Porque seamos sinceras, queramos o no, en mayor o menor medida, una parte de nuestra autovaloración se basa en cómo nos vemos frente al espejo y en qué talla utilizamos. Y esto no debería ser así, primero porque ninguna mujer tiene el mismo cuerpo que otra. Influyen sobre nosotras variables como la constitución de la persona, la distribución de la grasa corporal, la altura, etc.
Además, como bien deberíamos saber, lo que es una 34 en una tienda, en otra es una 38 o una 32 y, en ocasiones, no encontraremos dos 34 iguales en la misma tienda. Incluso, podemos encontrar que la talla pequeña es más grande que una superior. Por lo tanto, que os quede claro, las tallas no clasifican la belleza o salud del cuerpo femenino, simplemente son un mero tallaje textil, un número que no dice nada.
Por eso, impulsar un patrón de tallas general, al menos en las marcas de una misma empresa, es necesario y nos ayudaría por diversos motivos. Primero, porque evitaría que muchas mujeres dejasen de probar dietas 'milagro' o métodos raros para perder peso. También prevendría que ciertas personas se sientan mal con su propio cuerpo lo cual puede conllevar, en el peor de los casos, la no aceptación de una misma y derivar en depresiones. Por último, facilitaría comprar, tanto en tiendas como online, porque sabríamos cuál es nuestra talla.
Asimismo, el tallaje debe cambiar, pues está basado en estudios de los años 70, que obviamente se han modificado. Tampoco representa las medidas reales del colectivo femenino, donde un 44,7% de las mujeres de más de 18 años está por encima del peso considerado normal. De hecho, estamos viendo cómo las tallas tienden a hacerse más pequeñas, quizás porque quieren conquistar a un público más joven.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que muchas veces los pantalones no nos cierran, no porque hayamos engordado, sino porque porque la zona abdominal está inflamada, como consecuencia de estreñimiento, intolerancias alimentarias o un mal estado de salud intestinal. Esto afecta a las mujeres durante los periodos de desajuste hormonal, aunque también puede estar provocado por una alimentación inadecuada o estrés.
Los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad enumeran algunas pautas que ayudan a reducir la retención de líquidos y la inflación abdominal:
- No proponernos perder más de 1 Kg o 1,5 Kg por semana
- Realizar actividad física aeróbica para combatir el estreñimiento. Además, favorece la eliminación de líquidos.
- Para favorecer el tránsito intestinal y las defensas, cenar o desayunar alimentos ricos en pre y probióticos, como los yogures, la cuajada o el kéfir, ricos en estas bacterias.
- Estimular la función renal tomando té verde en el desayuno.
- Beber 2 litros de agua al día para renovar la reserva de líquido corporal.
- Es importante obtener hidratos de carbono a partir de frutas, verduras y cereales integrales, y no a través de harinas refinadas y alimentos industrializados.
- Aumentar el consumo de grasas mono y polisaturadas y reducir el de grasas saturadas, ya que favorecen la inflamación.
- Recurrir a las proteínas de origen animal como fuente de energía y saciedad.
No lo olvides, lo más importante es sentirse bien con una misma, independientemente de la talla o peso.