Cuando hablamos de dolor en general (ya sea físico o emocional) nos referimos a las experiencias externas o internas que nos provocan cierto grado de parálisis a la hora de accionar en nuestro día a día. A veces es tan intenso que sentimos que el mundo se volvió en nuestra contra, conspirando incluso para que ninguna pieza encaje donde debería.
Ahora bien, ¿qué se interpreta por nivel de dolor a la hora de llevar un tratamiento a buen término?
El dolor es una percepción completamente subjetiva que afecta a la persona que lo padece. Nadie más que un buen terapeuta podría comprender hasta qué punto le incomoda o, hasta en algunos casos, le lleva a la inercia más absoluta; incluso a tener pensamientos autodestructivos.
Todos buscamos, en definitiva, ser comprendidos, apoyados y reconocidos. Ser vistos. Alguien que esté atravesando un momento doloroso puede llegar a sentirse en más de una ocasión, invisible a los ojos de los demás.
Es allí cuando buscan ayuda y hallan una inmensa gama de posibilidades que existen hoy día en el mercado de las terapias. Hay quienes recurrirían a su antiguo psicólogo, convencido de que no hará falta comenzar desde cero porque ya conoce su historia de vida. Y no es una mala decisión.
Tratándose de un dolor emocional crónico y, por lo tanto no resuelto, la persona puede verse afectada ante la disyuntiva de tener que encontrar ayuda y la de explicar ese estado mental y/o emocional, removiendo en muchos casos viejas heridas del pasado.
Otros en cambio se abren a opciones menos ortodoxas y más holísticas, que ofrecen una amplia variedad de terapias alternativas excelentes.
Dentro de este ámbito relativamente nuevo existen numerosos y muy buenos terapeutas, cada uno con su propia identidad y sellos personales.
Lo que amalgama a estos últimos es la manera de abordar el tratamiento. Lejos de los estándares del psicoanálisis académico, los terapeutas holísticos conformamos una alternativa más amplia, pormenorizada por los grandes avances obtenidos en física moderna (más concretamente la Física Cuántica) y por conocimientos ancestrales más cercanos y amigables con la verdadera Naturaleza Humana.
Personalmente me gusta ofrecer tratamientos que se acomodan a cada necesidad, siendo estos en su gran mayoría de corta duración, concisos y personalizados.
Mis consultantes aprenden técnicas ajustadas para cada caso de acuerdo al bloqueo emocional o mental que los esté aquejando. A veces sólo se trata de ayudarles a encontrar ese disparador mental consciente que les haga ver una realidad que estaba oculta a plena vista.
En cualquier caso, siempre resulta confortable contar con la mirada de un terapeuta que nos ofrezca su invaluable aporte y nos contenga en momentos de zozobra.
Hasta aquí mi mirada con respecto al tratamiento más adecuado para enfocar una sanación duradera y genuina.
¿Tú qué opinas al respecto? ¿Cuál consideras que sería la terapia que más se ajusta a tus necesidades? Espero leer tus comentarios debajo de este artículo.
Hasta prontito!
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Mariel Alabarcez
Terapeuta Zen Shiatsu
Desarrollo Personal
CABA, Argentina
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