Ahora, túmbate sobre la espalda, flexiona las rodillas y coloca los pies bien apoyados en el suelo. Observa un momento cómo sientes la respiración, ¿hacia dónde va tu atención cuando te colocas así?
Abrazate, colocando los brazos sobre el pecho, el brazo derecho hacia la izquierda, el izquierdo hacia la derecha y ayúdate con las manos para rodar en una dirección y en la otra. La pelvis no se mueve, las rodillas siguen apuntando al techo y ve despacio, sin forzar, sin detener la respiración, sintiendo cómo se apoya primero una omóplato en el suelo y luego el otro.
Observa qué hace tu cabeza. ¿Gira en la misma dirección que el tronco o se queda quieta en el centro? No cambies nada, simplemente observa cómo lo haces. Descansa.
Retoma el movimiento pero deja que la cabeza se incorpore al movimiento y que acompañe a los brazos. Observa cómo es ahora este movimiento. Hazlo unas cuantas veces y descansa.
Muévete así varias veces y después lleva tu cabeza en la dirección contraria al tronco. Tómate un momento para ajustar este cambio y hazlo suavemente varias veces, llevando tu cabeza en la dirección del hombro que se separa del suelo.
Ahora, vuelve a llevar la cabeza y el tronco en la misma dirección.
Observa si sientes algún cambio, si es un poco más fácil.
Disfruta de tu nueva organización y de las nuevas sensaciones y si te gustó, comparte!
Recuerda leer, las pautas a seguir, antes de empezar cualquier lección.
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