La música nos anima, nos relaja, nos entristece, nos alegra, tiene esa capacidad de cambiar nuestro estado de ánimo, es capaz de evocar el núcleo de las estructuras responsables de nuestro universo emocional. La música es importante en el ámbito de la Psicología, ya que se puede aplicar para ayudar a pacientes que padecen trastornos de sus estructuras cerebrales y que están relacionados con las emociones. A las personas con autismo les es más fácil comunicarse a través de la música, hay pacientes con afasia que no pueden hablar pero sí cantar. Hay sociedades sin escritura, pero ninguna sin música. Somos de forma innata criaturas musicales. Y hay una buena razón para ello: nos permite desempeñar funciones sociales. Cuando nacemos no sabemos que significan gran cantidad de términos pero aprendemos a hablar al escuchar los sonidos musicales del lenguaje.
La ciencia ha podido establecer que los ritmos musicales estimulan diferentes áreas del cerebro. Una investigación de la Universidad de La Florida sugiere que los ritmos musicales ofrecen más activación cerebral que cualquier otro estímulo conocido. La música fortalece el aprendizaje y la memoria, regula las hormonas relacionadas con el estrés, permite evocar experiencias y recuerdos, incide sobre los latidos, la presión arterial y el pulso y modula la velocidad de las ondas cerebrales. Increíblemente, las vacas dan más leche cuando se les ponen las sonatas de Mozart y las plantas florecen más cuando hay música de fondo. La clave está en encontrar el ritmo que nos pueda favorecer en cada situación específica.
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Last updated on 13 junio, 2021 15:18
La música puede comunicar información. Une a las personas, es social. Estos son unos de los grandes poderes de la música. No podríamos haber sobrevivido a lo largo de la evolución sin cooperar ni comunicarnos, sin haber manifestado un comportamiento social con otros individuos. La música hace que nos gustemos más, que estemos más unidos, que confiemos.
Se hizo una investigación con personas que nunca antes habían escuchado música occidental. El resultado: todas fueron capaces de diferenciar emociones en las diferentes piezas. Al escuchar música se activan las aéreas del cerebro que se encargar de la imitación y la empatía, donde están las neuronas-espejos, que actúan reflejando las acciones e intenciones de los otros como si fueran propias. De esta forma, podemos sentir el dolor de otros, su alegría, su tristeza, nos permite compartir sentimientos y emociones.