A la luz de las investigaciones científicas se ha podido corroborar, que existe una conexión fisiológica entre la mente y el cuerpo. Dicha conexión, de acuerdo a los expertos, cada día resalta con mayor evidencia. Es de destacar, que nuestros pensamientos y emociones pueden ser la resultante de diversos procesos de dolor.
De este tan interesante tema voy a hablar debido a la inquietud de Rosemarie, una seguidora de Carolina del Sur. Ella me contactó a inicios del verano porque su madre desde hace años sufre de dolores crónicos de espalda. Y Rosemarie se dio cuenta, que cuando los episodios de dolor arrecian su madre se torna irascible e incluso tiende a deprimirse.
Ella acude a mí para que le aclare, si parte del ánimo que muestra ocasionalmente su madre, está vinculado al problema de dolor que ella posee desde hace unos años.
Casi siempre los dolores son consecuencias de procesos inflamatorios. Por eso es necesario mantener un estilo de vida saludable. Eso evitará que los dolores se transformen en crónicos y afecten otras partes del organismo.
En relación a ciertos elementos generales acerca del dolor y su conexión con las emociones a nivel bioquímico, acoto que el dolor es un estado que puede modificar nuestro comportamiento, posiblemente esto no sea captado en su justa dimensión. Por ello, decidí compartir este artículo en mi página.
Algunas generalidades acerca del dolor
Podría decirse, que el dolor es una experiencia sensorial y emocional. Sin embargo, la mayoría de las veces es investigado y tratado clínicamente de forma separada de las emociones. No obstante, existen una serie de relaciones mecánicas y conceptuales, que han impulsado la necesidad de comprender su asociación.
Es decir, llegar a profundizar en sus interacciones bidireccionales, lo cual solo se ha hecho posible logrando establecer alianzas. De esta forma, se han impulsado esfuerzos investigativos entre los científicos expertos en dolor y quienes investigan acerca de las emociones.
De acuerdo a la ciencia, el dolor es más que un mensaje de los tejidos lesionados. Podría decirse que, es también una experiencia compleja que nuestro cerebro ajusta de forma perfecta. Esto impide que el dolor pueda predecirse, pues son muchas las variables intervinientes que lo afectan.
De hecho, participan además una serie de filtros perceptivos del cerebro, que a veces conllevan a procesos dolorosos sin traumatismo. Incluso también, a la presencia de procesos traumáticos sin experimentar dolor.
Muchos científicos concuerdan en que el cerebro humano fabrica el dolor, de hecho, el cerebro es capaz de crear una experiencia de dolor cuando percibe señales de amenaza sobre los tejidos corporales. Incluso se sabe, que en ocasiones el cerebro acrecienta el dolor de forma sobreprotectora. Esto a veces favorece la creación de falsas alarmas, que podrían producir efectos de sensibilización.
Podía decirse que el dolor depende principalmente de nuestros cerebros, no de nuestras mentes. Es preciso estar claro, que es difícil gobernar el cerebro y que el dolor es una respuesta natural y adaptativa. Por medio del dolor, se busca proteger el organismo de una lesión, bien de naturaleza real o potencial.
Es de resaltar, que el dolor persistente, acarrea importantes cargas económicas, clínicas y de sufrimiento, a nivel personal y social.
La ciencia profundiza acerca del dolor
Según los expertos las comorbilidades de la salud mental, entre las que destacan las de índole psicológica como la ira, ansiedad y depresión, se presentan frecuentemente en quienes experimentan dolor crónico. Y es relevante aclarar, qué es en realidad el dolor, y a su vez, precisar exactamente qué son las emociones.
Debo mencionar asimismo, ciertos puntos relacionados con el dolor y la nocicepción. Clínicamente la nocicepción es un proceso neurofisiológico, que permite descifrar estímulos nocivos bien por lesiones tisulares reales o potenciales.
Cabe destacar, que la palabra nocicepción se deriva de la palabra proveniente del latín para nocivo. Esta palabra latina, hace referencia a perjuicio, lesión o deterioro y es alusiva tanto a daños de origen somático como emocional.
A manera de ejemplo, nos puede causar dolor tanto cuando somos insultados interpersonalmente, como cuando recibimos heridas a nivel físico. El lenguaje es fundamental en la articulación de las experiencias subjetivas, sin embargo, el sistema nervioso es determinante en las mismas.
Por ello, la nocicepción toma en cuenta las vías neurofisiológicas periféricas integradas en el sistema nervioso sensorial. Se sabe, que estas vías pueden percibir de forma objetiva las propiedades físicas de diversos estímulos. Es decir, los de índole química, térmica, eléctrica o mecánica y trasmitirlos hasta la médula espinal.
Cabe destacar que, al igual que ocurre con otras modalidades sensoriales (audición o visión), la nocicepción puede generar señales biológicas. Dichas señales, poseen la capacidad de mediar entre los acontecimientos del mundo externo y el medio interno de nuestro organismo.
Esto permite generar un comportamiento reflexivo, que permite proteger nuestro organismo y de esta forma incrementar la aptitud evolutiva.
Integrando el dolor y la emoción
Lo concerniente a las emociones y su naturaleza posee siglos de debates, iniciados en oriente y occidente del mundo antiguo. Y es un tema, que aún en la actualidad es fuente de polémicas.
Las emociones básicas como la ira, miedo o tristeza son considerados por una gran mayoría como estados mentales únicos con mecanismos subyacentes específicos. Esto implica que no podrían descomponerse en factores más sencillos.
Sin embargo, existen perspectivas que no ven las emociones como únicas en cuanto a causa, forma o función, sino más bien, construidas por causas más básicas no específicas de las emociones como la intensidad y la excitación.
No obstante, la gran mayoría de las perspectivas plantea, que las experiencias emocionales resultan de las interacciones entre los patrones somatoviscerales (sensibilidad corporal) y los procesos cognitivos (memoria y atención)
Ello incluye además ciertas atribuciones metacognitivas, que son controladas por el sistema nervioso central. Dentro de ellos destacan ciertos comportamientos adaptativos. Es decir, respuestas de supervivencia como lucha, inmovilización o huida.
De esta forma, las emociones pueden ser evocadas por estados fisiológicos como la sed y el hambre. También por ciertos acontecimientos del entorno, como por ejemplo, agresiones verbales, ruidos fuertes o catástrofes naturales.
El dolor puede ser asumido como un proceso “reflexivo”, que puede provenir en muchas ocasiones de la percepción nociceptiva. Ello incluye las percepciones externas como una cortadura, o de percepciones internas como un desgarre muscular.
Justamente en el momento cuando el cerebro procesa esta información, experimentamos conscientemente el estímulo del dolor. De esta forma se establece su intensidad, localización, además de rasgos sensoriales y emocionales.
Vale destacar que, el estímulo del dolor suele ir acompañado de determinadas expresiones conductuales complejas. Ello incluye modificaciones del comportamiento a nivel verbal, facial y corporal.
Procesos bioquímicos detrás del dolor
El dolor agudo posee una importante función protectora detectando estímulos nocivos y previniendo el daño corporal. Sin embargo, cuando el dolor se hace crónico, pierde su función de señal de alarma. Esto hace que, en ese momento, el dolor sea considerado como una enfermedad en sí mismo.
Se sabe, que quienes experimentan dolores crónicos presentan ciertas respuestas exageradas en presencia de estímulos dolorosos (hiperalgesia). Además de ello, se ha observado que estas respuestas se presentan también frente a estímulos no dolorosos (alodinia). Incluso, son frecuentes las alteraciones a nivel cognitivo y emocional, las cuales se expresan en episodios de depresión y ansiedad.
El glutamato y su función
Muchos estudios han permitido establecer, que el glutamato es el aminoácido libre más abundante en nuestro cerebro. Además de ello, se ha comprobado que se encuentra involucrado en múltiples vías metabólicas. Sin embargo, investigaciones recientes descubrieron, que este aminoácido posee efectos excitatorios en las células nerviosas, pudiendo incluso ocasionar su muerte.
Es importante mencionar, que el glutamato es uno de los principales neurotransmisores involucrados en la emisión del dolor. De hecho, posee un papel destacado en la sensibilización central asociado al dolor crónico.
Es considerado el principal neurotransmisor excitador del sistema nervioso central de los mamíferos. Su forma de acción es mediante receptores acoplados a canales iónicos y a receptores acoplados a proteínas G (metabotrópicos).
Se ha determinado, que el glutamato suele producir respuestas fisiológicas muy rápidas. Una vez que el glutamato se une a los receptores permite que la corriente empiece a fluir, es decir, permite que los iones atraviesen la membrana celular en microsegundos.
Vale destacar, que existe un importante neurotransmisor inhibitorio denominado GABA (ácido gamma aminobutírico). El mismo posee un papel fundamental en frenar o inhibir a ciertos neurotransmisores excitatorios como el glutamato. Esto implica que, bajos niveles de GABA pueden producir trastornos de ansiedad e incluso epilepsia.
Antiguamente, se creía que las causas del dolor crónico se centraban a nivel de la periferia. Es decir, presencia de daños en alguna región del cuerpo o en el procesamiento de la nocicepción. Sin embargo, investigaciones recientes han permitido establecer, que los procesos cerebrales centrales poseen un rol fundamental sobre el dolor.
Equipo australiano desvela asociaciones entre el dolor y las emociones
Desde hace más de 20 años, la Dra. Sylvia Gustin y su equipo investigan acerca del dolor crónico. Ellos pertenecen a la Facultad de Psicología de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW). Sus investigaciones buscan desarrollar un programa no farmacéutico, que permita autorregular las emociones de quienes sufren dolores crónicos.
De acuerdo a los investigadores, existen medicamentos para ayudar a tratar el dolor crónico. Sin embargo, en la actualidad no existen fármacos que se dirijan directamente al contenido de GABA y glutamato en el córtex prefrontal medial. A su vez, estos medicamentos poseen efectos negativos a nivel de todo el sistema nervioso central.
De acuerdo a los resultados ellos han logrado demostrar que, el dolor neuropático crónico se asocia a ciertas condiciones anatómicas, bioquímicas y del tálamo, que pueden estar alteradas.
El tálamo es una pequeña estructura cerebral, situada específicamente sobre el tronco encefálico, con amplias conexiones nerviosas. Su función principal, es la de transmitir señales motoras y sensoriales a la corteza cerebral. Es además responsable de la regulación del estado de alerta y sueño.
Hallazgos recientes del equipo australiano
En un estudio reciente realizado por los investigadores de UNSW se descubrió, que existen bajos niveles de GABA en el córtex prefrontal en personas con dolor neuropático crónico.
De acuerdo a los expertos, el córtex prefrontal está implicado en el procesamiento emocional. Por ello, una disminución del GABA, asociada directamente con la pérdida de la inhibición del dolor, podría explicar ciertos comportamientos.
Para los científicos australianos, ahora se entiende más claramente la presencia de trastornos emocionales en quienes sufren dolores crónicos. Dentro de estos trastornos emocionales destacan la ansiedad y la depresión.
Según los investigadores, la pérdida de inhibición en la corteza prefrontal conlleva una serie de complicaciones. Por ejemplo, que las personas con dolores crónicos no puedan dejar de pensar en el dolor que experimentan.
Este constante rumiar, en el sentido psicológico de la palabra, produce una serie de pensamientos negativos, pesimistas y de temor acerca del dolor que van a experimentar. Y lamentablemente, dichas preocupaciones profundas y constantes no pueden detenerse. Esto se asocia, con la pérdida de la capacidad del córtex prefrontal para inhibir estos pensamientos.
El equipo de la Dra. Sylvia Gustin se encuentra actualmente estudiando la forma de atacar estas alteraciones cerebrales mediante un enfoque neuromodulador. Su idea, es lograr el alivio del dolor, haciendo uso de la fuente primaria del mismo: nuestro cerebro.
Ellos desean lograr modular estos cambios funcionales, estructurales y bioquímicos mediante una biorretroalimentación empleando la electroencefalografía. El equipo estima, que esto puede conducir a una reducción significativa y sostenida del dolor.
Hasta ahora, el equipo pudo desarrollar un programa de recuperación emocional en línea, dirigido específicamente a personas con dolor crónico. Ellos lo están implementando como opción no farmacéutica para tratar la alteración de los neurotransmisores. Se tiene previsto, que los resultados definitivos de esta experiencia, se presenten finalizando el 2021.
Concluyendo
En muchas ocasiones se ha hablado acerca del dolor. Esta vez se muestran algunas correlaciones, que en ocasiones no son consideradas. De hecho, muchos de los planteamientos habían fracasado porque elementos de mucha importancia estaban siendo tratados por separado, sin considerar una asociación entre el dolor y las emociones.
Como siempre recalco, se deben aplaudir las iniciativas que buscan soluciones integrales. En este caso, un grupo de científicos liderados por la Dra. Gustin, tienen más de veinte años buscando vías alternativas, para evitar el empleo de fármacos para manejar el dolor. Ellos, conocen con precisión cuan dañinos son los fármacos para nuestro cuerpo.
De acuerdo a diversos hallazgos se ha podido establecer que, en la actualidad no existen fármacos que puedan favorecer el contenido de GABA y glutamato en el córtex prefrontal. Ello incide en la presencia del dolor neuropático crónico, mediado por ciertas condiciones anatómicas, bioquímicas y del tálamo cerebral.
Por ello, una disminución del GABA, se asocia directamente con la pérdida de la inhibición del dolor. Esto explica ahora más claramente ciertos comportamientos en quienes sufren dolores crónicos. Ello incluye diversos trastornos emocionales que incluyen ansiedad, ira y depresión.
Esta información fue enviada a Rosemarie quien me comentó que lo recibió de muy buen agrado. Ella posee ahora mayor cantidad de elementos para comprender las emociones negativas que en ocasiones manifestaba su madre.
De hecho, ella me mencionó que a raíz de la motivación por lo que le envié, le llevó a inscribirse a ella y a su madre en clases de Tai chi y de meditación. Me comentó, que los efectos luego de aproximadamente un mes y medio, han sido formidables. De hecho, su madre luce mas tranquila y sosegada, pero aún no se desprende totalmente de las preocupaciones.
“El cerebro no puede amortiguar estos sentimientos por sí solo, pero es plástico y podemos aprender a cambiarlo”
Dra. Sylvia Gustin
Investigador principal de la Facultad de Psicología de la UNSW
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Referencias:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3152687/
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https://experiencelife.lifetime.life/article/emotional-biochemistry/´
https://www.physio-pedia.com/Psychological_Basis_of_Pain
https://www.psy.unsw.edu.au/node/684
http://webspace.ship.edu/cgboer/genesp/neurotransmisores.html