Cada uno vivimos las Felicidad de una manera personal, individual, dependiendo de nuestras experiencias y creencias. Ya sea una sensación efímera o un estar en el universo, todos la buscamos de una u otra manera; desde el hedonismo al idealismo.
La felicidad tiene tres patas sobre las que se asienta. Si las cultivamos, trabajamos, podemos experimentar una existencia feliz, sea lo sea la felicidad para cada uno de nosotros.
1. Conciencia
¿Cuántas veces hemos dicho o hemos oído decir "¡qué feliz era cuando niño!"? Puede que fuera verdad, pero en aquella época no éramos conscientes de esta felicidad. Podremos tener recuerdos, pero no vivíamos conscientes.
Es el mismo hecho cuando alguien fallece y le deseamos que descanse. Por mucho descanso físico y psicológico que tenga, no podrá ser consciente del mismo.
La conciencia es básica para ser felices. Cuanto más la desarrollemos, más experienciaremos una existencia plena y acorde con nuestra vida. Ser conscientes de nuestras metas y misión en la vida nos aporta un foco, un objetivo hacia el que dirigirnos y por tanto da un sentido a nuestra vida.
Observar, estar atentos, descubrir son herramientas que nos ayudan a desarrollar la conciencia y por tanto aportan su granito de arena a nuestra felicidad.
2. Aceptación
Aceptar lo "que es" nos aporta paz, serenidad, tranquilidad de espíritu. Esta actitud nos aporta la suficiente serenidad como para no enfrentarnos a lo inevitable y poder seguir nuestro camino.
La aceptación no es resignación. Esta última nos hace ser entes pasivos, conformistas y víctimas de un destino autoritario e inevitable. La aceptación en cambio, nos hace dar por bueno un acontecimiento y crecer, seguir construyendo a partir de él.
Si se nos cae nuestra casa, podemos resignarnos, llorando y lamentándonos por nuestra mala suerte y quedarnos a la intemperie o podemos movernos, limpiando los escombros, planificando una nueva y más confortable casa y poner manos a la obra.
El ingrediente básico de la aceptación es la Humildad, actitud necesaria que nos aporta serenidad espiritual y por tanto vía directa a la felicidad.
3. Amor
El Amor es un concepto muy amplio. Desde esa pequeña sensación de agradecimiento amoroso cuando nuestra madre nos acariciaba hasta el idealismo universal de un Amor creador y dador, estamos hablando de lo mismo.
En nuestro día a día podemos experimentar nuestra necesidad de Amor, tanto como receptores del mismo como dadores. No solo nos aporta felicidad el recibir una muestra de cariño, sino que podemos considerar el dar Amor como la fuente más importante de felicidad.
Cuando amamos nos entregamos, y por tanto nos damos totalmente con nuestro ser, dejamos de un lado las ideas, pensamiento racionales y ofrecemos nuestra esencia limpia de palabras y convencionalismos.
El Amor nos hace humanos, y por tanto Felices.
Carlos Postigo