Además de las posibles intoxicaciones alimentarias, gastroenteritis y otras dolencias asociadas a las comidas copiosas, el ácido úrico, y nuestros riñones pueden sufrir mucho durante estas fiestas. Para solucionarlo, evitar la tentación del marisco e intentar dejar de lado el alcohol.
Un producto tóxico
Día a día, nuestro organismo consume y transforma en nutrientes aquellas sustancias que son beneficiosas y elimina el resto por medio del sudor, las heces o la orina. Precisamente, cuando hablamos del ácido úrico, no nos referimos a otra cosa que a un material de deshecho. Según la doctora Paloma Casado, especialista en medicina familiar, este producto es "el resultado final del metabolismo del nitrógeno en el organismo, y se llama así porque se elimina principalmente por la orina, tras ser filtrado de la sangre por el riñón".Hasta aquí todo correcto. El problema viene cuando los niveles en sangre de ácido úrico están por encima de lo normal. Éstos, también conocidos como hiperuricemia, "normalmente están motivamos por factores genéticos, pero, si bien, los niveles tienden a subir a partir de los 40 años para los varones, en los que es mucho más frecuente, y tras la menopausia en las mujeres", detalla la doctora.
Más allá de la genética, Paloma Casado advierte de que la hiperuricemia "también es más frecuente en personas que abusan del alcohol, en aquellas con sobrepeso, o los pacientes afectados por otros problemas metabólicos tales como la diabetes o la hipercolesterolemia". Además, algunos fármacos también pueden elevar los porcentajes.
El dolor, el principal temor
Cuando hay un exceso de este componente, pueden aparecer las llamadas crisis de gota, que se producen cuando "el ácido forma pequeños cristales que se depositan en las articulaciones provocando su inflamación", comenta Casado. Asimismo, "cuando hay una excesiva concentración del mismo en los riñones, se pueden formar cálculos renales, dando lugar a los cólicos nefríticos", agrega la experta.El principal síntoma de una crisis de gota es que la articulación afectada se inflama, se enrojece y duele. Sin embargo, en el caso de los cálculos renales, al atacar al riñón, "se da un cuadro de dolor intenso que irradia desde la zona lumbar a los genitales, con molestias al orinar e incluso sangre", declara la doctora.
Alimentos prohibidos
Como en todo, la prevención es el primer objetivo que se debe tener en mente, especialmente en aquellos pacientes con antecedentes familiares. Paloma Casado explica que hay que "evitar los alimentos ricos en purinas, restringir al máximo las bebidas alcohólicas y beber de 2 a 3 litros de agua al día". También hay medicamentos que ayudan a mantener los niveles de ácido úrico estables, y "durante las crisis está muy indicado el uso de antiinflamatorios, y aplicar calor en caso de los cólicos, o frío si hablamos de gota", detalla la especialista.Con respecto a los alimentos a evitar, la doctora advierte de que "lo fundamental es eliminar las bebidas alcohólicas, incluyendo la cerveza sin alcohol". Además, una persona con problemas de ácido úrico debe abstenerse de excederse en la ingesta proteica y de grasas poliinsaturadas:
- Casi todas las carnes de caza: conejo, perdices, jabalí, ciervo, etc.
- Vísceras: hígado, riñones, sesos, lengua, mollejas, patés, foie, etc.
- Todo tipo de marisco y las huevas de pescado.
- Pescado azul como la trucha, arenques, boquerones, salmonetes, etc.
Ahora que se acercan las navidades, es muy importante tener en cuenta que algunos de los platos más deseados para Nochebuena pueden hacernos pasar un mal rato. Paloma Casado recomienda que, si tenemos el ácido úrico un poco alto, "para poder empezar con buen pie el nuevo año, tendremos que beber alcohol con moderación, y sustituirlo por agua o zumos de fruta (sobre todo de limón) en grandes cantidades".
Igual de aconsejable es evitar la tentación del marisco y optar por el pescado, la ternera, el pavo y el pollo como el segundo plato de nuestro menú festivo. De igual forma, lo mejor es contrarrestar los excesos manteniendo una dieta equilibrada en el resto de los días.
Agradecimientos: Paloma Casado, especialista en medicina familiar.