá el intercambio afectivo así como tu propia percepción del mismo. De este modo, tu disposición hacia él tendrá un cariz más delicado y afectivo.
No utilices las típicas frases negativas: “no hagas esto”, “no digas lo otro”, etc. Es mejor y da mejor resultado el lenguaje positivo.
No uses tono infantilizado ni paternalista. Esto hiere su sensibilidad. Años atrás, fue una persona “importante” -como ahora lo eres tú-, tuvo su trabajo, su dignidad, sus amistades, etc. En el momento actual puede sentirse humillado e inútil.
Por último, solo queda enfatizar en el poder del arma del amor. El cariño logrará lo que tú no puedes lograr. No dudes en regalar una canción, una caricia, un bailoteo, una carcajada, un abrazo y un beso. Seguro que él te obsequiará con el mejor de los premios: una amplia y maravillosa sonrisa.
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Un cordial saludo,
María Luisa Sánchez Vinader
Maestra y pedagoga